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Evento Sarmiento: Luis Brea y el Miedo + Shout Out Louds

Hace nueve años cinco primos arrancaron lo que en ese momento fue un sueño para ellos. A día de hoy, Pepo, Lucía, Carlos, Joaquín y Furi pueden estar más que orgullosos: el Evento Sarmiento está más que consolidado, y es una cita musical imprescindible para mucha gente. De hecho, han extendido su red para llegar a más y más personas con las que comparten afinidad por tres de sus grandes pasiones: los buenos amigos, el buen vino y la buena música.

Este año asistimos con mucha ilusión a la que probablemente ha sido la edición con mayor asistencia, cerca de 950 personas en total. No crecerán más. Sin embargo, a pesar de haber incrementado significativamente en número con respecto a las primeras, en ningún momento se percibe sensación de cambio sobre el concepto original (siempre alejado de lo que ellos mismos llaman ‘el ocio musical industrializado´), manteniendo -por tanto- la misma filosofía que nos embriagó a algunos que hemos tenido la suerte de acompañarles desde el principio.

Debe ser difícil muy mantener ese equilibro, y me he preocupado mucho de preguntar a muchos de los asistentes, sobre todo a algunos de los que se han apuntado este año por primera vez. Las respuestas que recibía el domingo por la mañana en las terrazas de los bares de la plaza de Villafranca del Bierzo siguen siendo muy homogéneas: «vienes al Sarmiento y no tienes la sensación de estar en un festival ‘al uso'», «es algo diferente, es algo mucho más especial» o «nos avisaron de que lo íbamos a flipar, y lo flipamos». Igual es lo familiar de la organización, igual es la decoración (de la mano de Beatriz y Emilio), o simplemente es el cariño con el que se cuida cada detalle, que hacen de estos dos días algo totalmente diferente a lo que puedes experimentar en otros conciertos o festivales.

Pero vamos a lo musical, que es lo que nos interesa más aquí. Para empezar, nos acreditamos en el Torreón (uno de los edificios con más solera de la villa), y saludamos con calma a todos los amigos y conocidos de ediciones anteriores, que ya son muchos. Impresionante el line-up este año, combinando como siempre una banda local y una internacional. En un lado del ring: Luis Brea y el Miedo. En el otro, los suecos Shout Out Louds. No hubo ganador claro. Una emotiva presentación de los cinco fundadores del Evento, y acto seguido saltaron al escenario Luis Brea y los suyos, dando el pistoletazo de salida unos minutos pasada la media noche del viernes. El entorno: un enclave singular como pocos, en pleno centro del pueblo, en la plaza del Campairo. Allí tuvimos ocasión de disfrutar un concierto con mucha fuerza, energía, y una carga emocional muy especial. A pesar de unos problemas de sonido iniciales, sonaron muy bien tanto los nuevos temas (Nueva Generación, Supermariachi) como los clásicos de la banda (Dicen por ahí o Mil razones). El cierre, con Automáticamente, simplemente brillante. Toda la banda arropa a un Luis que recita como un artesano sus letras con chispa. El bajista, Nacho Mora, que estuvo muy activo todo el concierto, es un monstruo en el escenario. Tuve ocasión de hablar con todos ellos al terminar y, en palabras de Lázaro, su batería, éste ha sido uno de los conciertos más intensos que han tocado. Tras terminar el concierto, Pepo Álvarez de Toledo (alma mater de la programación musical del Evento), tomó los mandos y empezó a lanzar temazos sin parar desde su mesa de mezclas hasta bien entrada la madrugada.

Durante la mañana del sábado, en un día increíblemente caluroso para ser finales de septiembre, tenemos la vendimia. Se ve cada año más familias, y los momentos de recoger (y pisar) las uvas, son de los que más disfrutan los pequeños. Las ludocatas de vinos del Bierzo en la finca de Valdetruchas darían para otro artículo, igual que podríamos también extendernos con el almuerzo en el campo, en dónde destacan el tomate, el pulpo pero sobre todo, esa siesta entre viñedos bercianos. Pepo lleva ya un rato pinchando, con esa forma tan suya de enlazar nuevos descubrimientos con esas canciones de siempre que tanto nos gustan, preparándonos a todos para lo que es el plato fuerte del día.

En pleno atardecer, y en ese escenario tan especial que es la Cabaña de los Pinos, aparecen de repente los Shout Out Louds. Los suecos no decepcionaron, todo lo contrario: Adam Olenius y los suyos aprovecharon que lo tenían todo a favor. No en vano, se nota que algunas de las canciones de esta banda están integradas de manera muy profunda en muchos de los asistentes. Canciones que de hecho habían sonado aquí muchas veces antes, en otras ediciones, aunque nunca en directo. Y es que lo mejor del concierto del sábado del Evento Sarmiento es, sin duda, la cercanía con los músicos – no sólo física, sino sobre todo en lo que se refiere a la complicidad con ellos. Hay una comunión entre banda y público. Una conexión muy difícil de explicar, que hace que el recital es totalmente diferente a cuando comparas haber visto a la misma banda (incluso en una sala pequeña). Las canciones nuevas de los Shout Out Louds funcionaron bien (‘Paola’, ‘In New Europe’ o ‘Jumbo Set’ al principio). Pero – sin duda – la conexión fue especialmente mágica en temas como ‘Impossible’ o sobre todo en el tramo final del concierto, que no por esperado fue menos emotivo. Esas imágenes quedarán selladas a fuego en la retina de todos los que vivieron ese momento, con el cantante – linterna en mano – subido encima del tronco cortado del cuarto pino de esta colina tan singular, empezando a entonar en total oscuridad ‘Tonight I have to leave it’. Sin palabras. Un rato más de música a cargo del Pepo, que incluye un cierre magnífico con fuegos artificiales al ritmo del ‘Plainsong’ de los Cure, anunciando a todos el camino de vuelta al pueblo.

Allí, en el Panchi, la mítica y castiza sala de fiestas de Villafranca, es dónde todos los años sale del banquillo Kabuto DJ y afronta con su sesión el último tramo de la fiesta. Este año se alarga hasta las 06.00h, con casi 10 canciones de «esta es la última». Ya con los primeros gallos cantando, se retiran las últimas dos decenas de asistentes pidiendo «una más». Todos sonriendo, y pensando en qué nos puede deparar la décima edición. Habrá que esperar hasta el año que viene para ver si se hace realidad alguno de los sueños que alguno verbalizaba al salir del Panchi «estos magos seguro que el próximo año nos traen a los Arcade Fire». No sabemos todavía si será así, pero lo que es seguro es que seguirá siendo el sitio en dónde nos dará tiempo a saludar a todo el mundo, y en dónde todos nos seguiremos sintiendo un poco como en casa, bailando, bajo la música.

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