The Strokes – Angles (Sony Music)
El día que Is This It salió a la calle, hace ya la tira de tiempo, el mundo se paró un poquito. Desde el modernillo más snob hasta los críticos a sueldo de Rolling Stone estaban, por una vez, de acuerdo: The Strokes habían hecho un álbum soberbio. ¿Os acordáis de lo bueno que era aquel disco? Simplemente pasmoso.
Aunque no tan asombroso, seguramente, como la caída libre en que The Strokes decidieron pasarse los siguientes diez años, dilapidando sin remordimientos su crédito musical. De un disco extraordinario pasaron a otro decente con una sola canción buena (¿“Reptilia”?), y luego a otro completamente olvidable. Despuésse tomaron unas vacaciones indefinidas para grabar sus respectivos trabajos en solitario, con desigual éxito. Todo esto en medio del proverbial desmadre de rehabilitaciones, discos de platino, tabiques de platino, aventuras románticas con modelos y otros yonkis de la fama, depresiones, peleas, rumores de separación, y demás efectos colaterales. Y finalmente, un disco, este Angles, en cuya grabación el cantante comenzó participando por e-mail. ¡Por e-mail! La verdad, parece el guión de una peli de Oliver Stone.
¿Que podemos esperar de un disco grabado por un grupo cuyos componentes ya no son capaces de mirarse a la cara? Pues exactamente eso: un trabajo fracturado, lleno de altibajos, y donde se tira de auto-imitación cuando la inspiración flaquea. Naturalmente se trata de un álbum impoluto gracias a (previsiblemente) una producción exquisita, pero sobre el que planea la sensación de que ninguno de los músicos implicados tenía la menor gana de participar. Para los que gusten de lecturas más materialistas, se trata del clásico disco hecho única y exclusivamente por amor al dólar.
No obstante, al César lo que es del César: el disco no está mal. No es como para justificar las expectativas que generan The Strokes con cada lanzamiento, pero ante su trayectoria reciente hay que decir que es más, mucho más, de lo que cabía esperar. La menor implicación de Julian Casablancas por ejemplo, ha forzado al resto de la banda a implicarse más en el proceso creativo, y eso le da a Angles ese empujón evolutivo que tanta falta le hubiera hecho a Room on Fire (2003) o a First Impressions of Earth (2006).
Para los incondicionales del sonido Strokes sigue habiendo montones de buenos ratos, que nadie se asuste, pero se aprecia que han abierto la puerta a nuevas influencias y arreglos. En “Taken for a fool”, por ejemplo, se pueden detectar aires a lo MGMT. “Games” se apunta a la recuperación del pop electrónico de los ochenta. Y en momentos de “Life is simple in the moonlight”, uno diría que la guitarra solista la toca Carlos Santana en monociclo: ¡hay de todo para todos!También hay momentos interesantes en “You’re so right” (en la que nuevamente aparece la guitarra solista ochentera), y más de uno encontrará en “Under cover of darkness” – primer single – una canción de rock bastante buena.
En general se trata de un disco más lleno de aciertos que de errores; muchos seguramente se sorprenderán de que los exhaustos y crispados Strokes se hayan sacado de la manga este buen golpe. Pero francamente no acaba de quedar claro que nadie vaya a estar escuchando Angles dentro de, pongamos por caso, un año – mucha gente, seguramente, lo arrojará al baúl del olvido después de tres o cuatro escuchas. Y otros, no pocos, pensarán que es una peste de disco y maldecirán el día en que se acercaron al Media Markt a comprárselo.
Intrascendente, seguramente, pero aún así digno, y que se detectan signos de una posible recuperación. Y la verdad, por mucho que se hayan pasado diez años empeñados en hacernos creer que son una panda de niñatos ricos con más interés en fundirse los plomos esnifando con billetes de mil pavos que en evolucionar y/o madurar como músicos, no dejan de ser los tipos que hicieron Is This It. Cualquier síntoma de recuperación es, de corazón, una excelente noticia.
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