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Duelo de Discos IV: La Dama se Esconde vs Peret

¿Pensabas que se nos había olvidado? ¿Que este mes no habría duelo? Claro que lo hay, no podíamos dejar acabar abril sin una nueva edición de este Duelo de Discos que protagonizan Juanjo Frontera y Fidel Oltra. Para quienes no conozcan todavía la sección, se trata de un desafío mutuo a reseñar discos fuera de sus respectivas zonas de confort. Un juego divertido, que esperamos también lo sea para vosotros, pero al mismo tiempo estimulante, ya que obliga a explorar nuevos territorios, a ampliar horizontes y a desarrollar nuevos puntos de vista. Este es el cuarto duelo ya, así que si te has perdido los anteriores te dejaremos los enlaces al final del artículo.

En esta ocasión, se enfrentan dos discos nacionales:

La Dama se Esconde – Armarios y Camas (1986)
Peret – Peret (1971)

Si quieres saber el resultado del duelo, ¡sigue leyendo!

La Dama se Esconde – Armarios y Camas (GASA, 1986)

Duelo de Discos: Armarios y Camas

 

No sé si lo saben, pero mi contrincante en este duelo – a la par que queridísimo amigo, compañero, hermano – Fidel Oltra, ha escrito un libro. Corrijo: a él, en su enfermiza modestia, no le gusta decir esto. Es un libro basado en entrevistas con el que fuera líder y principal compositor de una de las bandas clave del pop español de los ochenta. Nacho Goberna es casi lo mismo que decir La Dama Se Esconde y por eso este libro, que aunque está basado en entrevistas con él, no deja de ser de Fidel, es importante para conocer la génesis del que fue un grupo tremendamente influyente, pero sobre el que aquí escribe había pasado casi totalmente de largo.

Sí, había escuchado algunas canciones, pero en su día, cuando recuerdo haberles visto en las actuaciones televisivas que perpetraron en programas como aquél Tocata de TVE, había algo en su imagen, su presentación, que me rechinaba. De hecho, no sé exactamente el por qué, pero claro, cuando uno es adolescente (e inconsciente) los prejuicios son una barrera difícil de saltar. Por eso, cuando hace tiempo Fidel me habló del proyecto de este libro, me vi obligado a decirle que yo de LDSE, ni papa, oiga.

Y claro, eso hizo que se le encendiera a mi amigo esa bombillita que tiene sobre la cabeza y que le hace tener tan buenas ideas como la de este libro -que por cierto, he devorado- o como, en este caso concreto, proponerme que escuche Armarios y Camas, primer disco largo de la Dama, publicado en 1986, para este nuestro ya “archifamoso” duelo. Asignaturas pendientes que los maestros le ponen a uno como deber. Pues vamos a ello.

La verdad es que no puedo estar más agradecido a Fidel. Este disco ha sido un auténtico descubrimiento. De hecho, me ha hecho pensar, en primer lugar,  que mi yo adolescente era un papanatas por no prestar la atención debida. Y en segundo, que la Dama (y Nacho Goberna, por ende) es algo completamente infravalorado a cuya importancia e influencia debería darse mucho más hueco en la historia.

No sé si lo que diga aquí ayudará a arreglar semejante injusticia, pero el caso es que Armarios y Camas, tras muchas, pero que muchas escuchas, me parece un disco que, al contrario que muchos otros de los ochenta aguanta perfectamente el paso del tiempo en cuanto a sonido y producción (y eso que es prácticamente responsabilidad enteramente de Nacho, que entonces era todo un neófito en la cuestión). Y no sólo eso, también que sentó el precedente para muchas otras cosas que vinieron después, como el Donosti Sound (estoy seguro que Un Soplo En El Corazón de Family no sería lo mismo sin esto) o las primeras obras -las que más me gustan a mi- del Señor Chinarro.

Es curioso que algo así se haya visto tan sepultado durante años. Este disco rara vez lo he visto reivindicado por ahí, más allá del comentario de quien fue y sigue siendo fan de la banda. Quizá sea debido a que sus dos posteriores álbumes, La Tierra de Los Sueños (1987) y Coge el Viento (1989), ambos publicados por Warner Music, fueron álbumes más populares, aunque pierden, a mi juicio, en la batalla del tiempo. Su sonido no ha envejecido tan bien como el de Armarios y Camas, que repito, creo que es un disco de una relevancia enorme para el pop español.

 

Desde su inicio con “Amenazas”, el álbum deja patente la inmensa capacidad de Nacho Goberna para trasladar su simpar personalidad a unas canciones, todas ellas, superlativas. Un universo particular que continúan retratando las fantásticas “Un error de apreciación”, “Somos tres”, “Y el corazón que late” o “Tarde lluviosa” (de la que Family tomaron buena nota), por poner sólo algunos ejemplos, y que deriva en un álbum realmente bello, atemporal y singular, que en mi opinión debería considerarse obra capital en el negociado del pop cantado en castellano, al cual, además, contribuyen con unas letras de una enjundia lírica poco frecuente en su contexto. Por ello, podemos considerar que esta ocasión es una de esas en las que el duelo cordial que mantenemos Fidel y yo cobra un sentido de acto de justicia, descubrimiento tardío o como lo quieran llamar. Y en todo caso, se agradece enormemente la idea, casi tanto como se agradece el pedazo de libro que Fidel ha escrito sobre esta banda, que debería dejar de estar tan escondida y ser reivindicada más a menudo. Compren el libro, escuchen el disco. Se harán un gran favor.

Juanjo Frontera

 


 

Peret – Peret (Ariola, 1971)

Duelo de Discos: Peret

 

Bueno, pues Juanjo acaba de poner sobre la mesa un póker de ases. Después del hip hop, el post-punk vanguardista y el metal chungo, ahora me golpea con un disco de rumba. El flamenco y la rumba son géneros que, aunque no me resultan ajenos, no están entre la música que suelo escuchar. No puedo decir que me desagraden, desde luego, pero no los entiendo y no me gustan lo suficiente como para que me anime a tratar de entenderlos. Pero bueno, esta es la gracia de este juego y hay que reconocer que mi compañero de duelo lo juega muy bien. Vamos a ello.

Mis recuerdos de Peret tienen que ver con estar jugando en el comedor, peligrosamente cerca de la estufa de gas, y mirando de reojo la tele. Allí había un señor mayor con patillas cantando cosas a las que yo no atendía ni entendía, y además bailando raro y dándole vueltas a la guitarra mientras tocaba. Esos son los recuerdos difusos. Los más vívidos son los de el mismo señor, algo más mayor pero seguramente con las mismas patillas, saliendo a todas horas en la tele anunciando la canción con la que iba a representar a España en el Festival de Eurovisión. Yo tendría entonces alrededor de 8 años, y una alergia crónica a toda la música que les gustara a mis padres. Peret les gustaba, así que directamente lo metí en el saco de Manolo Escobar, Juanito Valderrama, Concha Piquer, Luis Mariano, Joselito y cosas así que sonaban en casa. Con alguno de esos nombres (la Piquer) tuve que recular ya en mi edad madura. ¿Pasará lo mismo con Peret, al que no he vuelto a escuchar ni de casualidad en estos 50 años? Mi amigo Juanjo me ha lanzado el reto de escuchar este disco homónimo de 1971, y no tengo más remedio que aceptarlo.

El hecho de que Peret hiciera como Peter Gabriel y llamara a la mayoría de sus primeros discos como, simplemente, Peret, no pone la tarea fácil porque, además, el disco como tal no está en Spotify. Sí que están todas sus canciones, así que he conseguido completar el rompecabezas y ponerme a escucharlo. El álbum se abre con “Borriquito”, una de las primeras canciones que tengo conciencia de haber escuchado en casa y uno de los temas fetiche, un imprescindible, de la carrera de Peret. Sin embargo no lo había hecho nunca de una manera atenta, escrutando cada detalle, y debo decir que me ha sorprendido. Se trata de un tema, al menos en la versión que he podido escuchar, casi punk. Desafiante, chulesco, algo que ya sabía, pero también arriesgado en lo musical y en la forma de cantarla. Por un lado cuesta entender que fuera un éxito incluso fuera de España, pero por otro lado es fácil dejarse enganchar por lo pegadizo de su ritmo machacón y su letra repetitiva.

 

La mayoría del resto de canciones son bastante menos conocidas, con la excepción de “A mí las mujeres ni fu ni fa”. Otra sorpresa: la letra es divertida y atrevida. Me recuerda, salvando las distancias, al “Oiga, doctor” de Sabina. Sin ser un entendido en la materia, diría que Peret era un adelantado a su época tanto en sus letras como en su forma de tratar la rumba. Un estilo que no era nuevo, pero que en su vertiente catalana parece ser que tiene en Peret a su Bob Marley particular. Es decir, al tipo espabilado que es capaz de internacionalizar un género local y minoritario. Si he dicho alguna barbaridad, me perdonarán mi ignorancia en este tema.

Del resto de canciones sorprende, por ejemplo, que en temas como “Por donde quiera que yo voy” se acerque más a una clase de canción melódica que uno esperaría de otro tipo de artista. Quizás tenga que ver la producción de Juan Pardo, que en mi opinión hace un trabajo excelente pero que quizás para gente más fan de la rumba flamenca/catalana esté, en algunos momentos, pervirtiendo su sonido más original y reconocible. Yo, a quien este estilo “ni fu ni fa”, no le veo los defectos. La misma sensación me produce “Vieja guitarra”, una canción que no me cuesta nada imaginar en boca de alguien como Víctor Manuel. De todos modos, después de varias escuchas, creo que tengo que dar mi brazo a torcer y admitir que es en canciones como “Si fulano…” o “Qué cosas tiene el amor”, con sus onomatopeyas, sus palmas, sus requiebros líricos y su divertida desenvoltura, donde más valor le veo al disco y, en general, a este tipo de música. Es decir, al final me han acabado gustando más la canciones que a priori deberían haberme gustado menos.

Como me suele suceder con este duelo, no me veo indagando más en la discografía de Peret, ni tampoco acercándome a la de “El Pescaílla”, ni buscando la forma de apreciar otros estilos tangenciales y artistas como Manolo Escobar, Los Chunguitos, Los Chichos o incluso Estopa. No, no me veo, la verdad, sería claudicar demasiado rápido ante mi compañero Juanjo y no le quiero conceder una victoria tan holgada, además de que a estas alturas del partido uno ya tiene unos gustos muy definidos y no me resulta estimulante expandirlos taaaaanto. Pero, teniendo en cuenta que sí que me gustan algunas canciones sueltas de gente como Manzanita, Las Grecas y, sobre todo, Gato Pérez, quizás la frontera entre lo que estoy dispuesto a reconocer y lo que no empiece a volverse algo difusa. No ha estado mal la experiencia, sobre todo (me voy a contradecir con lo que he dicho antes respecto a gustos ya establecidos) como invitación a ampliar horizontes, algo que nunca viene mal y además es el objetivo de este juego.

 

El resto de Duelos:

Duelo de Discos I: Main Source vs Ianva
Duelo de Discos II: Frank Sinatra vs Wire
Duelo de Discos III: Mike Oldfield vs Metallica

 

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