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Libros: Hijas Ilegítimas de Alfredo González (Bandaàparte editores)

Después de grabar, publicar y tocar cinco discos que en otro país y circunstancias lo habrían de convertir en uno de los mejores “cantautores” (entiéndase el entrecomillado a gusto del lector) del underground musical hispano (interprétese la cursiva al libre albedrío del oyente), la pluma inquieta de Alfredo González tuvo la suerte de encontrarse con otras mentes igual de curiosas y arriesgadas, las que gestionan la editorial cordobesa Bandaàparte, de tal guisa que su primer poemario Hijas Ilegítimas ha visto la luz casi de forma casual para el propio autor.

Convirtiendo versos inicialmente pensados para ser musicados en poemas que finalmente fueran recitados, el asturiano divide su obra en dos partes complementarias a la vez que divergentes. Teniendo en cuenta que ambos apéndices fueron escritos con diez años de diferencia, con las distancias de tiempo y espacio que se les suponen, el hemisferio emocional que atraviesa cada línea se hace mucho más demoledor al principio, cuando se condensan los vericuetos de una destrucción emocional y se explicitan en Cuando Éramos Inmensos, apartándose de la melancolía y escribiendo un falso final “Sin puntos suspensivos”, donde lo mismo suplica un desapasionado “Ayúdame a entenderlo” que se pone en “Lo peor”, en el punto de mira de un corazón anhelante que habría sido feliz hasta dar asco.

Así es como se construye la mejor de las ironías, a la que da manga ancha en la segunda hornada agrupada bajo el epígrafe Árboles Sin Hojas (Capotas Abiertas) , más mordaz y lúcida, arqueando el amor hacia el desamor o viceversa desde una óptica cotidiana, sin imbricaciones sociales que causen otros disturbios a las heridas que ya vienen solas. En su particular forma de cantarle (mejor, de contarle) al lector su propia verdad llega a lucir “Muescas en los huesos” mientras recuerda que “El humo que no echas en mi cara” puede llegar a ser una frase triunfal, como pedir una “Segunda opinión” a alguien que te hace ver el mundo como es en realidad. Cosa que no le hace ninguna falta, claro.

Se puede sustraer una realidad paralela en los versos de Alfredo González, pero solo si somos conscientes de que todos podemos vivir en ella alguna que otra vez. No se toma lo que cuenta ni la forma de hacerlo como nada personal, sino que intenta hacer de lo universal algo cotidiano, construyendo un cuadro donde el más común de los mortales puede sentirse retratado. No hay prejuicios, ni premeditación, ni incluso alevosía alguna en estas estrofas libres, como un pasado que se diluye en nuestra torpe y raquítica imaginación. Se trata de sentimientos, y cuando son estos los que entran en juego, cualquier treta está plenamente justificada.

El libro está disponible en su web, Bandapàrte Editores.

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