Christina Rosenvinge – Un caso sin resolver (Warner Music)
No se me ocurre un mejor título para el boxset publicado por Christina Rosenvinge que el de Un caso sin resolver.
Y esto es así por dos motivos: el primero, que continúa siendo un misterio el hecho de cómo una artista haya mudado tantas veces de piel y salido indemne de cada uno de los envites; es más, cómo después de unos veinticinco años de carrera -seria- podemos decir sin miedo a equivocarnos que se encuentra en el mayor momento de inspiración. Desde luego, todo un caso sin resolver.
Como tampoco tiene resolución aparente, y este es el segundo motivo, como Christina sea un personaje que despierte tanta admiración como animadversión en los amantes de la música sin dejar a nadie indiferente en apariencia. Yo, personalmente, suelo ejercer de abogado del diablo en las conversaciones que versan sobre ella -entre amistades, entre compañeros de profesión-, nadando todos entre gentes reacias a su universo y aquellas que se desviven por él. Por tanto, veredicto sin resolución aparente el de la pasión-odio Rosenvingista que la sigue detrás.
Esta exhaustiva compilación, busca ser el golpe en la mesa definitivo para vencer la balanza a su favor: 4 cd’s con la selección personal de temas que repasan su trayectoria cronológicamente, del primero al tercero, más un cuarto destinado a rescates exóticos de los tiempos de Álex y Christina, maquetas, tomas de directo y nuevas versiones de algunas canciones.
Acompañan, además, un jugoso DVD con videoclips y actuaciones varias y, completando el lanzamiento, un libro donde la propia Christina, acompañada de nombres del mundo periodístico (Jordi Bianciotto, Julio Ruiz, Jesús Ordovás…) y del musical (Lee Ranaldo, Nacho Vegas, Raül Fernández (Refree)…) tratan de arrojar luz sobre el enigma Rosenvinge.
La retrospectiva tendría, además, un doble valor: el primero, el de que los seguidores apreciemos la evolución ascendente y coherente de la artista y, el segundo, que los neófitos o desconfiados se acerquen a su obra con una visión amplia, completa y carente de complejos al no huir, valiente y acertadamente, de las hombreras o de la chaqueta de cuero y evita quedarse sólo en la reciente musa indie.
Pasando a la valoración estrictamente musical, y repasando cada uno de los CD’s, señalar que me resulta un ejercicio de nostalgia escuchar el primero (1992-1998), al recordar temas que grababa en vídeo de Canal + -intentando cortar las presentaciones de popes de la radio-fórmula como Jordi Ortega o Yolanda Valencia– como “Voy en un coche” o “Mil pedazos”, recogida aquí en su intimista toma publicada en Flores Raras (98).
Destacan también las nuevas versiones, más espartanas y alejadas de su producción original, de su célebre “Tú por mí”, “Alguien que cuide de mí” y “Señorita”. Mención especial para el rescate de “Sábado”, una canción que particularmente me emociona de forma certera y sencilla, publicada en Cerrado (97), disco que adelanta todas las bondades de su futura carrera.
El segundo CD (2011-2006) corresponde a su periplo por Nueva York, la llegada del inglés a sus letras y la adopción de un discurso más inquieto y experimental en su música, el comienzo de su reconocimiento en las esferas más alejadas del circuito comercial, y, posiblemente, el paso más necesario para Christina.
Importante en esta etapa fue el apadrinamiento de los Sonic Youth Lee Ranaldo y Steve Shelley, inseparable este último a la batería en sus obras desde entonces. Curiosamente, este repaso, si fundamental en el devenir posterior y crecimiento de la rubia artista, se me antoja el menos estimulante escuchado del tirón, salvo en pequeños mini clásicos como “Blue” o “Tok Tok”.
Y eso no es por otra cosa que por conocer el bárbaro continente del siguiente CD, el tercero (2008-2011), armado en torno a dos discos tan sobresalientes como Tu labio superior (08) y el posterior La joven Dolores (11): madurez, sensibilidad, oficio y canciones grandes como el universo: el masoquismo irrefrenable de “Eclipse”, la valentía confesional de “Nadie como tú”, el pildorazo inapelable de “Tu boca”, acariciar la perfección con “Canción del Eco”… mejor no seguir: como dije en la crítica de Tu Labio Superior, la constatación de que la juventud está sobrevalorada. Completan rescates de su recomendabilísimo EP Tu labio inferior (09).
Y fin de viaje con el CD cuarto de extras, cajón de sastre donde encontramos desde los sintetizadores de “El ángel y el diablo” o la consabida “Chas! Y aparezco a tu lado”, ambas de Alex y Christina, pasando por la causticidad estimulante junto a Nacho Vegas de “Verano fatal” y llegando hasta atrevidas versiones como la de “El sud” de Refree, cantada en el catalán original, o el “Hallelujah” de Leonard Cohen.
Por cierto, impagable la foto de la Christina púber del cartón de este último capítulo, probablemente de su etapa en Ella y los Neumáticos, su primer grupo, cuando los jerseys de Prada quedaban aún tan lejos.