Deerhunter – Fading Frontier (4AD/Popstock!)
Hace mucho tiempo que oír hablar de Bradford Cox poco tiene que ver con todo lo que ha tenido que pasar por sus problemas de salud, su aspecto debido a ello y su orientación sexual. Por fortuna, su talento incuestionable y su naturaleza de autor único en su especie, capaz de mutar en varias pieles sin dejar de remover emociones, resulta mucho más interesante que cualquier morbo asociado a su vida personal. Ya sea bajo el pseudónimo de Atlas Sound o con Deerhunter, su evolución se antoja imparable hasta el punto de no poder concebir la última década del pop americano sin su figura, ésa que cohabita con inquietas y necesarias mentes privilegiadas en una liga en la que también podríamos citar a Animal Collective, Dirty Projectors o Grizzly Bear, formaciones todas ellas con numerosos núcleos creativos que comparten inquietudes.
Tras entregar el ambicioso y rugoso Monomania (2013), ahora vuelve a mostrar sus ansias de evolución y entrega su disco más accesible, siendo además el que contiene sus mejores canciones hasta la fecha. Cox ha conseguido superar un accidente de coche acontecido el pasado diciembre que le dejó importantes secuelas físicas y psicológicas, y parece haber visto la luz con esta obra mayor, quizás celebración del mero hecho de seguir vivo después de todo y en cuyas letras se atisban algunas referencias a este triste episodio. Por ejemplo, la de «Breaker» es rotunda en ese sentido: «Jack-knifed. On the side-street crossing. I’m still alive. And that’s something» , creando un contraste más que llamativo con la luminosidad de su melodía.
Pero además de la inmediatez golosa de la mencionada «Breaker», a la que es imposible resistirse, aquí hay mucho y muy bueno. Desde el impulso tribal de una «Living My Life» que se hermana con la versión más domesticada que pudiéramos imaginar de Animal Collective, a la pegada del primer sencillo, la ganadora «Snakeskin», en la que hace referencia a su enfermedad y en la que se plasman las ideas que en Monomania se dibujaban con brocha gorda con un trazo mucho más depurado y acertado. Tampoco creo andar lejos al reconocer en «Duplex Planet» uno de los singles potenciales más claros de su carrera. Si lo dejáramos ahí, tendríamos un álbum notable, otro más, pero la cosa va mucho más allá: «All The Same» abre con acierto y lesmuestra escorados hacia el rock más accesible, «Take Care»(con James Cargil de Broadcast a los sintetizadores) y «Ad Astra» coquetean con la electrónica con gusto y elegancia mientras que «Carrion» supone un delicado cierre con aterciopelado rasgueo de acústica, demostrando lo bien que se le dan los medios tiempos marcianos en los que enamoran por su retorcido romanticismo. Una producción detallista a cargo de la banda en colaboración con Ben H. Allen III, al que encontrarán en los créditos de Halcyon Digest (2010), ayuda a generar esa extraña belleza que tan bien saben encontrar. En medio de este clima de aparente perfección, «Leather And Wood», el tema más esquivo (y flojo) del lote, se las apaña para generar una incomodidad que anula cualquier atisbo de autocomplacencia.
Estamos pues ante un trabajo que se hace corto y que funciona con sobrada eficacia como una muestra más del talento de los de Atlanta, a los que esta nueva piel les sienta de maravilla. Quizás el futuro depare un nuevo episodio que explore distintos territorios, y es esa incógnita la que les hace todavía más estimulantes.