Sidonie + El Hombre Burbuja – El Antiguo (Oviedo)
La fiesta comenzó a las 20:30, todo el mundo fue puntual (entre otras cosas porque ya sabemos como se las gastan en El Antiguo).
Los primeros, los locales Itchycoo Park, con su peculiar revival de los setenta, The Who, The Jam, Small Faces, The Kinks, son sus grupos de cabecera; ¿qué cómo se desenvuelven sobre el escenario?… ¿qué se puede decir de alguien que insiste en afirmar que no tocan bien?
Luego llegaron Sidonie, desde Barcelona y con la furgoneta cargada de parafernalia, surrealismo y objetos a primera vista inservibles y hasta ridículos. Por el escenario de El Antiguo desfilaron la pantera rosa, una mofeta, un tomate, un maniquí partido por la mitad, un teléfono, guitarras hinchables, espumillón, y sobre todo, un maravilloso sitar, una tabla y todo tipo de percusión, con la idea de no permitir que nadie se marchase de allí sin recordar durante mucho tiempo su nombre.
Empezaron suave, dos o tres temas nuevos, con los que Sidonie se presentaron y poco a poco su música fue colándose por todos los entresijos de nuestro cuerpo y sin darnos cuenta ya flotábamos en su mundo de la mano de la guitarra de Marc, del bajo de Jesús, de la batería de Axel y de las voces de los dos primeros. Los instrumentos ejecutados brillantemente y el gran sonido del local acabaron por dar forma al espectáCULO sidoniANO.
Pero sólo habían empezado, al cuarto de hora decidieron que aquello era demasiado serio, y comenzó su actuación, porque hubo tanto teatro y performance como música. Hicieron uso de todo su equipaje, el cuerpo de Axel no dejaba de moverse con ese peculiar ritmo robotizado y Jesús provocaba, provocaba y provocaba.
Poco a poco fueron cayendo sus grandes éxitos, All is cool in the evenig, con el juego de voces entre Marc y Jesús, y el delirio llegó cuando Jesús tomó el sitar, se sentó en el suelo y comenzó a interpretar Sidonie Goes to London. Después la fiesta continuó, carreras entre el público, orgasmos increíbles al ritmo que marcaba Enterteinment, más sitar, y claro, no podía ser de otra forma, Madonna se dio una vuelta por Oviedo en la mente de todos los presentes y en los instrumentos de los catalanes.
¿Qué os parece lo que os estamos contando?, pues solo somos capaces de explicar una mínima parte de todo lo que allí se vivió durante la hora y media (por supuesto, tuvieron que salir a hacer un bis) que estuvieron sobre el escenario; estos chicos saben lo que se hacen, el talento interpretativo no pasa desapercibido, lecciones magistrales de música, sexo y simbiosis con el público. Si se acercan por vuestra ciudad, no lo dudéis, os aseguramos que vais a vivir mucho más que un concierto.
Pero la fiesta no se había acabado, El Hombre Burbuja nos reservaban un plato fuerte siempre desde su modo de hacer las cosas. Los problemas de tendinitis de su batería hicieron que el concierto empezara con las canciones más tranquilas creándose así un ambiente casi místico, propio de esos grupos que te hacen olvidarte de todo, viajar en el sonido, sentir que puedes tocar el cielo sin moverte de donde estás. Fueron cayendo Crol, Trece, Son tus fobias… No obstante, movidos por el calor y la cercanía del público se fueron animando con sus grandes hits: Cómprate un arma, mi rulot and I, Por qué no? y Al zar lo que es del zar, donde la emoción y las ganas de bailar crecieron aún más.
Una gran parte del público asistente vivía su primer encuentro con El Hombre Burbuja y tras el escepticismo inicial se envolvieron con la contundencia, ironía, fuerza y acidez de estos gaditanos. Nadie que haya asistido a un concierto de estos chicos se puede quedar impasible, sobre todo cuando se empiezan a oír la suave cadencia que marca la llegada de Kill the mosquito, maldita sea la inspiración de Julio, moviéndose por el escenario casi como un rapero americano, con Carver en su cabeza, y esa peculiar forma de relatar los acontecimientos sucedidos aquél verano en El Algarve… para más información: CONSULTEN LA PRENSA.