Throwing Muses – Purgatory/Paradise (It Books)
Treinta y dos canciones, un libro con relatos y ensayos escrito por Kristin Hersh, editado no por una discográfica si no por una editorial de libros, diseño de Dave Narcizo, mini-canciones que funcionan como cortinilla/hoja del disco-libro, otras partidas en dos (Smoky Hands 1, Smoky Hands 2),…¿suena caótico eh? ¿Pero qué hay de convencional en la carrera discográfica (y literaria) de Kristin Hersh y Throwing Muses?
El que esté familiarizado con el universo que rodea a los de Rodhe Island no va a torcer el morro ante el reto. Porque Purgatory/Paradise (2013) contiene todos los elementos que convirtieron a esta banda en una de las más creativas, idiosincráticas, (infra)valoradas y seminales del rock alternativo de los 80 y 90. Estructuras poco convencionales, letras personales y oblicuas como siempre («I´m not writing songs anymore, they´re writing me»), títulos de canciones obtusos, instrumentación sencilla pero precisa… como sino hubiera pasado el tiempo.
Como todos los discos de esta envergadura y ambición hay momentos poco inspirados, sobre todo cuando se enlazan pasajes instrumentales cortos, sin embargo, la coherencia interna del conjunto, la puntería melódica y la particular voz de Hersh hacen agradable la escucha aun cuando hubiera amenaza de tedio.
Porque el grupo va sobrado de ideas, pues si el objetivo hubiera sido marcarse un álbum de formato habitual les hubiera bastado con alargar las piezas, en su mayoría prometedoras («Film»,Triangle Quantico»), en unir las composiciones cortadas en dos («Dripping Trees 1» / «Dripping Trees 2», «Smoky Hands 1» / «Smoky Hands 2», «Morning Birds 1» / «Morning Birds 2», como las más destacadas) y hubieran obtenido un trabajo que no tendría nada que envidiar a sus mejores obras, como The Real Ramona (1991) o House Tornado (1988).
Ya que, por supuesto, no se olvidan de mostrarnos que si quieren pueden ofrecer canciones en formato habitual más directas y candidatas perfectamente a destacar entre lo mejor de sus repertorio. Ahí lucen «Opiates», con ese tono melancólico tan noventero que podrían haber afanado de alguno de los EP´s electro-acústicos de Alice In Chains, o «Lazy Eye», exactamente lo que se podría esperar de los Throwing Muses de siempre y que destaca por la pasional interpretación de su vocalista.
Esperemos que esto no sea otro proyecto más y sí una reunión definitiva en toda regla. Hay ganas de más.