Lea Leone (Sala Búho Real, Radar Joven) Madrid 22/10/22
El universo Surfin’ Bichos podría considerarse un género musical en sí mismo, ya no solo por el legado inalterable de influyentes composiciones dejado para esa generación del indie que aún daba sus primeros pasos cuando se inmolaron, sino por las ricas propuestas que han salido de todos los que allí estuvieron. Es obvio nombrar a Chucho, Mercromina, Travolta, Burrito Panza, IS… como ahora también a Natalia Alfaro León aka Lea Leone, que si bien no fue integrante del artefacto albaceteño, es hija de Fernando Alfaro e Isabel León y le corresponde por herencia sanguínea ser considerada parte de esa hermandad carnal.
Los viejos del lugar la recordarán balbuceando en esa pista que cerraba Tejido de felicidad (1999) cuando aún era un bebé o poco después haciendo los coros junto a su hermana en «Chapoteosis de chiquillos de la bañera«, anécdotas de infancia que poco tienen que ver con lo que es hoy en día, una peculiar cantautora que podría recordar tanto al tono vocal de su madre, como a ese oscuro costumbrismo que invade las letras de su padre.
Con todo el desparpajo y los nervios que supone estrenar muchos de los temas del que será su primer álbum a publicar el próximo año, Lea Leone presentó este sábado en la madrileña sala Búho Real un inventario de emociones propias, ironía y versiones torcidas de la realidad envueltas en una voz dulce que engancha en la distancia corta, más si cabe que en sus dos sencillos publicados hasta la fecha: «Oxígeno» y «Los pájaros«.
Variando entre la tímbrica de guitarra eléctrica y acústica, algo que ayudó decisivamente a poner el acento adecuado a cada pieza, a cada texto, fue desgranando entre amenos prólogos títulos como «El fugitivo» que inauguró la velada, a otras como «Encajar»; la historia de un coche que ya no existe («Ford Focus») o una genial «Palmeras extremeñas» que contextualizada en sus palabras sorprendió por su ingenio y habilidad para convertir en canción una vivencia agridulce.
Temáticas de desencanto y cotidianidad bien hiladas que conforman un mundo tan personal como propio, algo que también percibimos en «Crisis» o la antes citada «Oxígeno». Presagiamos un álbum de referencia para la siguiente temporada. Estén atentos.
Fotos Toni Delong