Emma Pollock + Monkey Cup Dress – Círculo de Bellas Artes (Madrid)

No había tiempo para más, pasaban algunos minutos de las diez de la noche, y se supone que a esa hora, en el cercano Círculo de Bellas Artes, el dúo femenino (y para muchos desconocido) Monkey Cup Dress, debía de estar empezando su repertorio.

Altísimas, delgadísimas, una rubia y una castaña se enfrentaban aferradas a su guitarra y a su ukelele (posteriormente convertido en chelo) al impresionante entorno que supone cualquiera de las salas del decimonónico CBA y al maduro público que sentado en torno a sus refrigerios (Gin&Tonic´s en su mayor medida), miraba y escuchaba atentamente los profundos, interiores, minimalistas y en ocasiones heladores sonidos de sus canciones. Una singular propuesta sin miedo a nada, basada en la sinceridad de dos dulces voces, de esas que sin saber por qué pero te suenan al norte de Europa, a niño rubio con voz clara, y con la única picardía posible del contenido de sus letras.

Muy pausadas, y en algún momento quizá algo monótonas, dejaron plasmada en una acústica perfecta la calidez de sus canciones en temas como “Honolulu” o “That gentle will” y la frialdad absoluta a través de algo que va más allá del minimalismo en los instrumentos y que lleva por nombre “cold heart”. Para acabar y tras agradecer enormemente su presencia allí, las dos cantantes bajaron del escenario, y a capella en mitad de la sala, se despidieron de todas las más que atentas miradas con un divertido “Limbo”.

Llegaba por fin el momento esperado de la noche, llegaba a los escenarios madrileños y más de un años después de la salida de su último disco, la escocesa Emma Pollok, y a mí me surgía la duda de si el concierto estaría más cercano a la calma tensa que transmite The law of large numbers, o de si estaría más cercano a la potencia de Watch the fireworks.

Pues bien, la respuesta fue tan clara y contundente, como “If silence means that much to you” o al menos, de la versión que sonó en directo. Intensidad y muchísima potencia en las guitarras, llevadas como un metrónomo por una incontestable batería, fue la bienvenida a modo de estruendo controlado que los escoceses dieron al respetable.

Una vez con los cinco sentidos puestos sobre el escenario (pues era imposible no estarlo), fue ya la combinación perfecta de sus dos álbumes, liderados por la embelesadora voz de Emma, la que se fue apoderando del ambiente, empezando por temas en teoría más suaves como “Hugh the Harbour” o “Red orange green”, pero que con la envolvente del espacio, y el impresionante sonido de la banda se convirtieron en canciones de pop decidido que tuvieron como uno de sus puntos cumbre un escalofriante “paper and blue”, que sirvió de pistoletazo de salida para una parte intermedia mucho más fuerte, entre las que brillaron con luz propia los contrastes con respecto al disco de “letters to strangers” y “confessions”.

Llegaba el momento de calmar un poco los ánimos, y de captar de nuevo toda la atención del público, quedándose primero a solas con el pianista, y luego con su guitarra y haciendo maravillas de “house on the hill”, “limbs”  y “the child in me”, que provocaron la relajación entre el público, que se vio más que sorprendido cuando tras el tranquilo comienzo de “chemistry will find me” la canción se convirtió en un auténtico caos que hizo tambalear los cimientos del edificio, y en los que quizá a veces la voz fue demasiado protagonista.

Ya en la recta final, la banda tiró de los temas más animados de su primer disco, que dejaron un agradabilísimo regusto rock con los recuerdos de “acid test” y “I could be a saint”

Una noche agradabilísima, una noche activa, trepidante y variadísima cargada de muy buenos sonidos, de entornos formidables, temperatura perfecta, y la magia que la música y los directos siempre te dejan resonando en la cabeza, y que ayer por la noche llevaba las notas de “fortune”.

¡BRINDEMOS POR MUCHOS MÁS JUEVES ASÍ!

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