Ofrenda Floral – Las Flores No Me Odian (Kocliko Records)
Una mujer que parece vestida con kimono tiene estrellas en vez de ojos. Qué mundo más raro. Usa gorro de color verde, y no sabremos nunca el color de sus ojos. Una aureola de flores la adorna. Las flores no la odian. Si las floren te odiasen alguna vez, mejor que te tires un tiro.
Todo es especial en esta reconversión al tecnopop de Fernando De la Flor como Ofrenda Floral tras finiquitar Gente Joven, y este “Las Flores No Me Odian” (Kocliko Records, 2019) es lo mejor que he escuchado, de momento, en este año de manadas y fachas. El trabajo de diseño gráfico del gran Gregorio Soria es elegante, táctil, ensoñador, muy en la linea de las grandes canciones que contiene este álbum. Todo suma, nada resta.
Fernando es un gran letrista además. Retuerce las palabras hasta encontrar significados nuevos que hacen que las pequeñas anécdotas cotidianas se revelen como las principales protagonistas de este lienzo de pájaros que buscan su nido, soldados que no quieren despertar jamas, de corazones estrangulados, olvidos forzados, y muchas más historias que me costaran olvidar. En lo musical, “Diminutivos”, con ese trote maquinal es lo más parecido a un Alan Vega que he podido escuchar en tiempos, y acaba el tema con un verso muy vainiquero: “Dentro de mi interior me han cambiado las entrañas por saleros casi llenos de alegría y buen humor”. El tecnopop ochentero cincela los compases de “Metálico”, con bases muy house noventero.
Las cadencias de la genial “Junt(ix)os y revueltos” rememoran a Family y a Carlos Berlanga, y los versos acunan una preciosa canción de amor, de amor extraño, mientras que “Las Costas De Júpiter” los ecos a Pet Shop Boys esculpen versos que retratan guerras de agua, cosmología, y estrellas que parpadean. Este mundo es raro, raro, ya os lo decía, y yo necesito un clima tropical para que el dolor me dé un respiro. “Bomba/Mambo” es otra excelsa gema de amor en donde Fernando de arrima a las ascuas del dream pop de cajas de ritmos con sabor a tabaco.
“Carcoma” toca lo más sensible de mí. Me retuerce por dentro hasta dejarme sin aliento. Somos vida media pensando en los errores que cometimos, y Bill Callahan de fondo me guiña un ojo. A tus pies. En “Globos”, con arreglos que supuran nostalgia, me he acordado de Sally Shapiro, y la “Gran Ilusión” parece una versión a lo Momus del “Tú Me Dijiste Adiós” de Los Brincos. Finaliza este sensacional disco con los rasgueos de guitarra en “Caminos Amplios Y Libres”, y unos versos que azuzan a la esperanza: “Yo prefiero a la hora de elegir que pasen las tormentas y lleguen las cosechas”.