Vive Latino 2014. Asistimos a una nueva edición del festival mexicano
(fotos de Christhian Ferenc)
Intro
El Festival más grande e importante de México, se dice también de Latinoamérica aunque eso es entrar en debate con los vecinos del sur, cumplió oficialmente quince primaveras. Y lo escribo literal, porque casi la totalidad de sus ediciones se han sucedido en primavera, y datado del 98 con omisiones en el 1999 y 2002, este 2014 llegó como un monstruo de cuatro inclementes días de miscelánea musical en el Foro Sol.
Concebido como un festival de rock en español que linchaba a todos aquellos que no cumplieran con dichos parámetros (consulte casos con Dover y Amaral), hoy día hay cabida para cumbia, jazz, música popular del norte de México («norteña»), pop, electrónica y una obscena porción de actos anglosajones que si bien le restan identidad «Latina» al evento, pocos son los que se quejan de tener que ver a Nine Inch Nails o a The Polyphonic Spree entre Los Planetas y Los Tres.
Bajo radioactivo sol o torrencial lluvia, desfilaron en cinco escenarios (más carpas y entarimados mixtos) artistas no solo de México y Sudamérica sino de Europa (con gran presencia Ibérica), dónde los nombres grandes solo sirvieron para distraer, siendo las pequeñas propuestas las que brillaron en los cuatro días de la quinceava edición del llamado Festival Iberoamericano de Cultura Musical, Vive Latino.
Jueves 27 de marzo
Una especie de «Media Jornada» en jueves que inició pasadas las 16 h, fue un pequeño logro para los asistentes que, tras un fallido intento de extender el festival a cuatro días desde su edición anterior, este merito apenas se logró este 2014 debido a la cancelación de Morrissey durante su mala racha a principios del año pasado y la caída de todo el día con la mitad de los artistas que un día usualmente ofrece.
El Vive Latino inició en el segundo escenario, el Unión Indio, con el encanto y carisma de La Marisoul al frente de La Santa Ceciliaque, mezclando el bolero, la ranchera y el rock alternativo fungieron como perfecto inicio para el soleado día que, entre olor a tacos grasosos y pizza barata proveniente del área de comida, uno se sentía verdaderamente en Los Angeles gracias a temas originales de su debut acreedor del Grammy a Rock Latino, y a covers ´chicanos´ de «Tainted Love», «La Cumbia Sampuesana» y «Cuidado» de José José.
Por la hora, el sol hacía ya sus gracias y, es de recalcar que los rayos ultravioleta en la Ciudad de México no calientan ni hacen sudar, sino simplemente queman cual rayo laser y castigo bíblico, así que uno optó por tomar su distancia de la plancha principal, o de menos buscar sombra durante la presentación en el Escenario Indio de los héroes locales del garaje, Los Esquizitos, quienes ya con sus años encima dieron inicio a los primeros empujones y patadas voladoras en el evento.
De los actos más ansiados fueron sus santidades galácticas, Los Planetas, que pisaron un escenario mexicano tras cinco años de ausencia; los granadinos iniciaron con «Romance de Juan Osuna» que fue cubierto con una enorme ovación de todos aquellos que sintieron una eternidad su ausencia en México; «Corrientes circulares en el tiempo», «Un buen día» y «Santos que yo te pinté» sonaron ensordecedoras. Unos con lágrimas y otros con sonrisas degustaron apenas cincuenta minutos, que sí bien debieron cerrar algún escenario o hasta el festival, no quedaba más que conformarse con el horario y duración asignado.
De regreso al escenario principal, el set del grupo de punk rock californiano AFI se podría tomar como el ejemplo perfecto de una banda que no tuvo mucha cabida dentro del evento, ya que apenas congregaron un puñado de personas que, entre seguidores y curiosos, no generaron un ambiente digno de recordarse o de siquiera disfrutar (similar caso sucedía con Of Montreal a unos metros más), ya que era en el otro extremo del foro donde una verdadera presentación épica sucedía: Los Bunkers.
Los Bunkers son un conjunto chileno más que querido en México; ha crecido con su público y forjado un maridaje que culminó en la mudanza de sus integrantes desde Concepción hasta la Ciudad de México; regresando de una extensa gira de arenas en su natal Chile, la mezcla de rock alternativo y folclor de estos pioneros en la localmente llamada «Invasión chilena», dejó sonar una serie de ovaciones y aplausos que hicieron eco hasta en otros escenarios.
Seguidos de los chilenos y con la noche llegada formalmente, unos íconos del rock mexicano, La Castañeda, tomaron el entarimado del escenario Unión Indio, con una compleja escenografía de urbe condenada más danzantes mexicas y trapecistas en vivo (todo un performance conceptual), e interpretaron un set en celebración de 25 años de carrera de su mezcla gótica-urbana-alternativa sobre desordenes mentales y relaciones amorosas condenadas ¡Toda una experiencia!
El cierre del festival corrió a cargo de Nine Inch Nails que presentó su más reciente material, Hesitation Marks frente a una audiencia un tanto apática y desinteresada; recalcando en la falta de interés del consumidor del Vive Latino en ofertas anglosajonas y por supuesto, por ser jueves sin ser asueto o feriado, un quórum pequeño para los 80,000 asistentes augurados recibió a Reznor y compañía con un pequeño éxodo sin siquiera haber terminado su presentación.
Viernes 28 de marzo
El segundo día tuvo de igual manera un sol infernal salido de algún pasaje dantesco, pero poco se sintió dentro de la llamada Carpa Intolerante, dedicada a la vanguardia o a actos poco convencionales.
Dicha carpa, cuyo nombre viene de la disquera nacional Intolerante que edita su material en México; albergó un par de propuestas bastante interesantes y que visitaban por primera vez el país: la primera fue Como Asesinar Felipes desde Chile, que mezcla el jazz en vivo con el hip hop muy a la usanza de Kase. O Jazz Magnestism pero con una suerte de esencia andina que le da un giro bastante fresco al proyecto.
La segunda aparición que dejó a varios no solo boquiabiertos sino rápidamente abarrotó el recóndito espacio hasta el punto del asfixie, fue el uruguayo Dani Umpi, con su synth pop a la potencia oscilando entre Hidrogenesse, Fangoria y Lady Gaga en sus buenos años. Dani llegó con más de diez años de carrera para poner a bailar a muchos y petrificar a varios con su atuendo, puesta en escena y facilidad para detonar la fiesta como un piro-maniaco y una caja de cerillos.
De vuelta el escenario Unión Indio, sus dimensiones pudieran ser imponentes y enormes para aquellos que llegan a él sin estar preparados, pero cuando la chilena y ya consagrada MC Ana Tijoux tomó el micrófono, el pueblo mexicano (y uno que otro visitante del sur) se rindió a sus píes con las manos en alto. Con un nuevo álbum bajo el brazo, el más contestatario y a su vez folclórico de su carrera, interpretó «Gol», «1977», «Somos Sur» y «Las cosas por su nombre» de manera precisa, directa y con una marcada sonrisa.
Mientras Ana arremetía contra sus espectadores, una contraparte igual chilena pero más sutil y enfocada en la experimentación del folclor musical mapuche del sur de su tierra natal, Camila Moreno regresaba triunfal al festival por segundo año consecutivo con una base de seguidores más grande y una puesta en escena impresionante; la mezcla de su delicada voz con el poder de las guitarras acústicas y un poco de ruido procesado, dejaron en claro quién lleva la vanguardia en el país que hoy día es el epicentro de la oferta musical latina.
Entrada la tarde y dando un salto al escenario principal en tan solo un año, unos sonrientes y claramente extasiados Love of Lesbianllegaron por la puerta grande tras una serie de presentaciones en México que no hicieron otra cosa más que agrandar exponencialmente su base de acólitos hasta el rumor y leyenda de ser más grande ahora que en su natal Barcelona; «Me Amo», «Pizzigatos», «Club de fans de John Boy» y «Algunas Plantas» fueron parte de un gran set que sació el hambre de aquellos que con el corazón roto, hacía un año exactamente que apenas pudieron disfrutar de veinte minutos de la banda por prisas y fallas logísticas en el mismo festival pero en un escenario más pequeño.
Ya de noche, mientras algunos optaban por las carpas de cine o de libros que de repente ofrecían presentaciones sorpresa de actos locales, la llegada de una larga y prolongada visita a México era cumplida con el advenimiento de Tim DeLaughter y The Polyphonic Spree; más de diez años tuvieron que pasar para que la banda visitara por fin tierras aztecas y sin cabida para la duda ofrecieron uno de los momentos más especiales del festival, con todo y fallas de audio, «Soldier Girl» , «Two Thousand Places» y «Light & Day», más dos sorpresas preparadas especialmente para el festival, «Live and Let Die» original de Paul McCartney & Wings, más una canción compuesta en base a un trabalenguas mexicano «Parangaricutirimicuaro» ¡Épico!
Seguido del ensamble de veinte músicos en escena, Los Tres, eminencias y realeza del rock chileno regresaron al Vive Latino tras cuatro años de no hacerlo, y con una presentación que cerró el escenario Unión Indio de grandiosa y entregada manera. Trascendiendo generaciones y escenas musicales, la mezcla de rockabilly, jazz rock y folclor chileno, más la carga de treinta años de trayectoria (siendo algo así como el equivalente a The Smiths en su natal Concepción), demostraron porque son referencia, ícono y consentidos en cuanto a rock en español se refiere.
El cierre de la noche corrió a cargo de los mismísimos Arcade Fire (con Owen Pallet entre sus filas), que tras una destacable presentación de los australianos Cut Copy en el escenario principal, llegaron renovados, reconstruidos y energizados como sí de banda de carnaval y bodas se tratara.
Gracias al «hype» de Reflektor, los canadienses sin convocaron una gran parte del festival para una velada de confuso baile que, chocando con su material previo bastante deprimente y suicida, sus nuevos arreglos con percusionistas y steel drum, confeti y botargas en escena, generó un choque equiparable con un sube y baja emocional que pocos fans aguerridos entendieron pero muchos más pasivos y menos devotos disfrutaron.
Sábado 29 de marzo
Para el tercer día, el que muchos consideraron el mejor por la alineación, el número de asistentes fue el más grande y entregado, en que primordialmente jóvenes demostraron porqué el festival es temido por sus pits, específicamente los de ska, donde el valiente sale con brazos dislocados, cabezas descalabradas y una que otra nariz ensangrentada.
El escenario principal contó con un combo doble de argentinos que inició con Dancing Mood, proyecto del trompetista Hugo Lobo, también miembro de Los Fabulosos Cadillacs que trajo su orquesta de ska y jazz para iniciar con un tono un poco más tradicional, pero que rápidamente fue acelerado y convertido en aquelarre con la llegada de Los Caligaris que más acercados al ska punk generaron un reverendo caos en la pista que, aunque suene difícil de creer, nada le pide a Sick of it All en un This is Hardcore o a unAgnostic Front en un Wacken.
Entre lo más destacable de los nuevos talentos, la presentación de la banda de spaguetti western originaria de Guatemala, Los Tirosdentro de la Carpa Intolerante, es de resaltar por la impecable ejecución del sonido del viejo oeste, a veces surf, a veces rag music, pero siempre intenso y veloz, un poco similar a los mexicanos Twin Tones, pero más vaqueros que mariachis.
Trasladado a la Carpa Rockampeonato, uno de los sets más memorables se dio por el trio Guadalupe Plata que regresó a México sin siquiera un año de haberlo visitado para el showcase Sounds From Spain al lado de Capsula y Xoel López; el blues chatarrero de los nativos de Ubeda rápidamente atrapó a la concurrencia que, acostumbrada al garaje y al surf, acogió su sucio sonido de inmediato (cosa que no paso con el acto seguido, Aurora, que logró que aquellos presentes huyeran como sí de incendio se tratara).
De vuelta al escenario principal, la sorpresa de una torrencial e inclemente granizada frenó actividades y a varios (en lugar de refugiarse en alguna carpa), los llevó a arrancar parte del suelo para usarlo como capucha mientras The No Smoking Orchestraesperaba indicaciones para iniciar e invitar a Emir Kusturica al escenario; veinte minutos más tarde los gitanos tomaron escena y al ritmo de «Unza Unza Time», «Was Romeo Really a Jerk?» y «Fuck You MTV» sacudieron el agua que tenía a muchos de torso descubierto al borde de la hipotermia.
Después de Kusturica, uno de los grandes pilares del ska mexicano, El Gran Silencio, dejó todo preparado para uno de los momentos más especiales y entrañables del festival, con apenas cuatro años de haber anunciado una amarga separación pero con diferencias arregladas (se supone), una de las bandas más grandes e icónicas del rock mexicano, La Maldita Vecindad & Los Hijos del Quinto Patio, regresó a los escenarios en un momento emotivo, con imágenes de pachucos, la traicionera urbe capitalina, y lo más selecto de su discografía frente a una plancha a reventar con cerveza volando y gritos desquiciados cobijados por la música, la luna y la noche.
De regreso a la Carpa Rockampeonato, mientras el épico momento de «La Maldita» retumbaba en el escenario Indio, otra visita de Norteamérica, sin duda la más angelada, daba todo en escena. Los maestros del nuevo soul y R&B, Vintage Trouble pusieron a todos y cada uno a dar el taconazo. Zapateadas, aplausos y torsos descubiertos en una orgia de funk y gran ejecución dejaron en claro porqué fueron inmediatamente apadrinados por personas como The Who, Brian May o Jools Holland.
Acabado Vintage Trouble, un gran éxodo dirigido al cierre con Los Tigres del Norte en el escenario Indio apenas dejó un puñado de personas para Lori Meyers, pocas pero muy entregadas, varias de esas personas eran más que nada compatriotas de la agrupación que los recibieron con galones de alcohol encima y todas las ganas de corear «Tokyo ya no me quiere», «Mi Realidad» y «La Caza» con todo y Anni B Sweet de invitada sorpresa.
Optando por un cierre de altos decibeles en el Unión Indio, su servidor cerró el sábado con De La Tierra un súper-grupo compuesto por integrantes de las bandas argentinas Animal y Los Fabulosos Cadillacs, Sepultura de Brasil y Maná de México, que con poca gente pero dispuesta a reventarse el cráneo, ofrecieron un pesado recital como cierre de su gira por Latinoamérica al lado de Metallica.
Domingo 30 de marzo
Último día, totalmente nublado y sin esperanzas de sol, se vibró como un cierre no muy digno de un festival tan florido y alegre, pero a su vez la alineación poco se prestó para la gran fiesta, consciente o inconscientemente, el último día del Vive Latino dejó que varios descansaran sus píes al ofrecer música más tranquila y contemplativa.
La primer gran presentación, con intensa lluvia incluida, corrió a cargo de Standstill que volvió a tierras aztecas tras años de ausencia y nuevo disco bajo el brazo. «Adelante Bonaparte (II)», «¿Por qué me llamas a estas horas?» y «Feliz en tu día» sonaron precisas, complejas y agresivas, aunque 35 minutos no fueron ni remotamente suficientes y, al igual que Los Planetas, no quedó más que resignarse con el orden y tiempo asignado para tales eminencias ibéricas.
Cuando la lluvia decidió perdonar unos momentos, uno se trasladó para uno de los pocos momentos de verdadero «Calor Latino» en la jornada, con el afro-cumbia hip hop de ChocQuib Town en el escenario principal; increíble panorama de manos al aire y personas sobre otras armando torres humanas para sacudir las gotas de lluvia. «Hasta el Techo», «Somos Pacífico» y «De Donde Vengo Yo» convocaron a aquellos que no conocían al proyecto y los pusieron a dar de saltos sobre charcos o a removerse sus ropas para exprimirla sobre de alguien más.
En la Carpa Rockampeonato, el refugio de la lluvia que iba y venía fue un bello e íntimo recital de La Bien Querida, que se presentó por primera vez en un escenario mexicano en formato «full band», ya que su primera actuación fue una suerte acústica que muchos recuerdan pero pocos estuvieron ahí; «Hoy», «Pelea», «Queridos Tamarindos» y «A Veces Ni Eso» pasaron del ruido procesado y la contemplación, al techno pop y baile de un lado a otro; en ese mismo escenario los noruegos de KAKKMADDAFAKKA retomaron el ambiente de baile, pero lo llevaron a la potencia con brincos y saltos dejando a todos rendidos antes sus píes.
De vuelta al escenario Indio, Placebo, una de las bandas más queridas en México, pero que poco a poco ha ido perdiendo fieles debido a sus recientes y horripilantes lanzamientos, ejecutó frente a un público atento, que coreó cuando aparecieron por ahí «Special K», «Every You Every Me» y «The Bitter End», pero optó por platicar o mirar en otras direcciones cuando temas de sus últimos tres discos se hicieron presentes (temas que dominaron su presentación de una hora y que al final pasó sin pena ni gloria), mientras que en la presentación del argentino Fito Páez en el escenario Unión Indio, hasta desnudos hubo entre la gente.
Su servidor pensó en ir a la Carpa Gozadera Dancing Club donde supuestamente pincharía, tras un par de cancelaciones o visitas fuera de la capital, DJ Rashad al lado de Spinn, pero una vez más el destino hizo de las suyas y el norteamericano no se presentó, así que el elegido para reemplazarlo fue ZUTZUT, originario de Monterrey que de hecho fue una grata sorpresa.
El verdadero plato fuerte de la noche fueron los capitalinos Zoé, que tras una larga gira por toda la república al lado de Vetusta Morla(los grandes ausentes del festival) interpretaron un set de etéreo pop rock que tuvo a unas desmayadas y a otros con la cabeza en las nubes; «Paula», «Vía Láctea», «Veneno» y «Love» sonaron mejor que nunca y, hoy por hoy, Zoé es sin duda de las mejores bandas en el circuito alternativo mexicano.
Después de Zoé todavía hubo un cierre de dos horas de electro por parte de 2ManyDJs, pero pocos eran ya los que querían quedarse o que podían soportar sus píes, así que el Vive Latino cerró con house de fondo y un éxodo de cansancio no muy satisfecho que digamos.