Conciertos

Blood Axis + REO (La Boite) Madrid, 16/10/16

Fotos: Fermando del Río

En menos de un mes la productora Indypendientes ha traído a Madrid a dos de los pesos pesados de la escena dark folk/post industrial como son los míticos Death in June, hace apenas dos semanas, y Blood Axis. Ambos grupos, por cierto, acaban de compartir escenario en el Runes and Men de Leipzig. Todavía con la resaca de ver a Douglas P., los seguidores de este tipo de sonidos nos acercamos a La Boite para presenciar las evoluciones de Moynihan, Lee y Ferbrache sobre el escenario.

Abrieron la velada REO con bastantes novedades: novedades en la formación, en el sonido (muy bien la conjunción de la sección rítmica, con una batería potente y precisa que a ratos recordaba cosas de Joy Division y un bajo que subrayaba con claridad las composiciones), Pedro Fidalgo aportando texturas y colchón a los teclados, unidos a la guitarra desquiciada de Wences Lamas, los teclados de Svali y la trompeta de Rubén Salgueiro, elemento también muy definidor, aunque ya conocido, del sonido actual de la banda. Novedades también en el setlist, compuesto íntegramente por temas nuevos que irán en su próximo disco, El Cristo de la Atlántida.

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Fue saliendo todo el grupo vestido de riguroso negro, y por último apareció Svali ataviada de blanco, como un fantasma victoriano al que a todos nos gustaría encontrar en unas desvencijadas escaleras, para helarnos la sangre una vez más con su fuerza.

Fieles a sus planteamientos de La Noche Blanca (Autoproducido, 2012) pero a la vez un paso más adelante, las nuevas canciones se muestran potentes, claras, rotundas, con un halo de extrañeza que las hace muy sugerentes. Pensé, como algo parecido, en aquel lejano concierto de los zaragozanos El luto del rey cuervo en la sala El Sol.

Por destacar alguna, «Kybalión», con la que abrieron, y «Obtención de sabiduría», con una Svali en estado de gracia y de trance y todo el grupo abriendo las puertas del infierno, fueron mis favoritas de un set breve y efectivo que nos dejó con ganas de más.

La siempre fructífera relación entre imaginería religiosa y música oscura se ve muy claramente en REO; tiran mucho de ella en sus temas, y la atmósfera es la de un convento en la que se celebren orgías o se haya cometido una masacre. La inocencia y la más absoluta depravación caminan juntas en su mundo. Es muy, pero que muy fácil que se te vaya la mano con esto, de puro manido, pero saben muy bien lo que hacen y salen airosos del lance.

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Las nuevas composiciones poseen una asombrosa coherencia dentro del caos sonoro en el que van envueltas, es algo así como la música que debe escucharse en la fina línea que separa la iluminación de la locura, el supremo conocer del abismo nihilista. Un temblor del que no quiero recuperarme, que me hace esperar (aún más) impacientemente su nuevo trabajo. Sobresalientes.

Tras el cambio de instrumentos de rigor salieron Blood Axis, en formato trío para la ocasión. A su carismático líder Michael Moynihan se unían Annabel Lee (tb en Amber Asylum), que estuvo muy animada todo el concierto, muy voluntariosa con su español y comunicativa con el público, y Robert Ferbrache.

Que Moynihan es un tipo muy culto es evidente (veáse la reciente entrevista que le hicimos) ; a las conocidas referencias del grupo (Nietzsche, Pound, Longfellow, etc.) unieron esta vez a Hermann Hesse y a Yeats (de forma indirecta en “Churning and Churning”, poema que ha aportado a una cápsula del tiempo que se abrirá en unos 80 años) así como poemas anglosajones del siglo IX en inglés antiguo, evidenciando su faceta de escritor/editor y de connoisseur de exquisito y depurado gusto.

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Con instrumentación básica (guitarra, bodhrán, viola eléctrica y acordeón, con algunas cosas grabadas, fueron dejando caer temas con un sesgo pastoral muy agradable, incluso nos invitaron a corear una típica canción de cervecería, algo que se tornaba difícil si no hablabas alemán.

Si su anterior visita a la ciudad fue, por muchas razones, tensa, esta fue mucho más sosegada, y para bien. Moynihan se concentró en la parte más folk y tradicional del grupo, aquella que bebe directamente de la tradición anglosajona y de los elementos celtas para dejar aparcada por un momento la fascinación por la guerra.

Ambas cosas, por supuesto, pueden ir unidas;

Aunque no repescaron para la ocasión la brutal “The March of Brian Boru” que tan buenos recuerdos me trae de su tremendo bolo del 98 a pocos metros de allí, no tengo ninguna queja de un repertorio impecable, que gana muchos enteros en directo, en las distancias cortas y con pocos aderezos, lo más agreste posible.

Michael tuvo un recuerdo para aquel concierto en el Madrid de 1998 (organizado por el extinto fanzine Maldoror, donde militaba, entre otros asistentes al bolo de ayer, Svali REO) y dedicó la noche a los que estuvimos allí, por haber “mantenido la fe” todos estos años.

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Como para no mantenerla cuando se escuchan en directo delicias como “Storm of Steel”, la preciosa “Madhu” “Wulf and Eadwacer” o “Erwachen in Der Nacht”.

Estuvieron enormes en “Song of the Comrade”, pese a algún problemilla de Annabel con el acordeón, y, ante limitaciones de tiempo, tuvieron que acortar el set y acabar abruptamente con la esperada “Reign I Forever”, de su primer largo The Gospel of Inhumanity, donde sí se despachan a gusto con la imaginería bélica con un impresionante fondo de Prokofiev.

Pero si el concierto estuvo muy, muy bien, nada nos preparaba para lo que viviríamos al día siguiente: Blood Axis tenían que tocar en Grecia y el concierto fue cancelado, así que optaron por quedarse un día más en la capital para ofrecernos un concierto íntimo y acústico en el Madklyn. Ante unos 25 fieles (como mucho) nos regalaron una maravillosa e inolvidable noche en la que Michael al bodhrán y Annabel al violín tocaron ante nuestros asombrados ojos una colección de temas tradicionales, en su mayoría irlandeses, mostrando que no solo son un grupo que aprovecha cierto tirón del folk para acercarse a una escena, sino que les apasiona y son verdaderos entendidos en ello. Es más, saben tocar. En un ambiente absolutamente relajado, con los que allí estábamos en absoluto y reverencial silencio, fueron descubriéndonos maravillas para mí absolutamente nuevas y desconocidas, salvo una versión de “The Two Magicians”, canción que usaran Current 93 como base para su “Oh Coal Blacksmith”. La faceta más pura de Blood Axis, aquella que recupera el legado folk, nos dejó a todos boquiabiertos ante lo que estábamos presenciando. Daba la impresión de estar en una vieja taberna irlandesa, al calor de la chimenea, escuchando viejas canciones que hablan de mujeres hermosas, de peleas legendarias, de brujas y hechiceros, de vino y de amistad.

Un privilegio. Un regalo.

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