Los Campesinos! + Dry The River – Sala Copérnico (Madrid)

Cómodo directo solventaron los Dry the River, que en vacilante español se presentaban con un «somos Drive the River de Londres, Inglaterra«, por si algún despistado no situaba en el mapa la capital británica. Lo primero que se te viene a la retina es un recuerdo fuerte de Chris Owens, incluso parece que en algún momento te va a entrar por el tímpano una melodía de sus ya antiguos Girls, pero en seguida el concierto toma un camino más dulce, para romper el hiato entre sus pintas de chicos malos y esas canciones adornadísimas de dulces juegos vocales. Los chicos del coro con tatuajes. El sonido titubeó entre lo bueno y lo regular, pero no molestó a un público que vino casi más emocionado a ver los teloneros que a Los Campesinos! De hecho ya adelanto Dry the River terminaron por convencer más y mejor a la parroquia que Los Campesinos!
El calor abrumador que innecesariamente nos obligó a sufrir el personal de la sala que no había conectado el aire acondicionado y un olor flipante a pintura nos tenía tan atontados como a los miembros de la banda, que supieron mantener a flote al respetable por encima de la mampostería pseudo-rock de su disco debut añadiendo volatilidad a golpe de violín. El momento mágico de la noche lo marcaron con esa canción a tres voces, casi a capella, de no ser por un perturbador y agradable riff de guitarra, que nos ofreció un momento infinitamente hermoso. Viva la música. La voz, muy parecida a la de Jonsi en algunos pasajes, no hizo sino fortalecer ese campanilleo celestial que sobrevolaba nuestros oídos durante el concierto, sorprendiendo a un público que tal vez esperaba algo más terrenal. Cuando tocaba el turno del ruido tampoco se les daba nada mal ¡cómo debieron acabar las cervicales del bajista! Según nos adelantaba Gareth de Los Campesinos! en una entrevista que próximamente publicaremos, Dry the River son los que guardan mejor el espíritu del Sexo, Drogas y Rock&Roll del combo.

Aún así lo de ayer no pasó de ser una buena actuación de un grupo con ganas de gustar y que está dando sus primeros pasos, no vayamos a bañarnos en champán antes de tiempo. Cuando crezcan sabrán definir mejor el peso de la balanza entre el bien y el mal y eso a buen seguro les hará más dignos de elogio. Hoy en día son un buen garabato musical trazado con buen pulso. La camiseta de Paul Simon que orgulloso lució el cantante hasta que decidió semi-despelotarse, pánico del calor, es la mejor imagen sin palabras que define la esencia del grupo en directo. Descalzos hacia el final se arrancaron con un apretón ruidoso y violinista, cuyas asperezas habrá que limar más, si quieren seguir atrayendo a las hordas. Han cantado éxito señores, y eso que casi termino la crónica sin hablar de Fleet Foxes.

«By Your Hand» arrancó el concierto de Gareth David y los suyos, aunque parecía que el único con ganas de actuar era él ¿Pose, apatía, cansancio, carácter galés? Llámalo como quieras, el caso es que durante más de tres cuartas partes del concierto, el único que le ponía empeño era Gareth, eso sí empeño le puso y mucho, pero es que hubo momentos en que me preguntaba si la teclista no terminaría sacando una lima para hacerse las uñas, o el batería se terminaría echando una cabezadita sobre el bajista. En contraposición la figura rolliza, simpática  y bailarina de Gareth, al que le acompaña una potente voz hizo las delicias de los numerosos seguidores que conocían las letras como un islamista se conoce El Corán, «Knees deep at ATP» o «Songs about your girlfriend» entre las más celebradas. El sonido saltarín de sus discos, que adolecen de planos por mucha distancia temporal que separe sus publicaciones, tomó cierto cuerpo, aunque no dejaba de adolecer una falta que lo desdibuja como un pop bailable en tierra de nadie.

El sonido es más pulcro que el alcanzado por los teloneros, pero por mucho que la santa Pitchfork se empeñe, no trascienden la barrera de un directo comedido, gozoso, recomendable si me apuras, pero desde luego nada épico ni siquiera reconfortante. Y es que sobran elementos, sobran músicos (¿qué aportan dos teclados?) y falta emoción, que digo yo, que pudiera ser por el cansancio acumulado, el de anoche fue su tercer concierto consecutivo tras Barcelona y Valencia, pero el arte no puede verse influenciada por esas debilidades carnales
Los Campesinos! no hablan español muy a pesar de su nombre, que se lo pusieron porque les gustaba la palabra, no hay más trascendencia. Cuando Gareth saca la vena más gamberra y el sonido se hace algo más crudo, es cuando se despierta más mi interés, casi rozan el gamberrismo de Art Brut. Pero me temo que en los próximo días me ocurrirá como con la última película de Ridley Scott, Prometheus, muy disfrutable pero dejando poca o ninguna impresión en mi memoria.. Gareth con lejos se erigió en el salvador de la noche junto con la celebrada «You, Me, Dancing» el gran one hit wonder que les ayuda a seguir en la música. Justo después de anunciar un bonito final: «El mar es un bonito lugar para pensar en el futuro» y tras forzar un bis impostado ante las quejas de un público anterior Gareth se dio un baño de masas bajando del escenario para cerrar con «Baby I Got the Death Rattle» de repente ¡chas! el resto de la banda despertó, bailó y nos vendieron camisetas entre besos y abrazos la mar de charlatanes. Me da a mí, que esto va a ser cosa del cansancio.
 

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