The Cult (Sala La Riviera) Madrid 21/08/2019
Pocas personas pueden dudar del enorme potencial de una banda mítica como The Cult. Pese a haber contado con un sector crítico que les acusaba de irse apuntando al carro que tocaba según el momento (que si primero siniestros, luego al rock de riff clásico, después al grumo grunge, que si ahora glammys o, finalmente, abrazando las producciones pétreas alternativas), lo que resulta igualmente innegable es que, hagan lo que hagan, el nivel siempre es soberbio.
Su segunda juventud bautizada con el poderosísimo Beyond of good and evil (01) (¿Se enterará alguna vez el mundo del pedazo de disco descomunal que es esto?) les devolvió a un plano de actualidad en el que los siguientes lanzamientos les han mantenido en una línea para nada desdeñable.
Tocaba disfrutarles de nuevo en directo tras su paso por el Azkena Rock de este año defendiendo en vivo su imponente clásico Sonic Temple (89), uno de sus mejores obras para quien les escribe -sobre todo gracias a su flamante primera mitad-, y que lo definiría escuetamente como una versión mejorada de Electric (87).
También es sabida la imprecisa forma de salir a las tablas Ian Astbury, su portentoso vocalista. Depende de la noche, puede pasar por una actitud funcionaria irritante o por ser un catalizador de energía embrujador. En el caso de su guitarrista Billy Duffy, la actitud y solvencia están aseguradas, todo un peso pesado blindado a la hora de aportar abrigo y músculo al sonido del combo suenen como quieran sonar.
La sala se presentaba con un llenazo hasta la bandera y el ambiente en los aledaños de La Riviera era el previo a una gran celebración. Sold out de libro y muchas ganas de recibir una buena ración de rock atemporal y elástico. Bien es verdad que con estos ejercicios de nostalgia hay que tener cautela; más que nada porque el tiempo pasa para todo(s) y nadie es igual, ni nosotros, ni ellos, que nadie lo olvide.
En este caso, ese ejercicio de evocación puro y duro quizás pesó en la primera parte del show tanto a artistas como a público, más preocupados los unos por engrasarse y por hacerse selfies del momento los otros. Eso conllevo que “Sun King” sonara bastante deslucida mientras que, por otro lado, Ian Astbury mostraba un estado vocal pletórico y Billy Duffy comenzaba su exhibición de bandera desde el minuto uno.
En estos primeros compases del show, brillaron especialmente una trepidante “New York city” y el trance logrado con “American Horse”. Por el contrario, “Sweet soul sister” y “Edie (ciao baby)” sonaron algo acartonadas y rutinarias.
Pero como en toda trama que se precie, hubo un vital punto de inflexión que aupó el show a una altura estratosférica tras una primera mitad ciertamente desangelada. Ese punto de inflexión lo marcó una celebradísima e incendiaria –nunca mejor dicho- “Fire Woman”, seguida de dos pepinazos descomunales de Beyond of Good and Evil: la superlativa “Rise” y la inesperada “American gothic”, dos canciones, o, mejor dicho, un disco que, más allá de su significancia reiterada por mi parte, supone motivo suficiente para que merezca la pena haber nacido. Punto.
Después de semejante estallido que me volvió loco mientras que buena parte del respetable estuvo a por uvas –o a por minis- durante ambos temas, su espíritu poseyó a The Cult como al Atleti la llegada de Simeone. Un auténtico no parar, una sucesión de temas atacados con brío y decisión, llegando al final del grueso del show en todo lo alto con una desatadísima “Phoenix” en la que John Tempesta tuvo su momento de lucimiento especial a la batería y una “She shells sanctuary” que me puso de gallina hasta el último poro de la piel.
Con el respetable ya rendido y entregado y una banda conectadísima y gustándose, el bis que nos regalaron aupó aún más la velada hasta convertirla en abiertamente memorable: “Wild flower”, “Rain” y “Love removal machine”, así, del tirón, suponen una metralla legendaria atestiguando una vez más que la inmortalidad sólo se entiende con auténticas exhibiciones de vigencia viva como ésta. Bárbaro.
Foto: Azkena Rock Festival
Ian Atsbury, ese hombre. Increíbles
Eché en falta «Lil´Devil»… Coincido con la crítica.
Conciertaco. Y los oídos casi desagrandando por la voz de Ian, jajaja. La voz estaba más alta que la música. Ian estaba agusto, hablador, muy receptivo. El puntazo fue cuando una mujer se subió al escenario y no reaccionó bien Astbury, jajaja. Duffy y el bateria de lujo. Y me gustó la aportación del teclista. Lo dicho, conciertaco.
Impresionantes después de haberles visto hace 28 años en
Los Cult a la altura , la sala realmente pésima , el sonido , barato , las copas a precio de oro .
El público …….. Viejos aburridos que ni saltaron , las parejas pidiendo que nos quedaremos quietos , vamos , que no es un recital de una Filarmónica .
La sala pésima.
Comenzaron a tocar y había cientos de personas fuera esperando entrar , una cola kilométrica .
Nosotros nos colamos obviamente , no podíamos esperar media hora a q los seguratas nos dejarán entrar , a cámara lenta .
Los Cult a la altura , aprobado con lo justito.
Por cierto ,. 11€ un cachi a medio llenar y calentorro.