The Fuzztones + Los Torontos (Sala El Sol) Madrid 14/02/24
La noche del pasado miércoles se perfilaba como un viaje lisérgico al corazón del garage más psicodélico de la mano de unos clásicos imperecederos, The Fuzztones. Allí se dieron cita veteranos del rock and roll madrileño, hasta agotar las entradas de la emblemática sala El Sol. Como bromeábamos en la puerta de la sala: “Aquí va a haber más años que en la explanada de Guiza” y así fue, con excepciones – claro está – de algunos grupúsculos de gente más joven acudiendo a la llamada del fuzz.
Aunque la gira ha sido propiciada por la promotora El Beasto, el concierto en la capital fue producido y gestionado por otra valiente promotora, metida en mil conciertos, A Wamba Buluba, que tuvo el acierto de meter de teloneros a los catalanes Los Torontos.
Y digo “acierto” porque lo es en toda regla. Así sí da gusto ver a teloneros, que casan perfectamente con el grupo estrella, aunque no lo pareciera en primera instancia. Los Torontos son un – podríamos decir – un grupo de frat rock, con multitud de influencias, desde el R&B, swing, rockabilly, hasta el ye-ye español. La banda está compuesta por Agustí Burriel a la voz y guitarra rítmica, Spencer Evoy (MFC Chicken) a la voz y al saxo, El Lega a la guitarra, Xavi Ruiz al bajo y Berto Martínez a la batería.
Desde un comienzo se mostraron comunicativos y encantados de estar en “la mítica sala El Sol”, en propias palabras de Agustí, que pidió rápidamente un whisky para tocar mejor. Arrolladores y dinamiteros, con el saxo del canadiense Spencer al frente, el espectáculo que montaron fue el preludio perfecto para una noche de rock and roll sin ambages. Por supuesto, no pudo faltar la versión de Manolo Escobar, en clave Dick Dale, que hacen llamar “Torontontero”. Tienen un L.P autoeditado; Los Torontos Say Hello! y el management lo lleva Gerardo de Los Chicos y estaba claro que eso es – parafraseando a las estrellas de la noche – “Satisfaction Guaranteed”. No hay que perder de vista sus pasos.
Reconozco que me acercaba a ver a este nuevo capítulo de The Fuzztones con recelo. A lo largo de mi vida he vivido momentos gloriosos y encontronazos, estos últimos propiciados por algunos conciertos vividos, entre los años 2009 y 2012, etapa en la que Rudy Protrudi no parecía dar del todo con la tecla adecuada para los directos.
El caso es que allí estábamos y de repente salían al escenario la actual formación de The Fuzztones, que puede que sea la más compacta y solvente de los últimos años, esto es: el showman Marco Rivagli a la batería, el español Pau Rodas al bajo, preciso con su Rickenbacker, el impertérrito Marcello Sallis a la guitarra y Nico Secondini al órgano Killer. Atacaban con la intro de “Blues Theme” de Davie Allan & the Arrows, mientras sabíamos que detrás de las cortinas rojas de la sala esperaba el único miembro original de la banda, el incombustible Rudy Protrudi con sus setenta y un años a sus espaldas.
Sonaban los primeros compases de “I Never Knew” sumergiendo al público en un mar de fuzz desde los primeros acordes. La elección de este tema como apertura fue un claro mensaje de intenciones: estábamos ante una noche donde los ritmos sixties más bailables se iban a codear con las guitarras más salvajes y el órgano omnipresente de Nino. Sorprendió un Rudy en plena forma, sin parar de moverse y con una voz en un más que notable estado.
Siguiendo con un clásico que no puede faltar en sus conciertos, esto es: “Bad News Travel Fast”, The Fuzztones lograron arrancar los primeros coros de la noche a un respetable entregado desde antes del comienzo del set. “Action Speaks Louder than Words” fue otro tema de los que pueden faltar, servido – de paso – para dejar patente que aquello no era una broma y tiraba hacia adelante sin freno.
“In Heat” sería la primera de la noche en sonar del álbum de mismo título, de 1989, disco que sirvió para recomponer entonces a la primera disolución de la banda en aquellos años. In Heat, dicho sea de paso, fue vapuleado por la crítica en Estados Unidos y Reino Unido, sin embargo; con el paso de los años su valor como pieza musical se ha revalorizado y se ha convertido en un clásico del garage.
Para cuando sonó una de las más celebradas, “Ward 81” que – por cierto – da título al documental que Protrudy lleva grabando años y que promete ser un suculento legado, este ya llevaba su vieja e inseparable Vox Phanton colgada, con la que saca esos inconfundibles tonos fuzzs empapados en sustancias lisérgicas.
“Romilar D”, “Charlotte´s Remains”, o “Highway 69” sonaron tan apabullantes y mágicas como en sus grabaciones y sirvieron para hacer gala de su habilidad para reinterpretar tanto temas propios, como clásicos del género, dotándolos de un nuevo vigor (esto sin duda gracias a la mencionada actual formación) sin perder esa esencia que los ha convertido en himnos.
No podrían terminar de otra manera, que con una canción de una banda a la que probablemente deban todo, “Strychnine” de The Sonics, con un Protrudi ya desatado haciendo el numerito de agitar la cerveza para empapar a las primeras filas, venga, le perdonamos tan manido “gimmick”.
The Fuzztones, mil veces criticados por todos (me incluyo) por haber comenzado su carrera versionando a otros grupos, nos hicieron amar el garage, cuando muchos no habíamos visto un disco de The Sonics en nuestra vida, aunque ahora parezca que todos nacimos con uno debajo de nuestros brazos. Nos entregaron, además, una noche repleta de fuzz, psicodelia, y rock and roll, reafirmando su estatus como leyendas vivientes del género y eso es mucho.
Fotos The Fuzztones + Los Torontos: Fernando del Río