Crudo Pimento – Teleiste Mouska (Everlasting / Popstock!)
Hay que tener arrestos, por no decir otra cosa, para meterse en un estudio de grabación con los mínimos medios posibles, sin apenas ensayos y dejando la producción y plasmación de tu música a merced de la improvisación. Eso o que estés muy seguro de lo que pretendes y cómo quieres conseguirlo. El dúo murciano Crudo Pimento parece perfilarse como una rara avis necesaria en la escena del pop nacional, aunque lo suyo no puede llamarse así bajo ningún concepto que no sea el de la deconstrucción rutinaria de un sonido eternamente voluble, si nos atenemos a los bandazos e inconcreción demostrados en sus tres entregas discográficas que, hasta el momento, no hacen sino despistar al oyente poco acostumbrado al ajetreo estilístico.
En Teleiste Mouska (según su particular concepción del lenguaje y los símbolos, traducible como “vino de ojo de gaviota”), se entregan a la desafinación y los acordes imposibles en otro experimento guiados por sus propios instrumentos, algunos de fabricación casera como el increíble mega-acuófono sobre el que vomitan las letras, y marginan a propósito la cierta inmediatez de su debut, más pegado a las raíces del blues y la música norteamericana, y el giro al metal pesado del anterior Fania Helvete, aunque sin volverle demasiado la cara en algunos cortes actuales. La dureza, la crudeza mejor dicho, sigue guiándoles en su devenir artístico, y ahí está el corta y pega y la superposición de samples mínimos que tapan y complementan las tribulaciones de Raúl Frutos, uno de esos talentos incomparables, un culo inquieto que igual forma parte de la alineación titular de Neuman que se inventa proyectos de hip-hop alternativo, e Inma Gómez, peculiar percusionista que le encuentra el punto de ebullición tanto a una base de mento jamaicano como a la salve tradicional de una campana de Auroros en la huerta de Murcia.
La brutalidad de los no-arreglos y las primeras tomas hacen que el batiburrillo de calipso, reggae, flamenco y jazz (sí, de todo eso hay en el disco, aunque irreconocible en la mezcla) se transforme en algo nuevo, fresco e incomprensible sin un esfuerzo de digestión voluntario e intenso. Escuchen si no “Pesadilla rara”, probablemente el tema más asequible del álbum, y piensen en qué habría sido de la música popular si no existieran freaks como Crudo Pimento. Es decir, todo suena mucho más divertido cuando nos lo cuentan de una manera tan extraña.