Neil Young & Crazy Horse – Big Festival. Estadio Aguilera (Biarritz (Francia))
Lamentablemente, este Alchemy Tour que supone la reunión de los míticos Neil Young & Crazy Horse, no presenta fechas en el estado español, así que era obligatorio acercarse hasta la localidad francesa para no dejar escapar, quizás, una de las últimas oportunidades de verlos en directo.
La escenificación del concierto en un espacio abierto, nos privó de la escenografía de amplificadores y micrófonos gigantes que le acompañan en recintos cerrados, a cambio, las 8.000 personas aproximadamente que nos dimos cita allí, estuvimos relativamente cómodas sobre el plástico azul que recubría el césped del campo de rugby.
Con 20 minutos de antelación empieza a sonar «Love and Only Love», única parada en su mítico álbum de los 90 Ragged Glory y a pesar de continuar con uno de los fijos en su repertorio «Powderfinger», nos daba alguna pista de que éste no iba a transitar por la senda de un «Greatest Hits» pero sí con las señas de identidad de «tito Neil» y su caballo loco intactas.
Tocan en círculo, casi mástil con mástil, reunidos delante de la batería de Ralph Molina, de tono seco y marcial soportando embestidas de distorsión y guitarras a punto de desbocarse. Continúan con «Psychedelic Hill» de su último trabajo de igual nombre y enlazan con el primer gran momento de la noche, «Walk Like a Giant» que termina con una recreación tormentosa en el escenario lleno de papeles traídos por el viento mientras en las pantallas arrecian los rayos y los truenos y Neil Young maltrata su amplificador.
Casi 40 minutos de concierto en cuatro temas que dan paso a la parte acústica del set con una desconocida «Hole in the Sky», un majestuoso «Heart of Gold» y la recuperación por primera vez en esta gira, de «Human Highway» del disco Comes A Time (1978), elevada por los sublimes coros de los Crazy Horse que también nos erizan el vello en «Singer Without a Song» con Neil al piano. En medio, una versión del «Blowin’in the Wind» dylaniano que descoloca a muchos espectadores, creen que con semejante cancionero no es necesario, pero la verdad es que no desentona para nada en la secuencia, en el ritmo del concierto.
Nos están regalando música de 5 estrellas, pero no se lo ponen fácil al que ha ido con ideas cerradas y setlist preconcebidos, solo hay que dejarse llevar por las ariscas guitarras y las sedosas armonías vocales.
Vuelven al guitarreo con «Rammada Inn» felices en el escenario, no tienen que disimular, sonrisas, guiños y pequeños saltos, la edad no perdona, que denotan sinceridad y disfrute de lo que están haciendo, amigos reunidos después de muchos años para gozar de la música, aquí no hay una «marca» rockera que alimentar, sólo el placer de hacer un disco y salir de gira con un cancionero imbatible, interminable e intercambiable. Por eso visitan un olvidado Re-ac-tor (1981) con «Surfer Joe and Moe The Sleaze» aplicando su vena más rockera para entrar sin freno en «Sedan Delivery» de Rust Never Sleeps (1979) e irse a los bises con un «Rockin’in The Free World» de Freedom (1989) pletórico con el estadio entregado y coreando a pleno pulmón en emoción compartida.
Regresó con «Mr Soul» versión de Buffalo Springfield, canción fetiche para Mr. Young, fija en sus conciertos y hasta con una versión tecno, que esta ocasión reluce con un «riff» demasiado «stoniano». Pero para «riff» el de «Hey, Hey, My, My (into the black)» que literalmente cruje la noche para dejarnos con ganas de más después de 130 minutos de concierto y la sensación de que se le tendría que haber dedicado toda la jornada del festival para saciar a sus fans y certificar la grandeza de uno de los artistas más importantes e influyentes desde hace décadas.