Belle & Sebastian – Divino Aqualung (Madrid)
El segundo concierto en Madrid de la banda de Glasgow estuvo marcado por el terrible atentado que todos conocemos. Los ánimos de la banda eran completamente diferentes a los que, por lo visto, tuvieron el día anterior. Y qué decir del ánimo del público. Ninguno sabíamos muy bien si reírnos y disfrutar de las delicias pop del grupo o quedarnos ausentes contemplando un concierto que tal vez no debía haberse celebrado.
Stuart Murdoch comenzó diciéndonos que, dentro de lo posible, intentarían hacernos disfrutar. Acto seguido, pidió que todos guardáramos un minuto de silencio en memoria de todas la víctima de la incomprensible barbarie. Así comenzaba lo que fue un concierto íntimo, tranquilo y, a pesar de ir in crescendo hacia temas más alegres, Belle & Sebastian no lograron ofrecer un concierto redondo.
Las primeras notas de «Fuck this shit» se mezclaron con un original juego de luces, pero algo inapropiado para la estética del grupo. Pero ni esta pieza instrumetal ni las posteriores «Slow graffiti» y «Wrapped up in books» consiguieron despertar al público. Un sonido deficiente en muchos temas, unos instrumentos, cuarteto de cuerda incluido, que no sabías muy bien si sonaban o no, y un ambiente que no ayudaba a dejarte llevar por las melodías pop de los escoceses.
Si además tenemos en cuenta que el concierto se basó principalmente en el último disco, Dear Catastrophe Waitress(03) y ninguna de las versiones en directo estuvo a la altura (como la sosa y pobre versión de «Step into my office, baby»), quedó un repertorio irregular, que se salvó por algunas de sus grandes canciones de discos anteriores como «The boy with the arab strap», «The state i am in», «There’s too much love», «Beautiful» y la preciosa «Woman’s realm», y un bonito cierre con «Me and the Major». Para el bis dejaron la deliciosa «If you find yourself caught in love», y «Sleep the clock around», con la que terminaron y se fueron (sin despedirse, por cierto).
Un concierto mediocre que desilusionó, en general, a los que esperábamos impacientemente la visita a los escenarios madrileños. Y, aunque las comparaciones son odiosas, muchos no podíamos dejar de pensar en el ya mítico concierto del FIB 2001, ya irrepetible.