Tarik y la Fábrica de Colores
El único criterio objetivo son las ventas
La época en que esperar un nuevo disco de Tarik con su Fábrica de Colores se hacía eterno, pasando siete años u ocho entre cada referencia nueva, ha pasado temporalmente. Ahora se presenta de forma estable al mercado con Mushroom Pillow como aliada para sus tres nuevas referencias. Sequentiale (2005) nos avisó de que no había dejado este mundillo, de que seguía componiendo a un gran nivel bebiendo de unas fuentes clásicas entre Ray Davies y Elvis Costello, y la siempre influencia del nothern soul. Dos años después, El Hueso y la Carne, título que bien podría aparecer como uno más de Surfin’ Bichos o de Chucho, mira más allá del pop psicodélico de su antecesor. Ahora las guitarras tienen más protagonismo, y el español ha sustituido al inglés en todas las canciones del disco. Si quedaba alguna duda de cuál era el sitio de Tarik en esta escena, esta nueva entrega lo despeja, consolidando su situación con calidad y un buen sonido. Publicando uno de los mejores discos del año.
De sus cuatro discos hasta ahora, por una vez se cumple lo que en todos los procesos de promoción se oye o se lee, “este es mi mejor disco”. ¿Cree usted que es así?
Por supuesto.
¿Y qué hay detrás de “El hueso y la carne”?
Algunos verán vísceras. Otros, espíritu, alma, conciencia…
Cuando empecé a escuchar el tema “Subir Al Tren” y llegaba al estribillo, en vez de “subir al tren” entendía “suicídate”, claro, me extrañó, y ya en escuchas posteriores lo descifré. Me imagino que será una anécdota sin más, unas risas tontas y fuera, pero veía a bien comentarlo. Ya que estamos, ¿Subir a qué tren?
El suicidio sería más bien “Tirarse Al Tren”. Teniendo en cuenta que en el disco anterior, Sequentialee, había una canción que se llamaba “Velvet Suicide”, hubiera sido demasiado insistir en el tema. Nada de suicidios. Por eso y porque se dice de mí últimamente –por lo que he leído– que soy un tipo “psicológicamente inestable y caprichoso”. Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. ¿El significado de Subir Al Tren? Tú mismo.
Cada canción tiene una carga muy importante en la letra, no son meros acompañamientos a una melodía más o menos efectista. ¿Qué mensaje guardan algunos de estos temas?
No me gusta explicar las letras de mis canciones porque no son artículos de divulgación científica ni nada objetivamente tangible. Tiene que haber un margen razonable de interpretación individual por el que cada persona tienda a adaptarlas a sus “necesidades” emocionales, singulares e intrasferibles. Así se pueden despertar las emociones, pero no explicando el mensaje fuera de su contexto. Cuando estudiaba Diseño Gráfico, teníamos un profesor que nos ponía diapositivas de sus pinturas surrealistas y se empeñaba en descifrarnos los mensajes subyacentes de cada uno de ellos. Me resultaba patético.
El disco fue grabado en el Estudio Antiaéreo, seguro que la experiencia fue magnífica. ¿Qué puede decir de ello?
Que es un estudio analógico estupendo (no menos cierto es que ha de estar siempre en manos de un técnico que lo entienda), que los dueños son amigos míos y que está junto a Sierra Nevada.
Cada vez es más cercano el sonido a grupos como Los Planetas, “Antes de la niebla” tiene unos arreglos que bien podría estar dentro de su repertorio, y en otras pasa lo mismo, ¿Hay intención de acercarse a este sonido?
Los Planetas y Tarik y la Fábrica de Colores bebemos de muchas fuentes comunes. Yo no voy a ocultar mi admiración por gran parte de su repertorio, así como por las letras de J, pero ellos tampoco han ocultado nunca la suya por nuestras canciones. Cuando volví de Londres y grabé “On The Radio”, fuimos a tocar a Granada y allí estuvieron Los Planetas, en nuestro concierto. Por entonces yo ni había oído hablar de ellos, pero, con toda la humildad del mundo, vinieron a saludarnos a los camerinos y ese fue el comienzo de una amistad que dura hasta la fecha. Siempre quisimos hacer cosas juntos y, de momento, Eric ha acabado tocando también conmigo. No puedo pedir más.
Pregunta casi obligada, pone en la nota de prensa que los motivos para sólo cantar en español no existen. Antes he considerado que su música si de algo no peca es de banal y sencilla, no creo que una decisión de este tipo se tome a la ligera cuando hace dos años decía en una entrevista que le resultaba más cómodo el inglés. ¿Ha cambiado algo para que sólo cante en español?
El inglés me sigue resultando más cómodo para cantar y, créame, no diría lo mismo si me dedicara al flamenco. Además, el hecho de ser bilingüe me permite dedicarme con el mismo entusiasmo a escribir letras en ese idioma. En mi opinión no es tan importante lo que digas, sino cómo lo digas, y eso requiere una concepción espiritual e intuitiva del lenguaje que no tendrías si ni lo dominaras. Por eso pienso que la poesía es la perfecta y excelsa sofisticación del lenguaje. Bueno, no es este mi caso, obviamente –entre otras cosas porque yo no escribo poesía, sino canciones pop–, pero para “tocar” el estado emocional del oyente de este país es necesario cantar en español. No hay vuelta de hoja.
Mezcla gran variedad de tempos en todo el disco, bien puede haber una canción como “Fontaine, Fontaine”, lenta, con una guitarra sólo, y en el otro extremo “La Ascension de Lupo”, por mencionar la que continua en el trabajo. ¿Esta gama de “colores” es buscada o es casual? Desde el punto de vista nuestro, el del oyente, resulta de agradecer.
Toda obra que dure más de quince minutos necesita de unos puntos de inflexión, cambios de dimensión, o como quiera llamarles, que descongestionen los oídos del oyente. Un disco monolíticamente homogéneo (perdón por la expresión) es, técnicamente, un aburrimiento.
En algunas canciones como “Agosto, por Ejemplo” o de Sequentialee me recuerda al sonido de Álex Diez y sus Cooper o a gente como Brighton 64 sin la presencia constante del garage. Un pop alegre que bebe tanto de los Small Faces como de Ray Davies. ¿Cómo lo ve usted? ¿Tiene algún vínculo con el movimiento mod en su sonido?
Comparto con los mods el gusto por el Northern Soul y ciertas bandas de los ‘60, la afición compulsiva a comprarme ropa y la irrenunciable voluntad de salir a la calle con cierta preocupación por la imagen que ofrezco.
Todas esas líneas que abarca la nota de prensa sobre su imagen en un tono diferente al que nos tiene acostumbrado tal formato, ¿a qué se debe? ¿Tan importante es la imagen?
Si dijera que soy de los que se tiran horas delante del espejo antes de salir a la calle, mentiría. Ni tengo tiempo para ello ni creo que sea necesario darle tantas vueltas. Pero ¿acaso no es importante la imagen en bandas como Ramones, Flaming Lips o White Stripes? Incluso los artistas aparentemente más despreocupados por la imagen están dando una imagen característica. La imagen puede ser sencilla y sobria, o puede ser epatante e incluso esperpéntica, como las túnicas de las bandas sinfónicas de los ’70, o el extra de maquillaje de los Nuevos Románticos. ¿Qué pasaría si no cuidáramos la imagen? Imagínese un cantante con una camiseta talla XL en la que se lea ”I Love Portugal”, unos vaqueros lavados a la piedra y unos mocasines con calcetines blancos. ¿Daría usted un duro por ellos? Personalmente, prefiero dar una imagen sobria, con la que yo me encuentro más a gusto, pero siempre apostaré por las buenas maneras en el vestir como mensaje de respeto al prójimo. Es como la higiene.
Habiendo sacado su segundo disco con Mushroom Pillow ya sólo queda uno según el contrato que firmó por tres discos. Sé que es lejana la fecha y que quizás la pregunta también. Pero el nivel que está manteniendo nos dará Tarik para rato sin tener que esperar tanto tiempo como pasó hasta su vuelta ¿no? ¿Algún plan de futuro que podamos saber?
Una vez le dije a Marcos Collantes, de Mushroom Pillow: “Marcos, me caes bien. Lástima que nunca podamos llegar a ser amigos”. Y es la verdad. Los artistas, en las compañías discográficas, somos números. Unos se llaman 8.000, otros, 1.500 y otros, 500. Los que se llaman 500 han de irse, se pongan como se pongan las 500 personas que se compraron su disco y esperan impacientemente el siguiente. Suena cruel, pero es la verdad. El único criterio objetivo que una compañía puede aplicar como garante de continuidad de un grupo en su catálogo son las cifras. La calidad es un valor privado para quien acoge la música en su corazón.