The Waterboys – Good luck, seeker (Cooking Vinyl)
Desde que publicó el espectacular Modern Blues (Cooking Vinyl, 2015), una grandiosa revisión de sonidos americanos, conciso y directo, Mike Scott – que es lo mismo que decir The Waterboys – parece haber descubierto la modernidad. Al mismo tiempo, quizás abrumado por sus posibilidades, como un niño al que le regalan su primer móvil, ha abrazado cierta incontinencia musical que tal vez nos esté privando de obras maestras al nivel de su primera etapa en los 80. En la época de Spotify cualquiera puede hacerse una sabrosa playlist de 15 canciones con lo mejor de Out Of All This Blue (2017), Where The Action Is (2019) y este Good Luck, Seeker (2020) que nos ocupa en estos momentos, pero para los que todavía valoramos el formato físico, y la coherencia del álbum como objeto con el que trabar un diálogo, no es lo mismo.
En cualquier otro caso podríamos hablar de pérdida de rumbo, de mira desenfocada, de falta de filtro, de verborrea musical injustificada. En el de Mike Scott también, pero seríamos algo injustos: la suya siempre ha sido una trayectoria marcada por los cambios, incluso cuando resultaban incómodos para sus seguidores. Por eso, cuando todo el mundo pedía otro This Is The Sea (1985) sacó Fisherman’s Blues (1988) y Room to Roam (1990). En resumen: Mike Scott es un culo inquieto, lo cual es interesante, y aunque es admisible pensar que se le ha ido la mano un poco en sus últimos trabajos, insisto en que en todos ellos hay momentos mágicos dignos de su talento.
También los hay en Good Luck, Seeker, aunque buena parte del disco, sobre todo la segunda mitad, se caracteriza más por el recurso a los pasajes recitados. Algunos sobre letras ajenas, como en “Beauty in repetition” donde usa textos del filósofo William James, o en el tema que da título al disco, inspirado en la ocultista y escritora británica de los inicios del siglo XX Dion Fortune. Por cierto, en esta canción trabaja sobre samples, en lo que parece una colaboración acordada, de las maravillosas The Unthanks. Más interesantes resultan “My wanderings in the weary land”, extensa, autobiográfica – me atrevo a encontrarle similitudes con lo último de Dylan – y acompañada por las cuerdas de Steve Wickham, y “Postcards from the Celtic dreamtime”, donde sus palabras sobre una tarde tormentosa en Irlanda retozan sobre un suave colchón de soul 80s. El mismo soul sedoso y sinuoso que acompaña “(You’ve got to) kiss a frog or two” y que se menciona en “The soul singer”, de entrada aparentemente la mejor canción del lote. Un tema que parece una combinación entre la famosa Big Music de los Waterboys y el elegante ímpetu de los Dexy’s.
Del resto del disco cabe mencionar la excelente versión del “Why should I love you?” de Kate Bush, el chocante toque urbano de “Dennis Hopper” y el poderío sonoro de “Everchanging”. Como curiosidades quedan el amasijo de estilos que es “Freak Street”, la buena idea de “Sticky fingers” que se queda sin desarrollar, el toque Gorillaz de “The golden work”, el amago con volver a su celtic soul en la tradicional “Low down in the broom” y una “The land of sunset” que cierra el disco con demasiados déjà-vu ya, a estas alturas, como para prestarle demasiada atención.
Escucha Good Luck, Seeker, lo nuevo de The Waterboys en Spotify.
Mike Scott es uno de los músicos más infalibles de su época. Nunca ha hecho un mal disco
bueno baja pistas, no sé qué llamas tu «mal disco»?