Nada Surf + John Vanderslice (La Riviera) Madrid 06/03/2020
Comenzaré por posicionarme con claridad: Nada Surf me parece la mejor banda haciendo melodías del universo, y es, además, mi banda preferida de eso conocido como powerpop. Me resulta del todo incomprensible como su nombre no aparece –generalmente– a la altura de otros como Teenage Fanclub o The Posies, por citar dos ejemplos consagrados por la crítica musical.
Si bien Nada Surf acostumbran a pasar por nuestro país, esta vez contaban con un aliciente del todo excitante, me refiero a su nuevo trabajo, Never not together (20), una colección de canciones que aspira muy seriamente a ser uno de sus mejores discos, si no el mejor, y eso es mucho decir a estas alturas con una carreta tan impoluta y lleno de maravillosas composiciones.
Toda una obra maestra que tocaba defender en vivo junto a un cancionero trufado de joyas en el que, dependiendo de cada uno, iba a atesorar sin duda omisiones dolorosas – en mi caso la casi completa totalidad de su infravaloradísimo The stars are indifferent to astronomy (12), salvo, curiosamente, uno de sus más discretos cortes “Looking through”; o, puestos a pedir, dejar fuera un tema tan intenso y excitante como su reciente “Come get me”-. Pero claro, también hubo rescates celebradísimos: en mi caso el mayor la trepidante “The plan”, tal y como expresó la banda su primera canción compuesta, o una vitaminadísima “Hyperspace”, el tema que abría su difícil segundo trabajo, The proximity effect (98).
Tras un inicio que nos pilló algo fríos mientras sonaba su nuevo gran hit “So much love”, seguida de una nunca del todo convincente en vivo “Hi-speed soul”, la cosa mejoró enormemente con un sonido más nítido y musculado, con la citada “The plan”, la profundidad de “Killian’s red” y la bonita “Inside your love”.
Capítulo aparte para las recuperaciones de su anterior trabajo, You Know Who You Are (16), fantástica asomó “Friend hospital” y demoledora una “Cold to see clear” que nos hizo saltar y corear a las primeras filas hasta la extenuación. Muy bien sonaron también temas nuevos como “Live Learn and Forget”, donde su teclista y colaborador Louie Lino se lució especialmente, así como en la trepidante “Something I Should Do”, una suerte de canción que suena a melodía de videojuego con ese speech al límite del bueno de Matthew Caws. También demostraron agallas por tocar desprovista de arreglos la épica “Looking for You”.
Eché de menos, por qué no decirlo, la certera guitarra de su también colaborador Doug Gillard (Guided by voices), ausente en esta gira, y cuya falta hacía perder algo de fuste a la carga eléctrica, tan bien llevada como siempre por el carismático Daniel Lorca y el metrónomo Ira Elliot al bajo y a la batería respectivamente.
Grandes sonaron también las dos representaciones de su buenísimo Lucky (08), una “Beautiful beat” que me sacó lágrimas de alegría por muchas cosas y una celebrada “See these bones”, con ese final tan expansivo como acostumbra.
Los bises nos llevaron a repasar algunos de sus temas más reconocibles y festivos, desde una encendida “Always love”, pasando por una divertida “Blankest year” y terminando con un segundo bis con la archiconocida “Popular”, especialmente distorsionada y noventera.
Antes, un John Vanderslice tan entrañable como anecdótico abrió una velada armado de su guitarra eléctrica, llenando más cuando se hizo acompañar por diversos miembros de Nada Surf en alguno de sus temas.
Una fría noche por fuera y cálida por dentro para recordar que, contra todo pronóstico, la vida siempre gana.
Dioses de la melodía