Libro: Swimming Underground: Mis años en la Fábrica Warhol (Reservoir Books)
Mary Woronov puede carecer, a priori, del renombre que otras de las superstars que merodeaban la Factory de Warhol disfrutaron. En sí, es una cuestión de carácter onomástico y de los momentos puntuales que en la historia rocambolesca de aquel lugar han ocupado cada una de ellas, pero la floridana tiene, como casi todos, algo que aportar en toda esta historia. De hecho, su visión podría ser muy enriquecedora en varios aspectos, tanto desde el punto de vista biográfico como el de testificar con sus experiencias en la construcción de esa narrativa mística alrededor de ese emplazamiento y aquellos años.
Sin embargo, este Swimming Underground: Mis años en la Fábrica Warhol se puede antojar como una oportunidad perdida para llegar a ahondar en esos puntos. No parece que exista un argumento principal, y el que existe se queda exiguo en las aportaciones. Tengamos en cuenta que lo que tenemos entre manos es la traducción española de una publicación de hace casi treinta años, por lo que la vigencia del mismo, a pesar de la cronología en la que se enmarca, puede verse afectada en cuanto a las investigaciones, escritos y publicaciones que en estas décadas han surgido alrededor de la que es una temática que parece inagotable.
Si Mary Woronov tiene un papel claramente predominante en los temas de más impacto académico, este radica en su activa participación en aquel The Exploding Plastic Inevitable y de su relación con el entorno de la Velvet Underground y con Gerard Malanga. Alguien podría decir que, más allá de esa enorme presencia, látigo en mano y cuero, su mística también aparece en la serie de Screen Test de Warhol y cuya referencia sirve de portada, o se reivindica en la mítica Chelsea Girls, pero poco de lo que se recoge en esta obra nos aporta más de lo que se ha hablado mil veces.
Estamos ante un relato de corte autobiográfico, pequeño en la dimensión de lo que podría haber sido, y cuyo valor reside más en la experiencia algo anárquica de Woronov y sus devaneos con las fiestas, la droga y esa constante lucha por eludir la pátina de chica Ivy League que de algo realmente impactante. Su narrativa es directa, incluso divertida, y aboga quizá con todo ello más por transmitir esa locura continua de ciertas experiencias que, impulsadas por personajes clave warholianos como Mario Montez, dibujan otra Factory desde su punto de vista.
Se tocan teclas clave, pero adolece de profundidad. Es decir, podría servirnos como un índice del que tirar, de ser un listado de subrayados que apuntan a ahondar más en otros textos si se quiere entender más allá del tono lúdico. Edie Sedgewick, Ultra Violet, Paul Morrisey, Lou Reed se mencionan e, incluso, alguno en más de un capítulo, pero su invocación deja abiertos temas que podrían tener una interesante respuesta desde la perspectiva de alguien que fue protagonista y que no encontramos tan fácil.
Posiblemente, la intención no sea la de un documento que pueda ayudar a las pretensiones de fondo académico o narrativo, y ni siquiera que presente la forma de una autobiografía que es imposible que fuera, ya en el año de la publicación original, una biografía. Por eso, la recomendación en la lectura va más por el propio disfrute de un testimonio más, sin pretensiones ni literarias ni de reivindicación de nada, incluso algo catártico en intenciones ulteriores que pudiera tener.
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