Tegan & Sara – If It Was You (Vapor)
Provenientes de la escena folk-rock canadiense, este dúo de gemelas (única condición que comparten con las Deal y las Valtýsdóttir, de las cuales están equidistantemente alejadas) viene con diversas cartas para su presentación a gran escala –aunque este es su segundo disco, tras un debut titulado This Business Of Art (00), que el que esto suscribe desconoce. En principio, cuentan con el beneplácito y padrinazgo de Neil Young, en cuyo sello graban y con quien han compartido escenario, y con un cierto renombre en la escena garagera candiense. ¿Folk rock y garage? Y muchas cosas más, a juzgar por este If It Was You. Hasta aquí las buenas noticias.
Las malas vienen por la empanada que las Quin tienen con tanta influencia, y porque han preferido alejarse de Caballo Loco para acercarse a esa panda de cantantes-compositoras-resultonas que gozan, incomprensiblemente, de bastante éxito. Al parecer, las críticas en el extranjero las emparentan con Alanis Morrissette, pero personalmente creo que (partiendo del hecho de que no creo que la comparación con la Morrissette sea ningún halago, ni mucho menos un mérito) estas gemelas suenan como si la irritante Sheryl Crow y la no menos detestable Shania Twain formasen un dúo para recaudar fondos contra las malas cosechas del Middle West.
Para entendernos, digamos que Tegan & Sara enseñan los dientes pero no muerden. El prometedor comienzo del disco (stricto sensu: me refiero a los diez primeros segundos de “Time Running”) se volatiliza inmediatamente y transmuta en una sucesión de tópicos pseudorockeros (?) que se plasman en doce canciones perfectamente intercambiables y que a duras penas soportan una segunda escucha. Intercambiándose voces (los juegos vocales son de lo más correcto del disco) e instrumentos, parece que las canadienses están más interesadas en mostrar lo que han escuchado que lo que quieren hacer. Esto no quiere decir que el resultado sea desagradable, pero sí insulso, descafeinado, ramplón. Tan apto para Los 40 Principales como para cualquier anuncio, este trabajo puede hacer una caja apreciable: al menos media docena de canciones tienen una evidente vocación de single, empezando por “Monday Monday Monday” (cuyo registro vocal es cal-ca-do a Cindy Lauper, añádase a la lista de influencias) o “Not Tonight”.
Donde mejor funciona el disco es en los cortes de sesgo más folk (“Living Room” –aunque no consigan hacer encajar el banjo con la slide guitar- y “And Darling”), pero no tanto por dominio como por actitud: es donde suenan menos impostadas, más naturales, quizá por una cuestión de comodidad. Fuera de esto, la constante es la mediocridad, la linealidad en el peor sentido: o sea, más de lo mismo. Y al final, se trata de un álbum que no ofrece nada nuevo (y que posiblemente no lo pretenda) y en el que el intento de hacer confluir tantas orientaciones con el sufijo –rock se queda en eso, en un intento. Mucho arroz para tan poco pollo.