Vince Staples – Big Fish Theory (Def Jam)
Vince Staples es ese, el rapero alto, flaco, con rictus circunspecto y público mayoritariamente caucásico que reniega de las mismas y verídicas credenciales criminales que la inmensa mayoría dentro del rap contemporáneo ha de falsear para recibir un mínimo de atención. Él aboga por que la gente joven estudie en la facultad de medicina y se convierta en cirujano o cirujana cardiotorácica, que lo de pertenecer a una pandilla y guardarse un cuchillito en el bolsillo de atrás todo el tiempo está sobrevalorado y es una cursilada de postromanticismo noventero.
Toda la gente joven menos Vince Staples, claro, quien en su vida ha pisado suelo de otra universidad que no sea la de la calle, y nunca huye de nada salvo de la policía, como vio hacer a su padre día tras día hasta que ingresó en prisión, y recitó sin temblor en aquel implacable «Norf Norf» de su Summertime ’06 de 2015. Ahora conduce un Mercedes Benz, y graba discos sobre lo chungo que es ser rico y uno de los liristas más venerados de su generación. Hordas de mujeres perversas y pervertidas se le echan encima, se ve obligado a cobrar por participar en comerciales televisivos chorra de Sprite… Pero no, muchachada, haced caso a Vince el sensato e id a la uni, que esto de ser una estrella del rap no tiene ninguna gracia, en realidad.
He ahí la esencia filosófica de Big Fish Theory; la fe del converso. Y aunque su mensaje sea poco admirable des del punto de vista ético, lo es (y mucho) desde todo el resto de puntos de vista posibles.
En un equilibrio chirriantemente perfecto entre accesibilidad y experimentación, Big Fish Theory recoge el testigo de lo que legó Kanye West es su intento de 2013 (Yeezus), de encontrar una identidad generacional en la industrialización suprematista y el feísmo sónico. Staples pasa olímpicamente del trap, y toma clases de house de Detroit y de grime británico para dar forma a una exquisitez productiva impropia de su edad, tan incuestionable que, en «Yeah Right», incluso reduce la contribución de Kendrick Lamar a la categoría de anécdota.
Entristece la apabullante lista de colaboradores a los que apenas saca jugo: Damon Albarn, Justin Vernon, Juicy J, A$AP Rocky, Ty Dolla $ign… Pero tampoco permite que el oyente se estanque imaginando lo que podría haber sido; el efectivísimo single «Big Fish», «Alyssa Interlude» y «Love Can Be…» como pulcras reverencias a alguien entre medio de James Blake y Kevin Saunderson, las hiperactivas «Homage» y «BagBak» o las más conservadoras de su estilo anterior «745» y «Party People». Todo es intenso, calculado, eficiente, y a la vez motivador y fácilmente asimilable. La profundidad lírica se resiente ligeramente, pero el resto de Big Fish Theory hace pensar que fue una suerte que Vince Staples estuviera demasiado ocupado huyendo de la policía para estudiar medicina en la universidad.