Wild Honey – Morir en otra habitación (Lovemonk)
Guillermo Farré lleva más de 15 años lanzando al mundo música evocadora y honesta bajo el nombre de Wild Honey. Tras su aclamado LP Ruinas Futuras (2021), y varios proyectos instrumentales para bandas sonoras, nos deja en este otoño de 2024 Morir en otra habitación, una particular elegía pop en cinco cortes producidos junto a Remate, que se aleja no obstante de los clichés de este tipo de piezas.
Y es que el autor deja a un lado la afectación y el sentimentalismo por la pérdida personal que traducen sus textos, adentrándonos en unas escenas donde el dolor y los momentos de alegría o sorpresa conviven, resultando en unas imágenes tremendamente personales y al mismo tiempo tangibles y prosaicas. Es inevitable el recuerdo de Sufjan Stevens y su extraordinario Carrie & Lowell (2015), en esa especie de saudade que provocan la mezcla de los mensajes y la producción musical, pero marcando la diferencia en la riqueza de esta última, dejando a un lado lo espartano del álbum del neoyorquino, e introduciendo arreglos que lo llevan casi al pop barroco o de cámara.
Un magnífico ejemplo es la apertura del disco, “Comida congelada”, donde el minimalismo acústico en la estrofa abre de par en par la canción en el estribillo, gracias a las bellas capas de teclados, guitarras, vientos, coros y batería. Todo suena notablemente natural, orgánico y dinámico, captando la esencia de las grandes producciones de los años 60 y 70 del siglo pasado, dejando pues a un lado el efectismo y la guerra por la atención en cada segundo tan frecuentes a estas alturas del S. XXI.
El segundo corte “El verano de Elia y Elizabeth” guarda una cadencia más pop y constante, con una riqueza armónica en los acordes de piano que podría recordar a grandes nombres de la música brasileña, incluso a la E.L.O, y de nuevo se adorna con preciosos arreglos de cuerda a cargo de Sean O’Hagan. La voz del autor está permanentemente en un plano cercano a nosotros, por momentos trémula, sintonizando con esa emoción calmada que envuelve a toda la música.
Los adornos de cuerdas cumplen una función fundamental también en los finales de la esperanzadora “Todo volverá a ser como antes” y la más oscura pero llena de cotidianidad “Morir en otra habitación”. El trabajo se cierra con una escena familiar musicada en “Circuito”, dejando un poso optimista con las risas finales, y cerrando el círculo vital y del disco como da lugar a pensar su título.
Así pues, el autor nos deja una alegoría a la vida y también a la muerte, como parte indisoluble de la primera, en apenas 20 minutos que resuenan a obra grande, exquisitamente producida y que rezuma verdad, en este caso la más cercana y cruda, pero también y precisamente por ello, la más bella.