Discos

The Mountain Goats – Transcendental Youth (Merge)

El quinceavo disco de  The Mountain Goats, Transcendental Youth, es una grata sorpresa. Su sincero pop-indie-folk con una potente amalgama de arreglos consigue cautivar incluso a aquellos que han perdido la fe y que creen que todo ya está hecho, escrito y cantado. Las guitarras acústicas suenan con una especial energía y le dan una mayor energía a gran parte de las doce canciones que conforman esta obra.

The Mountain Goats recuerdan a los Clem Snide, la fabulosa banda liderada por el cantante Eef Barzelay, y el buenrollismo de los franceses Herman Dune e incluso en algunos momentos a los aclamados Wilco menos distorsionados. Transcendental Youth es un canto a las personas marginadas, a los recluidos sociales y también a los enfermos mentales. Los estadounidenses hacen un recorrido por este elenco humano con piezas de corte indie-pop que van desde piezas animadas y enérgicas como «Amy (AKA Spent Gladiator I)», el hit inolvidable «Cry for Judas» o la imponente «Harlem Roulette», con instrumentos de viento, a otras más melancólicas y bellas como «Lakeside View Apartments Suite», la acústica y sincera «Until I Am Whole» o la inocente «In Memory of Satan».

El secreto del álbum se encuentra, a parte de la calidad de sus temas, en sus múltiples instrumentos y los arreglos ya sean de guitarra, de instrumentos de viento o los pianos. Uno encuentra múltiples detalles que se descubren con el paso del tiempo y cada vez van sonando más cercanos, más limpios y sencillos. A pesar de ello, las mejores canciones se encuentran en la primera parte de Transcendental Youth. De hecho, pasada la mitad del disco, los temas van perdiendo energía y algunos suenan más a continuidad que a experimentación.

La banda nació a principios de los 90 de la mano de su líder John Darnielle y publican ahora su álbum número 15. Lejos queda ya ese «Zopilote Machine» publicado en 1994 y ese sonido lo-fi a través de canciones publicadas en casete, en disco de vinilo 45, y CD. The Mountain Goats se reivindica con esta en general interesante obra en la que uno simplemente tiene que dejarse llevar. Si uno simplemente escucha «Cry for Judas» lo entenderá.

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