Mika – Palacio de los Deportes (Madrid)
Creo que tras pensarlo bastantes veces, y comenzar esta crónica en varias ocasiones, no se me ocurren mejores palabras para describir el espectáculo que se vivió ayer en el palacio de los deportes de la Comunidad de Madrid, que con una de las últimas frases que el bueno de Michael Holbrook, más conocido como MIKA, dijo en el casi perfecto castellano que mostró a lo largo de toda la noche: “cuando damos conciertos como el de esta noche, recordamos por qué nos dedicamos a la música”.
Y es que creo que una de las grandezas de la música, es que pese a su infinidad de estilos, sonidos y pese a que cada uno de los humanos de esta tierra tengamos un gusto y unas preferencias distintas, a todos se nos pone la carne de gallina, o todos nos emocionamos, cuando presenciamos un autentico espectáculo, o cuando asistimos a un concierto multitudinario, con un sonido sin un mínimo error, y una puesta en escena tan cuidada como si de un musical de Broadway se tratase.
Así que creo que no exagero lo más mínimo, cuando digo que esto es lo que sucedió ayer a partir de las 21.45 de la noche, cuando se apagaron las luces, y comezó la introducción de algo así como una obra de teatro, que serviría de hilo conductor de todo el concierto, con la banda atrezada al más puro estilo años 60/70, y viendo por la tele el despegue de un cohete espacial, que tendría como destino su explosión, y la aparición por el cielo de Mika disfrazado de astronauta, simulando un paseo espacial a través de los distintos planetas y estrellas que se iluminaban en el escenario, para finalmente tomar tierra al son de “relax, take it easy”, y produciendo el bote simultáneo de todos y cada uno de los asistentes a la sala.
De este modo surrealista comenzaba el espectáculo, y de este modo continuaría hasta el mismo final, sorprendiendo a los asistes en cada una de sus canciones, y mezclando estas sorpresas y esta más que sorprendente puesta en escena, con la excepcional calidad del sonido, la entrega de la banda (con mención especial a su corista y pianista), y siendo dirigido por el más polifacético de los artistas que nunca vi sobre un escenario, quien daba continuidad a “relax” con “big girls”, y con una voz inconmensurable, unos bailes hipnotizadores, simpatía a raudales y su maestría sobre el piano, que poco tardó en mostrar, cuando en su tercer tema “stuck in the middle” se ponía a los teclados, para a mitad de canción colocarse sobre él de un salto y comenzar a bailar, y a hacer solos de trompeta con la voz.
Pasaban así las euforias de un comienzo trepidante, y era tiempo de calmar un poco los ánimos, y de comenzar a sacar el repertorio de su segundo disco. Así que continuando con su particular teatro, comenzaron la parte más calmada del concierto con “dr. John”, continuando con un escalofriante ”blue eyes”, y estremeciendo a todo la audiencia, (de nuevo al piano) con “any other world”, que en directo sonó si cabe aún más tierna que en el disco.
Pero tras “billy brown”, “touches you”, y “i see you” (casi más propio de una ópera, que de un concierto de pop), llegaba de nuevo el tiempo de volver a los bailes, y qué mejor forma de hacerlo, que a través de una muy electrónica y más que potente “rain” que despertó del ligero letargo a todo el pabellón, haciendo saltar de nuevo a cada una de las almas que dejaron sin huecos el pabellón, y que ya no pararían de bailar hasta el final, a través de la concatenación de temas tan divertidos y bailables como “happy ending”, “love today” que supuso una apoteosis que olía a despedida, y el definitivo final, en torno a las 23.15 a manos del single de su nuevo disco “we are golden” y con una explosión de conffetti dorado.
A penas cinco minutos después de su ausencia, aparecía de nuevo sobre el escenario MIKA, para interpretar a solas con el piano (bueno, y con su marioneta), una simpática “toy boy”, que confirmando las espectativas, dio paso a la auténtica traca final del concierto, que sorprendió de nuevo a todos, cuando más allá del esperado “grace kelly”, pusieron como colofón a “lollypop”, que comenzó con la banda interpretando la percusión con cinco cubos de basura al más puro estilo mayumaná, y acabó con la pista llena de gigantescos globos de colores, y una fiesta sobre el escenario de más de veinte personas disfrazadas con vestidos cincuenteros fosforescentes, que tuvieron como toque final, las más que agradecidas y sinceras palabras de Michael, que repartieron al público esa última dosis de simpatía y buenas vibraciones.
Es gratificante asistir de vez en cuando a este tipo de espectáculos cargados de luz y colorido. Buenos conciertos donde la mezcla de pop clásico y de base sencilla, se eleva a las alturas a través de grandes arreglos y una factura inmejorable, para hacer bailar, disfrutar, y por qué no, ser un poquito más feliz, a la cantidad de niños con abuelos, padres, y jóvenes de todas las edades y nacionalidades que acudieron ayer a su cita (y pese a la pereza de ser lunes) siendo testigos de una de las mayores virtudes de la música. Esa que hace que pese a sean cual sea tus gustos, o tus preferencias musicales, te hace estremecerte ante un magnifico sonido, una banda entregada y un artista perfeccionista y más que polifacético, que consiguió algo que creo hasta ahora nunca había sido capaz de presenciar con tan buena factura. La mezcla de un sonido impecable, un artista con una voz inmejorable, y una puesta en escena que hizo que la intensidad no bajase ni un segundo, y que las dos horas de concierto literalmente volasen.
El consejo es claro, si tienes la oportunidad, (e incluso si escuchando sus discos te entran sarpullidos) acude la cita con MIKA, creo que no te arrepentirás.