Discos

Spoon – The Want My Soul (Anti / [PIAS])

Empezar la casa por el tejado. Esto es lo que debieron pensar los tejanos Spoon cuando decidieron el orden de las canciones de su nuevo disco, uno de los mejores en lo que va de año. Ya que de los diez temas que lo componen sólo dos canciones no superan el corte del notable alto. Sorprendentemente las han situado al principio, con el riesgo de distracción que esto supone en la era de internet, donde la máxima es «me lo como todo y rápido». Pero claro estamos hablando de Spoon, una banda que está llamada a repetir el éxito masivo cocinado a fuego lento que consiguieron The National tras la publicación de su «High Violet» (2010); y por tanto su público está ya más que acostumbrado a no quedarse con las primeras apariencias. Y bien que hacen, porque «Inside Out» y «Rent I Pay» no son sino el eslabón más débil dentro de un disco en el que la banda ha optado por reformar todos sus trucos y tics para recolocarlos y reforzarlos de manera inteligente dentro de unas canciones tremendas, aparentemente sencillas y cargadas de bonita y necesaria bisutería. Han construido un puzzle distinto a base de hacer casar las mismas piezas de forma distinta. El resultado no nos puede gustar más, sensiblemente mejorado con respecto a su anterior entrega, «Transference» (2010), y prácticamente brillante en toda su duración, el álbum es un compendio adictivo de los mejores manuales del buen hacer de un músico.

Superado el bache de las presentaciones, ya con la tercera canción, «Rainy Taxi» la banda consigue desplegar toda su grandeza, y lo que es más complicado, hacerla llegar hasta el que les escucha. Con un carismático Britt Daniel constantemente presente y en perfecto estado de forma, tanto vocal como compositiva, la canción es una cristalina amalgama desmenuzada de notas musicales debidamente colocadas sobre su instrumento de origen. Por encima de riffs, arreglos de teclado y guitarras metálicas, se encuentra la voz más desesperada que nunca de un Daniel que asegura que si (su amante) le deja nunca será capaz de volver a cantar una melodía, mientras que el álbum sigue girando para dar paso a otra canción desesperanzadora, «Do You», en la que los ritmos toman el control y se imponen sobre el eco de las voces, ofreciendo una de los melodías más reconocibles de este adictivo larga duración. Liviano y ligero gracias a vericuetos tan bien orquestados como el nervio compositivo que sustenta «Knock Knock Knock», de lo mejor que han publicado hasta ahora, con un efectista ritmo guitarrero y una juguetona melodía silbada. Os aseguro que cuesta escoger una canción que destaque por encima del resto debido a la acertada inspiración y la precisión en la ejecución.

El contrapunto a tanta ligereza lo encontramos en «Outlier», más claustrofóbica que el resto de la colección y sin duda otra de las grandes proezas de este disco. Un tema con cierto regustillo británico tan impropio de estos americanos, que no hace sino armonizar una amplitud de sonidos brillantes y atmósferas vespertinas que sacuden el juguetón rasgueo de ritmo opresor que caracteriza al tema. A partir de ese punto de inflexión vuelve el álbum a retomar el vuelo con la canción que da nombre al álbum y que podríamos definir como la perfecta canción típica de Spoon, con un glorioso final que nos deja escuchar a un Britt Daniel en pleno apogeo vocal, desgañitándose mientras clama a quien le quiera escuchar que alguien les quiere robar el alma. Y es que parece que todo el álbum gira en torno a la idea de esa autoafirmación. Tras más de cuatro años de parón en los que el fantasma de la disolución ha ocupado más titulares de los deseados, su nueva puesta en circulación viene a certificarnos que a pesar de los desmandes que aparentemente han sufrido con el show business la banda está alcanzando cuotas de creatividad antes simplemente apuntadas.

Un apunte adicional para los amantes del vinilo, la primera edición del prensado viene en un precioso vinilo transparente con un sonido realmente abrumador. Y es que escuchar el tono «estoniano» que se esconde en «Let Be Mine» o el apoteósico final de la «popera» «New York Kiss» con un sonido tan extremadamente cuidado convierte cada escucha de este álbum en un memorable y recomendable recuerdo musical.

 

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