Beach House – 7 (Bella Union/[PIAS])

Después de experimentar un pico productivo con dos discos en un año, el dúo de Baltimore Beach House se ha tomado casi tres años para dar forma a su séptimo álbum, si obviamos la recopilación de rarezas y caras b publicada en 2017.

Con la todavía no superada cima que supuso Teen Dream (2010) en el retrovisor, de cuya onda expansiva se benefició el también excelente Bloom (2012), se las siguen ingeniando para remover las entrañas con su dream-pop ensoñador y entregar en cada trabajo un buen puñado de gemas que se construyen sin prisa, de manera natural y orgánica, creciendo hasta alcanzar cotas de emoción que les han hecho ganarse el respeto de crítica y público.

En esta nueva entrega, de tono continuista respecto a los dos últimos largos, se siguen identificando los rasgos más distintivos de Beach House: murallas de sonido que sirven de colchón para la dulce voz de Victoria Legrand, cargada de sensibilidad y capaz de elevar cada melodía varios cuerpos. Poco más necesitan para llegar, si acaso los arreglos y detalles puntuales visten y acompañan en un discreto segundo plano, apuntalando un repertorio marcado por medios tiempos sin grandes sorpresas pero cargado de aciertos.

Ya de primeras, la brillante “Dark Spring”, pequeña epopeya sonora rebosante en nervio y que alcanza el estatus de clásico desde su primera escucha, fija un listón imposible de superar en el resto del minutaje. Junto a ella, conviven notables singles de anticipo (“Lemon Glow”, “Dive”) y otros que pronto lo serán (“Black Car”, perfecta banda sonora para acompañar la conducción nocturna). En conjunto, resulta fácil imaginar las nuevas composiciones ágilmente ensambladas entre sus ya clásicos, y es que son únicos a la hora de tejer ritmos vaporosos como en “Pay No Mind”, con su rasgueo sutil, o tocar la fibra con emotivos in crescendos que nunca llegan a explotar (“Drunk in LA”). Ingrávidas y atemporales, sus canciones se revelan siempre especiales. Dibujan espacios abiertos que crecen en múltiples direcciones e implosionan dejando rastro en la memoria a su paso.