Troye Sivan – Bloom (Capitol)
De youtuber e influencer con miles de seguidores, a cantante de éxito abiertamente gay. Es, además, uno de los abanderados del queer pop del momento, y es que Troye Sivan no para. Una carrera meteórica la de este joven australiano que posa de espaldas en su notable segundo disco, “Bloom” (Capitol, 2018), después de que debutara con un vulgar disco titulado “Blue Neighbourhood” que no era otra cosa que r&b de usar y tirar. Pero en las diez canciones que conforman su nuevo cancionero tenemos un autor con sobradas actitudes para diseñar resultonas gemas pop, sofisticadas, bien interpretadas, y con su justo punto de azúcar para no empalagar.
Arranca con “Seventeen” en la que confiesa una experiencia que tuvo en Grindr cuando era menor de edad, y es que el amor llamó a su corazón:”I went out looking for love when I was seventeen/ Maybe a little too young, but it was real to me”. Pop de trazo intimista a lomos de ritmos sintéticos con pocos elementos, pero ambicioso en la ejecución. Ese afán por vivir una sexualidad sin temor a las etiquetas y al rechazo también acierta a encontrar cobijo en los sonidos entrecortados de la hermosa “My My My”.
Después de este arranque tan pletórico, pisa el freno en lo que parece un guiño al mood de Van Morrison de aquel “Veedon Fleece” en “The Good Side”, y en “Postcard”, filigrana de amor trenzada al piano, me llegan ecos de Elton John, y versos que emocionan por su sonrojante candidez “I sent you a postcard from Tokyo, baby/You never picked it up/I even wrote it in Japanese, baby/You didn’t give a fuck”. Junto a Ariana Grande canta a dúo la gran “Dance To This” (muy funky, muy Justin Timberlake), tonada que pone fondo sonoro a esa juventud que se relaciona en redes sociales, tiene relaciones virtuales, y no necesita relacionarse con los demás para ser feliz, solo necesita un ordenador y una habitación y darle al play a tu canción favorita. Así son los divos de nuevo cuño. Cierra rasgándose las vestiduras, como buena folklórica que es, con “Animal”, y es rara y adictiva. Adictivo lo es, y mucho, este disco.
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Divino
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