The Raveonettes + The Black Box Revelation – Sala Heineken (Madrid)
Con el cartel de “no hay billetes” y las expectativas de presenciar cómo funcionaban en directo las canciones de su nuevo y exitoso nuevo trabajo, The Raveonettes se presentaban en Madrid con la compañía del dúo The Black Box Revelation.
El grupo belga, formado por el cantante y guitarra Jan Paternoster y el batería Dries Van Dijck abrió la noche desgranando parte de las canciones de su debut Set Your Head On Fire (2007), así cómo del reciente Silver Threats.
Actuación que aunque comenzó siendo acogida con cierta frialdad por parte del público, terminó por cautivarlo a base de contundentes melodías de rock garagero y unas buenas maneras sobre el escenario. Agradable sorpresa.
Poco después The Raveonettes daban el pistoletazo de salida a una hora de tormenta y calma; de distorsión desmedida y pop cristalino, a medio camino entre Buddy Holly, The Jesus & Mary Chain, Phil Spector y The Cramps.
Comenzaron con “Gone Forever”, para inmediatamente echar la vista atrás hacia su primer trabajo y recuperar las oscuras “Do You Believe Her” y “Veronica Fever”. A partir de entonces, comenzó un repaso por su discografía, donde sus cinco trabajos quedaron representados.
Sonaron la sedosa “Lust”, una celebrada “Dead Sound” o la bailable “Lets Rave On”. Hubo momentos para el recuerdo, como la versión a capella con la compañía de bajo y pandereta de “Break Up Girls!” con final incendiario incluido. O la curiosidad de la noche en “The Beat Dies” y “Heart Of Stone”, donde Sharin Foo dejaba las seis cuerdas para hacerse cargo de la batería como si de Moe Tucker se tratara.
Sune Rose Wagner tuvo su momento de lucimiento en “Little Animal” y Foo le dio la réplica con “Oh, I Buried You Today”, para terminar el concierto con la tripleta vencedora “Love In A Trashcan”, “Boy who raped (should all be destroyed)” y “Aly, Walk With Me”.
El bis no dejó lugar a sorpresas, encadenando tres de los hits más conocidos de los daneses: “The Last Dance”, “Attack Of The Ghost Riders” y “That Great Love Sound”. Poco más se puede pedir.
