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Lalo Schifrin, una vida de jazz y películas. Recordamos al gran compositor

Hoy me gustaría recordar el Señor Lalo Schifrin. Hace pocos días, en una librería donde me encontraba buscando alguna publicación interesante, pusieron como música de ambiente la partitura de Bullitt y pensé de nuevo que es uno de los compositores de cine internacional más míticos y geniales que no ha sido lo suficientemente reconocido. Es indudable que la banda sonora de Bullitt es magistral (con esos fabulosos créditos iniciales), pero este argentino universal es mucho más. Es mucho más que un creador de main titles, como en ocasiones se le ha definido. Schifrin es pianista, arreglista, compositor de música clásica, creador de partituras para televisión y de bandas sonoras inolvidables y hombre de jazz, estilo musical que ha marcado toda su vida y obra.

Animado por su padre, Schifrin comenzó muy joven su educación musical, estudiando en instituciones argentinas. En el año 1952 (con 20 años) se traslada a París a estudiar en el Conservatorio de la capital francesa, donde se sumerge de lleno en el fascinante mundo jazzístico de París. En esos años acude a clubes nocturnos, se empapa de jazz y conoce a multitud de personas. A mediados de los años 50 regresa a Buenos Aires y forma su propia big band. En el año 1956 conoce a Dizzy Gillespie, estableciéndose entre los dos una relación profesional que duró varios años. En 1960, se traslada a Estados Unidos y comienza a trabajar con Gillespie, formando parte de su quinteto y grabando con gran éxito Gillespiana, composición que el propio Gillespie le había encargado previamente. En 1962 acaba su colaboración profesional y a partir de aquí, Schifrin se centraría en sus composiciones para cine y televisión, trasladándose a Hollywood un año más tarde.

El éxito cosechado por sus composiciones para la televisión fue enorme. Entre otras, destacan las partituras para las series Misión Imposible, Kung Fu y Mannix. Estas creaciones, pegadizas, breves y directas, empezaron a consolidar su fama como hacedor de main titles o temas centrales de impacto. Lo cierto es que todos ellos incluían elementos más que significativos de sus influencias, como el jazz, las big bands y la música latina. Con esos componentes era capaz de crear unas sintonías de acción espectaculares (mucha gente veían las series solo por sus músicas de cabecera). La televisión de aquella época era un mercado increíble, rebosante de posibilidades y experimentaciones, aspectos que le vinieron muy bien para sus creaciones cinematográficas.

Tengo un especial recuerdo por la banda sonora de Enter The Dragon (Operación Dragón). Me fascina la mezcla de estilos y evocaciones que tiene. Disfruto enormemente con el film de Robert Clouse, con el legendario Bruce Lee repartiendo tarjetas de visita en esa extraña isla donde se celebra una competición imposible; pero es que el tema central de Schifrin es impagable. Son algo más de dos minutos de música misteriosa, combinación de registros, retrato perfecto de lo que se avecina (ese torneo a vida o muerte), uniendo elementos del cine de acción y la música oriental (con los imprescindibles grititos de los luchadores perfectamente insertados). Es pura magia. Pero no solo la intro merece destacarse, también el preludio o los momentos de flash-back de los protagonistas, donde recuerdan momentos pasados de índole traumática, con el acompañamiento de la premonitoria música deSchifrin, que nos explica que esa competición está hecha a medida de los participantes. Hace tiempo me enteré que Jay Kay,vocalista de Jamiroquai, tiene la música de Enter The Dragon como una de sus referencias e influencias más importantes. No me extraña. Es extraordinaria.

Tenemos muchos más ejemplos de sus inolvidables scores para el cine: Los felinos (1964), El rey del juego (1965), Misión secreta (1966), La leyenda del indomable (1967), La jungla humana (1968), Infierno en el Pacífico (1968), Bullitt (1968), Los violentos de Kelly (1970), THX 1138 (1971), El seductor (1971), Harry el Sucio (1971), La ira de Dios (1972), Joe Kidd (1972), Odisea bajo el mar (1973), Harry el fuerte (1973), La gran estafa (1973), El hombre oscilante (1974), Ha llegado el águila (1976), Terror en Amityville (1979), Aeropuerto 80 (1979), El día del fin del mundo (1980), Brubaker (1980), Aquí un amigo (1981), La piel (1981), Un asesino te está mirando (1982), Clave Omega (1983), Impacto súbito (1983), Vuelo a las estrellas (1983), La gran revancha (1984), Luna negra (1985), Llamada a un reportero (1985), Los matasanos (1985), El cuarto protocolo (1987), Berlín Blues (1988), La lista negra (1988), FX2, ilusiones mortales (1991), Rústicos en Dinerolandia (1993), Misión: imposible (1996), El dinero es lo primero (1997), Hora punta (1998), Tango (1998), Hora punta 2 (2001), Se montó la gorda (2003), El gran golpe (2004), El puente de San Luis Rey (2004) y Hora punta 3 (2007).

Especialmente dotado para las composiciones policiacas y de acción, nos dejó maravillosos ejemplos de música para otros géneros, como la imprescindible y divertidísima comedia crepuscular de Billy Wilder, Aquí un amigo, o el nostálgico retrato de aquel hombre que quería ser libre de La leyenda del indomable. Destacan sus colaboraciones en films protagonizados por Clint Eastwood (puso la música a casi todas las películas de la saga de Harry el Sucio) y sus creaciones para el género catastrofista (El día del fin del mundo y Aeropuerto 80).

Junto a la banda sonora de Bullitt, quizás su creación más popular y recordada es la música central de Misión: Imposible (re-actualizada hace años por algunos de los miembros de la banda U2), pero en su discografía hay otros momentos menos conocidos, pero igualmente reseñables por la importancia del contexto fílmico. Son las bandas sonoras de La ira de Dios, Brubaker y Clave Omega, tres películas muy diferentes pero con elementos comunes y con composiciones de veteranía impecable.

La ira de Dios es un film increíble, salvaje y divertido, podría decirse que es un western enfermizo y perturbador y es quedarse cortos. Destaca la presencia de Robert Mitchum haciendo el rol de un sacerdote muy muy oscuro (¿os acordáis de La Noche del Cazador?, pero aquí es casi peor), un draculizado Frank Langella y una Rita Hayworth en el ocaso de su carrera. Las aventuras de este inverosímil sacerdote, como un caballero en un mundo al que no pertenece, son retratadas con una música colosal de Lalo Schifrin,con momentos de acción y momentos más dramáticos y pausados. Al pensar en cómo es la película, lo estrafalario de su argumento y sus giros inesperados, pienso en la dificultad de poner música a un film como éste y en el gran trabajo de Schifrin al crear una música que se ajusta como anillo al dedo.

La partitura de Brubaker es muy interesante. Sobre todo crea un score emotivo, que refleja la vida de ese director de prisiones que lucha contra el sistema y quiere descubrir la verdad, ya que en ella reside la verdadera justicia. Quién no recuerda la secuencia final, cuando Brubaker (Robert Redford) es relevado de su cargo y se marcha de la prisión en coche y todos los reclusos, reconociendo su esfuerzo y trabajo, le dedican un sentido aplauso. En ese momento, la música de Schifrin eleva la emotividad de la secuencia de una forma natural y no forzada. La banda sonora de Brubaker es el perfecto retrato de la lucha del protagonista contra la corrupción y los abusos endémicos del sistema, con cortes lentos y otros más potentes, reflejando la capitalidad del momento. Es un viaje emocional, aunque no exento de peligros (quien se enfrenta a un sistema corrompido, y a los que lo sustentan, está en grave peligro) pero siempre estamos acompañados por la excelente música de Schifrin.

Clave Omega es el último film que rodó el gran Sam Peckinpah y es de agradecer que Schifrin le quisiera acompañar en esta aventura. Es una historia de intrigas y asesinatos, donde las cosas no son lo que parecen y cuenta con un reparto majestuoso. No es uno de sus mejores trabajos, pero su importancia fílmica es tremenda. Además, deja su impronta personal de mezclas y fusiones sonoras en la partitura del film. Entre otras muchas cosas, Schifrin siempre será recordado por hacer la banda sonora del último trabajo del legendario Peckinpah. 

Dispone de un largo y extenso reconocimiento de su obra: ha ganado 4 Grammy’s de 21 nominaciones, ha estado nominado a losOscar en seis ocasiones (pero nunca lo ganó), ha recibido el ACE Award y ganó el premio BMI Lifetime Archievement Award en 1988. También estuvo nominado a los Goya, a la mejor música original por Berlín Blues en 1989.

Más de cuarenta años haciendo música para el cine, experiencia y veteranía para un artista notable. Todavía sigue en activo, componiendo jazz y música clásica, y aunque su contribución para el cine se ha reducido en los últimos años, cuando se anuncia queLalo Schifrin va a ser el autor de la soundtrack de algún nuevo film, la expectación es máxima, y eso no ocurre con la mayoría.

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