Tchotchke – Tchotchke (Tchotchke Records)
A veces, sólo a veces, no hacen falta más que guitarras y unas cuantas canciones. Sobre todo si se es joven, lleno de frescura y carente de la pretenciosidad, vanidad y pesadez de esos mayores que pintando demasiadas canas pretenden reivindicar ahora glorias pasadas que no fueron tales o, simplemente, hacer lo que no hicieron cuando era el momento adecuado.
Eso les pasa a este trío formado en New York por dos californianas (Anastasia Sanchez y Eva Chambers), que viajaron costa a costa para encontrar mejores oportunidades que en L.A. Allí ambas compartían una banda de garage llamada Pinky Pinky, pero hartas de la escena endémica de la ciudad de las estrellas, buscaron inspiración en la gran manzana. “Mudarnos aquí fue como un doble renacimiento: nueva vida, nueva banda. Volver a empezar en un sitio donde nadie es un pez gordo te hace trabajar el doble de duro”, le contaban hace poco a la revista Shindig!
En New York es donde conocieron a Emily Tooraen y dieron forma al trío que ahora conocemos como Tchotchke, palabra que define a los objetos que no sirven para absolutamente nada más que decorar. Una ironía que ellas se encargan de desmentir a través de este corto pero intenso debut que cocinaron -cómo no- durante la pandemia con la ayuda de dos personajes que han sido vertebrales en sus inicios en la capital del mundo. Los Lemon Twigs, Brian y Michael, retoños del gran (aunque desconocido) Ronnie d’Addario, han sido los que han ayudado a estas sus almas gemelas a trasladar las canciones que habían compuesto desde que se juntaran a formato disco.
Como ellas, los d’Addario son chavales que han asaltado sin misericordia la colección de discos paterna. Beach Boys, Byrds, Zombies, T.Rex, Todd Rundgren, Bowie, Sparks… sonidos añejos que ellos y ellas procesan totalmente a su manera. Una manera fresca, desprovista de pretenciosidad y armada del mayor de los descaros. Así suenan estas nueve canciones que ellas grabaron junto a los hermanos cuando se confinaron en su casa durante lo peor de la pandemia.
Como todo lo que tiene que ver con una óptica tradicional a la hora de asumir el pop, el debut de Tchotchke no va a cambiar la faz del mundo a nivel artístico, pero sí aporta una de esas vueltas de tuerca que llegan para pellizcar el corazoncito de quienes siguen viviendo en un mundo de guitarras coloristas y armonías vocales infinitas. No siempre tiene uno la impresión de escuchar algo nuevo (o más bien semi-nuevo) en esas latitudes, pero con el flamante debut de estas muchachas, cuando uno le da al reproductor y escucha “Ronnie”, la espectacular apertura de la colección, sabe que ha dado con la fruta más fresca del puesto del mercado.
Y lo mejor es que esa sensación permanece intacta a lo largo de las nueve canciones que, por supuesto, son mucho más que una serie de deudas con clásicos del pop. Obviamente al escuchar “You’ll remember me” uno recuerda a las mejores bandas del proto power pop (Dwight Twilley Band, Rubinoos), igual que es imposible no pensar en el Brian Wilson más iluminado al quedar boquiabierto ante la perfección de “What should I do?”, pero aunque todo esté inventado, también está servido sin complejos, haciendo propias las virtudes de esas leyendas y colocándolas en un presente, que por más sobreinformado que esté, siempre va a necesitar de esas pequeñas unidades de medida que son las canciones pop de toda la vida. Y estas nueve son paradigmas de esa circunstancia: además de las citadas, “Dizzy” despliega una seductora elegancia melódica que completa un triunvirato de entrada al disco que quita totalmente la respiración. El encanto vodevilesco de “Come on Sean”, o “Don’t hang up on me”, en las que se nota especialmente la mano de los Twigs, aporta colorido a un conjunto que cierran la algo soulera y absolutamente burbujeante “Wish you were a girl”, el exuberante medio tiempo “Oh sweetheart come” y la muy dicharachera “Longing delights”, que cierra un disco altamente hedonista y casi perfecto que nadie en su sano juicio debería perderse.
Escucha Tchotchke – Tchotchke