Cooper (Avalon Café) Zamora 06/04/19
Alejandro Díez visitaba Zamora por primera vez al frente de Cooper, apenas un mes después de su actuación eléctrica en la vecina Valladolid y tras alguna visita previa con Los Flechazos que después reconocería (con gracia) no recordar. Si en Pucela apareció rodeado de banda completa, la pasada noche de sábado el músico tomó el escenario acompañado solo por Mario Álvarez a la segunda guitarra, para ofrecer un concierto semi-acústico en el que supo mantener intacta la esencia y el propio sentido artístico que mueve al grupo. La cita se enmarcaba dentro de la gira presentación del último trabajo del leonés lanzado hace ahora un año, Tiempo, Temperatura, Agitación (Elefant, 18), y el público –en parte llegado desde otras ciudades– respondió hasta conseguir que el Avalon Café luciese un bonito aspecto. Precisamente los aficionados fueron determinantes a la hora de arropar a un dúo que, visiblemente relajado y cómodo, completó un concierto precioso y de exquisito sonido, además de intachable complicidad y generoso sentimiento.
El formato elegido realzó además el valor de las melodías, y también la voz que narra aquella retahíla de historias contenidas en lo que viene siendo una perfecta colección de canciones pop. Una selección incuestionable y de ininterrumpida efectividad, que incluyó clásicos del repertorio como “Hyde Park”, una maravillosa “Cierra los Ojos”, “Cerca del Sol”, la siempre espectacular “Rabia”, “Mi Universo” o “Viernes”, junto a composiciones recientes que encajan con naturalidad en el repertorio tradicional, caso de “Ya Llegó el Verano”, “Salto” o “Graciela”. Toda una lección de elegancia por parte del veterano creador, que también se permitió recuperar alguna pieza de su mítica formación previa como “Suzette”, “Luces Rojas” o “A Toda Velocidad”. La empatía entre el vocalista y sus seguidores hizo el resto, a la hora de concretar un triunfo de esos que dejan poso y tienden a recordarse tiempo después. Noventa minutos con algún añadido no previsto de inicio, suficiente para probar que en realidad no importa el aspecto escogido por el autor para presentar su obra, porque los colores de la música de Cooper siempre terminan brillando con idéntica fuerza.
Fotos: Francisco A. Blanco