Cupido (Sala Moon) Valencia 01/12/22
La noche en la que llega el frio, por fin, a València, fue también la primera de las citas de Cupido en la Sala Moon, que presentaba un casi doble sold out (todo vendido el viernes, rozando el no hay billetes el jueves) para presentar en nuestra ciudad su segundo disco, Sobredosis de Amor.
Salgo de casa, giro la esquina y lo primero con lo que me cruzo son un grupo de chicos y chicas en dirección contraria a la Moon; Una de ellas lleva una camiseta que reza “Cupido, Cabrón”. Levanto las cejas mientras pienso en la ironía. La banda es la culpable de que me desprenda de ciertos prejuicios y abra las orejas a otros sonidos. La distancia entre ellos y músicos como Mac DeMarco o Gus Dapperton es cada vez más pequeña en mi imaginario particular.
La simbiosis entre Pimp Flaco y Solo Astra demuestra que el pop no ha muerto. Las guitarras, tampoco. Y los temas universales, los que atrapan a su manera particular a cada generación, siguen siendo los mismos. Las letras de Cupido, aunque ya peinemos alguna que otra cana, no resultan lejanas ni se revisten de una excesiva contemporaneidad con la que nos resulte imposible conectar por culpa del abismo de los años; debajo de la voz procesada y del drama post adolescente hay algo con lo que realmente podemos identificarnos. Algo con lo que, si hacemos memoria, vibramos hace veinte años de manera muy parecida al público seguidor de la banda. Nadie que escuche las guitarras de “Sobredosis de Amor”, el tema que da nombre al disco, puede negar la evidencia.
Sobre el escenario, la banda suena mucho mejor que en disco, asentada, con protagonismo de los sonidos más clásicos y con la pegada de Pimp Flaco cantando al amor con cierto toque de humor que en ocasiones llega a ser incluso negro. Son los singles los que, evidentemente, hacen que tiemblen los cimientos de la Moon, pero todas las canciones son coreadas a voz en grito y retransmitidas en la correspondiente red social, mientras algún acompañante de la noche presencia en su móvil como España pierde estrepitosamente ante Japón. “Autoestima”, y “No Sabes Mentir”, repartidas sabiamente entre principio y final de la noche, funcionan como los perfectos temas pop que son, los de sonrisa, los de botar al unísono con la gente desconocida que te rodea a los que en este caso puede que casi dobles la edad. No importa.
La idealización del amor flota en el ambiente y no hace falta pinchar la burbuja de las expectativas, ya se encargará la vida de hacerlo, o canciones como “La Pared”. Por encima de las rimas hay un sentimiento, aquel que también nos hizo, en su día, guardar en la cartera tu fotografía. Yo aún la llevo.
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