VV.AA. – Chimes of Freedom: The Songs of Bob Dylan Honoring 50 Years of Amnesty International (Amnesty International)
De verdad que le he dado muchas vueltas a cómo encarar este disco homenaje a los 50 años de Amnistía Internacional. Un recopilatorio con más de 70 versiones de Dylan en cinco discos. Lo primero que me viene a la cabeza es: ¿era necesario? Es decir, ¿por qué coger una idea cojonuda y maltratarla hiperbólicamente hasta convertirla en una tortura que denunciaría la propia AI? ¿Por qué permitir que Miley Cyrus ultraje vilmente una de las mejores de Bob Dylan?
Porque la idea, en el fondo, no es mala. Hasta podría ser resultona. Ahí están Instant Karma, otro disco de versiones (en este caso de John Lennon) auspiciado por Amnistía Internacional, o el Heroes de la organización War Child (éste, por cierto, cuenta con una sudorosa versión de “Leopard-skin pill-box hat” a cargo de Beck). Pero la ejecución, excesiva y bulímica, lo tira todo por la borda.
Es gracioso que, entre todos los títulos de Dylan, se haya elegido “Chimes of freedom” (campanas de libertad); más que nada porque muchas de las versiones son de cárcel. Además de la ya citada Hanna Montana (escupiendo sobre “You’re gonna make me lonesome when you go” y el legado del mejor country), entre los destrozos más dolorosos están canciones emblemáticas como “Girl from the north country” (Sting), “Them bells” (Natasha Bedingfield), “I want you” (Ximena Sariñana), “Just like a woman” (Carly Simon), “Desolation row” (My Chemical Romance), “Subterranean homesick blues” (Michael Franti), “When the ship comes in” (Outernational) o “Man in the long black coat” (Daniel Bedingfield). Estas son las peores, pero además están acompañadas de una larga lista de versiones más prescindibles que la discografía de Scarlett Johansson.
Aún así, si juntamos todas las revisiones de temas de Dylan que valen la pena en este recopilatorio, quizá habría quedado un doble disco digno. Cash y The Avett Brothers (“One too many mornings”), a Bettye Lavette (“Most of the time”), Queens of the Stone Age (“Outlaw blues”), Steve Earle y Lucia Micarelli (“One more cup of coffe”), Jackson Browne (“Love minus zero/No limit”), Band of Skulls (“It ain’t me”), Dave Matthews Band (con una poderosa versión en directo de “All along the watchtower”), My Morning Jacket (“You’re a big girl now”), Eric Burdon (“Gotta serve somebody”),… incluso Adele, Ziggy Marley o Ke$ha (con una perturbadora versión casi a capela de “Don’t think twice it’s all right”), todos ellos darían para una versión reducida y mucho más acertada de este proyecto abusivo.
Chimes of Freedom incluye también una revisión de Dylan que, con temas de Angelique Kidjo (“Lay, lady, lay”), Oren Lavie (“4th time around”), Sussan Deyhim (“All I really want to do”), K’NAAN (“With god on our side”) o Zee Avi (“Tomorrow is a long time”), ofrecen una visión no Occidental del genio de Duluth. Quizá hubiera sido mucho más acertado explorar la opción de un disco de este tipo.
Resulta muy difícil creer que un Dylan en plenas facultades haya dado el visto bueno a esta sodomía de magnitudes bíblicas practicada con su cancionero. Por muy positiva y saludable que sea la propuesta. Quien adquiera esta compilación tendrá en la estantería una vistosa prueba de su solidaridad; y también una de su mal gusto. Pero bueno, quizá eso sea lo de menos.
Después de todo, el mejor disco de versiones de Bob Dylan sigue siendo la banda sonora de I’m Not There.