Spin Doctors – Teatro Lara (Madrid)
Si tuviera que hacer un titular para esta crónica lo tendría claro, sería algo así: «Spin Doctors, o como tirar por la borda en tres sencillos pasos lo que podría haber sido un gran concierto». Y es que eso fue lo que hizo el cuarteto de la ciudad de New York, a su paso por el Teatro Lara de Madrid el pasado jueves siete de febrero; ofrecer un concierto plagado de buenos momentos y de altibajos a partes iguales, eso por no hablar del vocalista Chris Barron, empeñado en parecer más un protagonista del Club de la Comedia que de ser un cantante de una banda, que, presumiblemente, tiene temas de sobra para dar un concierto más que digno.
Pero pasemos a lo que aconteció en el precioso marco del Teatro Lara: con las entradas prácticamente agotadas se presentaban los neoyorkinos Spin Doctors, tras dos décadas de lo que fue su periodo de más éxito (1991- 1994), sobre todo con su celebrado álbum Pocket Full of Kryptonite, en un concierto englobado dentro de la serie de recitales ofrecidos por Estrella de Galicia, y entre los que se encuentran otros artistas como Nadadora o Alondra Bentley.
Con un público cuya media de edad superaba con creces la treintena, como corresponde a la fecha de su disco más celebrado, convenientemente sentado en sus butacas, comenzaban los Spin Doctors su concierto, mostrando estar en plena forma, tanto a nivel musical, como físico, a juzgar por los movimientos de Chris Barron. Temas como: «What Time is it?», «Nice Talking to Me», o «Little Miss Can´t Be Wrong» hicieron casi levantarse a más de uno del asiento (nunca entenderé esto de los conciertos de Rock en un teatro), pero algo tendríamos que haber barruntado cuando a los pocos minutos de set; Chris se puso a leer un poema de cosecha propia en castellano. Un detalle encomiable por su parte el emplear la lengua del país que visitas, con bastante destreza, por cierto, pero tanto le gustó hablar con la audiencia al cantante que no paró de contar historias entre canción y canción, restando dinamismo al concierto, repito; concierto de Rock.
Para presentar la siguiente canción, «Some Other Man Instead» el señor Barron estuvo comentando los comienzos de la formación. Según él, en el Nueva York de finales de los ochenta si no hacías versiones de Muddy Waters no podías tocar en los clubs, así que ellos hacían canciones propias como si fueran versiones de grandes del Blues. «Los dueños de los locales nunca se dieron cuenta», apostilló. De ahí que con este último disco, que traían bajo el brazo, se hayan puesto el Blues por montera y hayan vuelto a sus orígenes. El siguiente tema sería otro de su nuevo disco con sabor a Blues; hasta el titulo rezuma viejas guitarras y voz cazallera; «If the River Was Whiskey», antes, el propio Chris tendría que «tranquilizar» a una fan de las primeras filas diciéndola «Tranquila, esta noche podrás escuchar tus canciones favoritas pero antes vamos a tocar algún tema nuevo».
Cuando ya nos habíamos acostumbrado a las charlas del vocalista, la formación se despachó una innecesaria versión de la Creedence y otra serie de canciones nuevas con un invitado; un trompetista que, lejos de aportar algo interesante a las canciones, paró por completo el ritmo de la actuación dejando entrever una falta total de coordinación de la banda (improvisación lo llaman por ahí) con el nuevo personaje en escena.
Con algunas personas levantándose de sus asientos no para bailar si no para irse, y cuando ya nada parecía ir a peor, Chris se puso a presentar a la banda y…horror; el batería Aaroon Comess perpetró un solo de más de cinco minutos. ¿Cómo era aquel chiste de los solos de batería? Ni que decir tiene que el bajista Mark White hizo lo propio, eso sí, tuvo el detalle de ser más breve que su compañero. ¿De verdad una banda con ese bagaje cree necesario ese tipo de demostraciones?
Aunque el concierto no había acabado, mucha gente lo había dado por finiquitado, entre ellos yo mismo. Posiblemente Chris y los suyos intentaron adaptar su concierto al formato de teatro, pero cometieron un error que les llevó a perder una oportunidad de oro para encontrarse con su público. Mal.