Alcalá Norte (La Riviera) Madrid 22/12/25
Se ha escrito mucho, y hemos escrito mucho, sobre Alcalá Norte. Muchísimo, de hecho. En este medio hemos seguido su trayectoria en espacios muy distintos, en ciudades alejadas entre sí, viendo cómo algo que al principio parecía pequeño crecía casi a la vista de todos. No solo como banda, sino como una presencia nacional. Como fenómeno reconocible y extraño, difícil de encajar en una etiqueta cómoda.
Festivales y salas han ido fijando imágenes, momentos, gestos: los vídeos memes acompañando “No llores, Dr. G”, las coronas de laurel, los comentarios rescatados de forocoches como visuales, el monolito del centro comercial … decenas de guiños que ayudaban a construir un imaginario compartido. Durante un tiempo, su directo no fue solo tocar canciones, sino también levantar ese mundo alrededor lleno de referencias el cual siguen construyendo.

El lunes, en La Riviera, todas esas referencias ya estaban asumidas: no desaparecidas, pero sí integradas. El concierto fue más formal, más limpio en lo visual, con más luces y menos marcadores externos. Y aun así, la potencia y la inercia seguían siendo las mismas, como si ya no hiciera falta apoyarse en nada que no fuera el propio sonido. Aunque algunos de esos guiños, pertenecientes a su mundo, se mantuvieron.
No hace ni dos años desde la publicación de su álbum debut, pero cuesta creerlo. Su música ha envejecido rápido, en el mejor sentido. No por desgaste, sino por asentamiento. Son de Ciudad Lineal, y el centro comercial que les da nombre se ha convertido en un lugar de peregrinaje elevado a punto de referencia, casi a espacio mítico. Un gesto muy acorde con todo lo que rodea a Alcalá Norte: convertir lo cotidiano en algo que pesa más de lo que parece.
Puede que, de algún modo, mi generación necesitará una banda así. No tanto por lo que dice, sino por cómo lo dice y desde dónde. Alcalá Norte es un grupo formado por personajes variopintos, casi incompatibles sobre el papel, pero ensamblados con una lógica interna muy clara. La mejor definición sigue siendo la de Barbosa, mitad batería, mitad figura sátiro, antes de “La calle elfo”: ‘Alcalá Norte somos hobbits. Como buenos hobbits, nos gusta la mejor hierba de la comarca, beber tinto y vamos con Gandalf’. La ha repetido más veces. Y sigue funcionando porque es bastante exacta. Más aún cuando suena Howard Shore de fondo y la broma deja de serlo para convertirse en autorretrato.

El concierto en La Riviera, tercero consecutivo en la sala, cerró una gira de más de un centenar de conciertos. Puede que queden algunos festivales o fechas sueltas, pero lo de ayer se sintió como un punto y aparte. Sala llena, público entregado, y esa sensación difícil de fingir de estar ante una cita importante. No por lo excepcional, sino por todo lo que concentraba. Hace unos días anunciaron un concierto en el Movistar Arena para febrero de 2027, presentando un trabajo que ahora mismo están construyendo, añadiendo una capa nueva a todo esto. Y siendo sinceros, no es fácil imaginarse en su pellejo. La expectativa es enorme y la presión también. Los conciertos en La Riviera fueron el último vistazo a una banda antes de dar un salto que ya no admite vuelta atrás.
Sobre el escenario, Alcalá Norte ya tiene muchas tablas. Álvaro Rivas a la voz; Jaime Barbosa a la batería; Pablo Prieto “Admin” al bajo; Laura de Diego a los teclados; Carlos Elías “Dr. Rock” y René Sharrocks a las guitarras. La formación maneja los tiempos de manera metódica. No sobra ningún gesto. No hay necesidad de demostrar nada. Todo sucede desde un lugar cómodo, casi doméstico. Su mejoría sobre el escenario se nota a leguas, y lo cierto es que hoy en día son uno de los grupos más contundentes que se pueden ver en directo en España.

El concierto arrancó pasadas las 21:15, cuando Barbosa levantó su bota de vino y la ofreció al público, la manera perfecta de empezar esta particular eucaristía. Durante poco más de una hora, hasta las 22:30, la banda se entregó por completo, concentrada en su sonido, construyendo cada momento con pequeños detalles. Al final, llegaron, como dirían Mujeres, los abrazos: el baile de celebración con canciones ochenteras, el reparto de puros al público y la complicidad de una banda que sabía que estaba ante una de sus noches más grandes.
El inicio con “Dr. Kozhev”, “Supermán” y “El guerrero marroquí” fijó el pulso del concierto. El sonido se imponía primero en el cuerpo y después en la cabeza. Desde el primer instante se nota el crecimiento de la banda, tanto musicalmente como en su manera de ocupar el escenario; lejos quedan ya aquellas imágenes de grupo underground tocando en la Wurlitzer.

En “420N” apareció el Power Ranger verde, no como reclamo, sino como un elemento más de ese universo que no necesita explicarse. “La sangre del pobre” y “10K”, su versión particular de Los Planetas, mantuvieron la inercia, antes de que llegara “No llores, Dr. G”, donde volvió a demostrar cómo esta canción funciona como uno de los grandes momentos del directo. No por el efecto, sino por cómo se integra en el conjunto, prácticamente cantada de forma coral por el público.
Hubo tiempo para rescatar “Gimme Gimme Gimme”, el cover de ABBA que recuperan de su segundo concierto en el Moby Dick Club en el verano de 2021; para “La calle elfo y su ritual de la corona de laurel”; y para “Fils de Lucifer”, versión de Icare, banda heavy francesa prácticamente desconocida. También sonaron “Los chavales” y “Barbacoa en el cementerio”, una de las primeras canciones de la banda, desarrollada por Barbosa junto a Guarrerías Preciados y publicada en el EP Maquetas Tempranas, junto a temas como “Codere”, que también apareció en el primer tramo de la noche. “Langemarck” trajo consigo el ya famoso casco prusiano Pickelhaube, antes de “Westminster” y “La vida cañón”.
Alcalá Norte desarrolló un concierto a la altura de la estela que han ido dejando. El final de una etapa que va a marcar un tiempo y un lugar. No sabemos lo que vendrá ahora, pero lo que sí tenemos claro es que esta banda de Ciudad Lineal es, exactamente, lo que mi generación necesitaba. Sin saber muy bien qué significa “generación” ni qué era exactamente lo que nos hacía falta.
Fotos Alcalá Norte: Víctor Terrazas

