Brisa Festival 2023 (Jardín Botánico de la Concepción) Málaga
El Brisa Festival recuperó para esta nueva edición el mágico emplazamiento del Jardín Botánico de La Concepción, en una primera tanda de conciertos que tendrá continuación los próximos 21 y 22 de julio en la plaza de toros de La Malagueta con los conciertos de, entre otros, Love Of Lesbian, Carlos Sadness o Depedro.
Durante estos tres días hemos podido disfrutar de una propuesta eclética y para todos los gustos, que tuvo su pistoletazo de salida el jueves con los sets de Alba La Merced, El Jose y Soleá Morente, todos ellos unidos por el denominador común de la diversión y los sonidos vibrantes. La primera de ellas, Alba LaMerced, jugaba en casa, y se le vio cómoda desde el primer segundo, desplegando las tremendas cualidades de su voz, dando rienda suelta a su jugosa mezcla de pop, jazz y flamenco, junto con su inseparable piano. Magia al servicio de su poesía cantada, llamada a grandes logros, con un presente y un futuro brillantes. El Jose por su parte, dio rienda suelta a su caótico cabaret de sonidos donde caben el mestizaje, el ska o la fusión más bailable que rehúye de los patrones establecidos. Así lograron poner patas arriba el recogido recinto creando una atmósfera repleta de hedonismo y agradecida celebración. El ambiente estaba bien caldeado cuando Soleá Morente hizo su aparición para entregar un repertorio certero e infalible, que muestra su admirable progresión, desde los sonidos que abrazaban las raíces del flamenco hacia la apertura de miras que le ha llevado a redondear destacados singles de pop radiante o lisérgicos números en los que acaricia los ensoñadores parajes del dream pop en sus más recientes trabajos. “Cariño”, “Ducati”, “Ayer”, “Domingos” o “Lo Que Te Falta” resonaron sólidas y orgullosas mostrando a la artista madrileña en plenitud en sus diversas pieles, siempre capaz de dibujar una sonrisa de oreja a oreja en nuestros rostros y de entregar uno esos conciertos para recordar, mezcla de entorno privilegiado y comunión con una banda engrasada y en plena forma. Cuando nos invitó a esa bacanal de desenfreno que es “Baila Conmigo” ya estábamos más que rendidos a sus encantos.
La jornada del viernes deparó un interesante menú para paladares inquietos, que viró del pop electrónico que no hace ascos al trip-hop de Melifluo, al rock canalla de Santero y Los Muchachos, para acabar en un ejercicio de dulce nostalgia de la mano de Elefantes, finos estándares del pop-rock que abraza la radiofórmula manteniendo el talento y la personalidad intactos. Fue una noche de acordes sentidos, de miradas cómplices al son de melodías eternas y de triunfo de sonidos clásicos y vanguardistas que corroboraron el espíritu inquieto del festival.
Tras el nivel atesorado en las dos primeras veladas, la noche del sábado despegó con la sugerente caricia mezcla de noise, math-rock y post-punk de Rubio Americano, con un par de discos que merecen atención, plagados de canciones de estribillo pegajoso y desarrollo hipnótico que les hacen merecedores de una mayor atención por parte del público indie. Entre las costuras de sus composiciones se detecta un irresistible equilibrio entre accesibilidad y riesgo que deriva en hits notables como “Muelle Heredia” o “Castigador”. Seguiremos bien atentos a sus próximos pasos. Entre referencias a Buñuel o a Lorca, Lagartija Nick no tardaron en atraparnos en su entramado de ritmos incendiarios y apisonadora rock, haciendo gala de una envidiable salud como banda. Pocos como ellos capaces de hacer temblar los cimientos del majestuoso Jardín Botánico malagueño a lomos de trallazos como “Nuevo Harlem”, atacada con evidente premeditación y palpable alevosía. Capaces de mantener un nivel más que digno en sus entregas en largo, como atestigua el reciente El Perro Andaluz (Montgrí, 2022), la legendaria banda granadina agitó la noche malagueña con un show sobrado en nervio y carácter, hueso y carne, haciendo un repaso a su lustroso cancionero y reivindicando, por si acaso hiciera falta, su privilegiada posición en el trono del rock nacional.
Difícil recoger el testigo tras tamaña bofetada de actitud, pero La Habitación Roja demostraron que el que tuvo, retuvo, y liderados por un Jorge Martí pletórico, regalaron un magnífico recorrido por su extensa discografía. Con un sonido potente que da protagonismo a las excursiones ruidistas que proponen las escapistas guitarras de Pau Roca, santo y seña de su sonido, los valencianos nos hicieron sentir con especial intensidad en lo que supuso el reencuentro con sus diarios sobre el inexorable paso del tiempo o sus postales de amor agridulce hechas canción (“Cuando Te Hablen De Mí”, “Indestructibles”, la pretérita e infalible “Mi Habitación”, “Voy A Hacerte Recordar”) amén de sus puntuales inclusiones en terrenos más ácidos y vigorosos (“El Eje Del Mal”). Y es que no es nada fácil verlos por estos lares y eran muchas las ganas.
El remate con Jorge bailando “Ayer” entre el público, dejó un inmejorable sabor de boca redondeando, de paso, un capítulo memorable en la historia de un Brisa Festival que aún ha de depararnos muchas alegrías en apenas dos fines de semana, mientras la música sigue viva con Brisa En Tu Barrio y Brisa Studio, propuestas que acercan la cultura a pie de calle por un lado, y que permiten conocer mejor los entresijos de la industria o cómo montar una banda por otro. Y es que esto no se para…
Fotos: Javier Rosa (Brisa Festival)