Entrevista: Carlos Pérez de Ziriza
Carlos Pérez de Ziriza es un periodista especializado en información musical que lleva escribiendo desde hace años en medios como El País, Mondo Sonoro, Efe Eme o Rolling Stone. Ha publicado varios libros: Morrissey y los Smiths. Inmortal luz del norte, R.E.M. El reverso del sueño americano y Fragmentos de una década. El último es Indie y Rock Alternativo, editado por Redbook dentro de su colección Ma Non Troppo.
Un libro que intenta desentrañar las claves del origen de lo que conocemos como “indie”, las transformaciones que ha sufrido el concepto en las últimas décadas, y también las figuras clave. Un texto divulgativo, casi un ensayo en la introducción, y también un libro de consulta con fichas sobre gran parte de los grupos y artistas que ayudaron a configurar lo que conocemos por rock alternativo: todo un complicado crisol de nombres y subgéneros. Hemos hablado con su autor, Carlos Pérez de Ziriza, para que nos ayude a poner algo de luz sobre esa historia.
Empecemos con la idea del libro. ¿Cómo surge? ¿Fue iniciativa tuya, o es un encargo?
Fue un encargo, pero no directamente de la editorial. Un compañero periodista al que se lo habían propuesto y no podía hacerse cargo pensó en mí. Me puso en contacto con la editorial y hablamos. Me mandaron varios ejemplares de la colección para me hiciera una idea del formato. Acepté, porque era un proyecto interesante y como melómano no me resultaba para nada ajeno.
¿Te supuso alguna limitación el que se tratara de una colección ya con un formato establecido?
Sí, había una extensión máxima en caracteres. Y también un formato claro con tres secciones: una introducción más o menos larga, una parte principal con las fichas de los grupos y al final una sección de cultura con sellos, festivales y discos recomendados.
Dices que no te resultó ajeno como melómano, pero quisiera saber si el proyecto también sintonizaba con tus gustos musicales.
Sí, pero de todos modos por el formato de la colección hablamos de una guía introductoria para el gran público, no de un libro para especialistas. Así que opté por un criterio integrador, incluyendo grupos que me gustan mucho pero también otros que no me gustan nada pero que debían estar por su importancia y porque explican la deriva del término hasta nuestros días.
«Proponer un modelo alternativo al mayoritario también es hacer política”
Dado que se trata de dar una visión histórica, con los hitos principales, de cara a un publico no especializado, quizás lo más complicado sea explicarles lo que es el “indie”, ya que a veces ni siquiera los especialistas os ponéis de acuerdo.
Para explicar lo que es el “indie” no tuve más remedio que utilizar dos criterios: uno, el tradicional, el que lo liga a un modo independiente de funcionar, con sus sellos y sus medios de comunicación; el segundo, el que llega hasta nuestros ideas, que es más difuso y basado en mayor medida en la estética y la moda. Una etiqueta utilizada por los grandes festivales como reclamo comercial. Quería dar una visión global, explicar ambas facetas del movimiento indie. Aparte de la selección de grupos, que en sí misma ya refleja un criterio, quería explicar también lo que aporta cada uno de ellos.
Me interesa lo que has dicho respecto a como el indie se transforma de una forma de ser y trabajar hasta convertirse en algo estético, casi una moda. ¿Tienes claro en qué momento empieza esa transformación?
Yo diría que a finales de los 80.
¿Quizás con el grunge, con Nirvana?
El grunge es un movimiento que empieza como un estilo sonoro, no como algo meramente estético. Se trata de un sonido muy particular de una región concreta de los Estados Unidos con sus peculiaridades socioeconómicas y con altos índices de marginación y desempleo. Pero mirando más atrás, creo que la generación del C86 es la primera que comparte un sonido similar y un también una estética. Recuperan el sonido cristalino de los Byrds, lo cruzan con la oscuridad de Velvet Underground y lo acompañan con letras muy sentimentales y conmiserativas. Para mí es el primer momento en el que se puede hablar de indie como algo más allá de lo musical.
El libro se titula “Indie y rock alternativo”. Ya es bastante complicado definir lo que es indie, ¿cómo explicamos además la diferencia entre indie y rock alternativo, sí es que la hay?
La propuesta era hacer una guía del indie. Yo pensé que debíamos abarcar el fenómeno en toda su extensión. De todos modos creo que “indie” es el término que tuvo más uso en el Reino Unido para referirse a una escena más minoritaria, mientras que “rock alternativo” se utilizó sobre todo en los 90 en Norteamérica, en un momento en el que las multinacionales de aquel país empiezan a apostar por sonidos como el de Nirvana o Sonic Youth. Pero vendría a ser lo mismo.
Quizás el equivalente del indie de los 80 en los Estados Unidos fuera el llamado college rock. REM, Replacements, Minor Threat, Hüsker Dü, grupos así.
Sí, era la música que se escuchaba en las radios universitarias, se transmitía a través de fanzines, era todo un entramado mediático alternativo a las grandes multinacionales. En ese sentido era muy indie. La diferencia es que en Gran Bretaña aquel tipo de música sí que tenía el soporte de medios más potentes como NME o Melody Maker, algo que no ocurría en los Estados Unidos.
Quizás en los Estados Unidos empieza todo, como hemos hablado, con el grunge.
Bueno, el grunge surgió más tarde, después de la escena hardcore y las diferentes escenas de Athens, California, etc. La de Seattle es la que más tarda en salir.
Me refería más bien a la atención mediática.
Sí, cierto, el movimiento grunge es el último en llegar a la escena alternativa pero es el primero en captar la atención masiva de los medios. Cuando las multinacionales vieron que un grupo como Nirvana podía vender millones de discos se lanzaron a por otros grupos, y de ahí el salto mediático.
Ahí empieza a difuminarse el concepto de “independencia”.
Efectivamente, ahí empieza a emborronarse. Nevermind es el punto de inflexión a partir del que se empiezan a confundir los límites de lo independiente y lo comercial. Aunque Nirvana demostraron que seguían siendo independientes en el sentido de que hacían lo que querían. La producción de In Utero, por ejemplo, es más cruda, menos comercial, sin concesiones al gran público.
Parece evidente que lo que es el indie en los 80 no tiene mucho que ver con lo que acaba siendo en los 90, y mucho menos con lo que entendemos hoy por indie.
Claro, el concepto va cambiando. A un chaval de hoy le preguntas lo que es el indie y te responderá algo muy distinto de lo que se entendía por indie hace 25 o 30 años.
En esa evolución me imagino que el papel de los avances tecnológicos es fundamental. El hecho de que cualquiera pueda montar un estudio de grabación en su casa, y pueda colgar sus canciones en Internet para que las vean potencialmente millones de personas.
En cierto modo es una vuelta al concepto original de independencia, en el momento en el que puedes grabar un disco en tu casa y distribuirlo sin necesidad de intermediarios.
Siendo estrictos, esos grupos son los únicos que deberían considerarse indies.
Si nos atenemos al criterio de infraestructura sí, pero está también la condición de tu propuesta sonora. Si eres independiente en cuanto a creación y distribución, pero haces algo completamente mimético de los sonidos imperantes… Quizás eres indie, pero solo hasta cierto punto.
Por eso el concepto no puede ser el mismo que en los 80.
Para hablar de indie hoy habría que reformular el concepto. Aplicar varios criterios, intentar afrontarlo desde un punto de vista más complejo. ¿Son indies Vetusta Morla porque las pasaron canutas durante ocho años, sin sello discográfico y su primer disco fue autoeditado? Desde ese punto de vista, podrían considerarse indies.
Pero entonces quizás no deberíamos considerar indies a Los Planetas.
Ahí voy. Si nos centramos en la música, que en el caso de la primera época de Vetusta Morla era una propuesta totalmente deudora de cosas que se hacían diez años antes en el Reino Unido, pues ya no sé hasta qué punto puede calificarse de indie. Con Los Planetas ocurre lo mismo pero a la inversa: desde el principio editan con multinacionales pero siempre han hecho lo que han querido, hasta el punto de que en sus últimos discos crean un sonido propio que nadie ha hecho en este país. Luego la música de Vetusta Morla también ha evolucionado y lo que hacen ahora me parece mucho más interesante.
Escuché en algún reportaje o documental que el indie es, principalmente, una cuestión de actitud más que un sonido, una estética o el sello en el que edites tus discos.
Para mí lo es. Pero mayoritariamente no se entiende así sino como una moda, una estética, una etiqueta. Echas un vistazo alrededor, como periodista, y es lo que ves. Gente que dice que le gusta el “indie” pero no va a conciertos, solo a festivales masivos.
¿Está de moda darle caña al indie en la actualidad? ¿Por qué crees que hay gente que reniega completamente, sobre todo, del indie nacional primerizo?
Ayer justamente hablaba con un chico brasileño que está haciendo un documental sobre el indie en España. Está alucinando, porque pensaba que se trataba de un estilo mayoritario y totalmente establecido en nuestro país, con una industria pujante. Luego llega aquí y ve una gran confrontación, gente que lo pone muy a caldo. Te digo lo mismo que le dije a él: tras 40 años de dictadura parece que tuviéramos que quemar etapas muy rápido. La Movida se autoinmoló en cosa de pocos años, los primeros indies querían matar la Movida, y ahora parece que hay que matar a los primeros indies. También creo que falta ecuanimidad en los medios a la hora de tratar estos asuntos.
Se opta más por el titular fácil, ¿no?
La búsqueda del titular y la del posicionamiento, estás conmigo o contra mí. Algo que viene del periodismo político y deportivo, y que ahora parece extenderse al cultural.
Es sorprendente que, tanto con la Movida como con el primer indie, las críticas más furibundas vienen desde dentro, de gente que formó parte de ello. Eso desmonta la teoría de la brecha generacional.
A veces se mezclan complejos personales con intentos de reclamar protagonismo. Creo que no habría que arrepentirse de lo que haces cuando eres joven. Por muy entusiasta que fueras en defensa de algo que, posteriormente, encuentres equivocado, creo que no hay que renegar de lo que pensamos en cada momento. Todo ello conforma quienes somos hoy. Pero cada uno es libre de reclamar su nicho de mercado y su trozo de pastel periodístico. Aunque toda esa energía que utilizan en poner a caldo el indie podrían emplearla en promover y difundir las otras músicas que consideran más dignas.
Una de las críticas más recurrentes es que el indie carece de ideología.
En los 90 sí que era cierto, sobre todo en España. Aquí en aquellos años la situación política no era tan complicada como en la época de la transición, por ejemplo. Aquel indie imitaba el modelo británico, pero no aportaba nada del pálpito de la calle.
Es que allí tenían el Tatcherismo, y aquí mandaban los socialistas.
Sí, claro. Además hay una cosa en la que se ha incidido poco. Más allá de que tus letras tengan algo de reivindicación creo que la mayoría de grupos británicos en los 80 hacían política por su forma de funcionar. Hacer un pop esencialista sin gran presencia de sintetizadores ni vídeos llamativos era hacer política en la era de la MTV y las producciones horteras. Proponer un modelo alternativo al mayoritario también es hacer política.
¿Y qué opinas de que el medio más influyente para el nuevo indie sea Pitchfork, que es una web?
Es un modelo que arranca a mediados de la década pasada. El éxito de Arcade Fire, por ejemplo, va muy ligado a ese fenómeno. Es normal que las nuevas generaciones se dejen guiar hoy más por las webs que por revistas impresas. La prensa en papel subsistirá pero como un medio minoritario para un nicho especializado.
A veces pienso que los que escribimos, sobre todo en papel, lo hacemos para los ya convencidos. No sé si tiene sentido discutir sobre si hay que dar cancha a los nuevos fenómenos musicales, cuando la gente más joven creo que pica de aquí y de allá en redes más que ser lector fiel de un medio concreto.
Yo creo que hay que hablar de todo. Un concierto que meta más de mil personas en una sala merece al menos crónica, aunque ninguno de los asistentes lo vaya a leer. El problema es si va a haber algún medio que te pague por ello. Los jefes de cultura de los medios que pueden hacerlo no están muy interesados. La mayoría de contenidos musicales en las secciones de cultura de los periódicos de este país están dirigidas a un público de más de 40 años.
«Es normal que las nuevas generaciones se dejen guiar hoy más por las webs que por revistas impresas. La prensa en papel subsistirá pero como un medio minoritario para un nicho especializado»
Aquí Simon Reynolds estaría en el paro, ¿no?
Tendría que vivir de otra cosa, sí… Son modelos distintos. Simon Reynolds para hacer Energy Flash se iba a las raves y se metía lo mismo que la gente. Eso es un trabajo periodístico con un punto de sociología que hay que pagarlo, y a los medios no les interesa.
¿Por desprecio de clase?
No creo, vas a un concierto de estos y hay gente de todo tipo. Es más una cuestión generacional, de la edad de los jefes de cultura de los periódicos. Suerte es que consideren el rock, por no hablar del hip-hop o la electrónica, como algo culturalmente a la altura del jazz o la clásica. En las revistas especializadas no es tan grave pero también ocurre: la mayoría, tanto de aquí como fuera, meten en portada grupos que son reclamo para la gente de más de 40 años.
Para acabar con el libro, ¿qué te ha resultado más complicado a la hora de escribirlo? ¿Dejar grupos fuera?
Sí, lo más complicado es hacer la selección de grupos. En la parte internacional, al ser la más mayoritaria, creo que no he dejado fuera nada relevante. En la parte nacional y de Latinoamérica hay muchos grupos que he mencionado en la introducción pero luego no los he desarrollado. Tienes un espacio limitado y hay que dejar fuera cosas.
Te quería preguntar, aprovechando la oportunidad, sobre el libro que escribiste sobre la primera década del nuevo milenio (Fragmentos de una década. Editorial Milenio, 2011). ¿Habrá continuación?
Me gustaría, sí. Entonces escribía para menos medios que ahora y el libro fue una forma de plasmar cosas que no podía desarrollar en otro sitio. Ahora escribo en más sitios y podría sacar mucho material para un ensayo que hablara de la nueva década, desde el 2011 hasta 2020. Todo lo que está pasando en esta década debe tener un reflejo musical, y el gran reto es intentar hilar esa relación.
¿Estamos otra vez como en los 80 con el Tatcherismo y Reagan?
Aquello era un modelo muy polarizado, este es más atomizado. Los focos de conflicto son más pequeños en apariencia pero son más dispersos y difíciles de controlar: desde las revoluciones de los países del norte de África, el 15M, la crisis de representatividad de la clase política, Trump, el Brexit, el tema de Cataluña… Todo eso tiene un reflejo en el modelo musical, que está también más atomizado que nunca. La sociedad funciona a estímulos cada vez más imprevisibles.
Y más cortos, más fugaces. La noticia bomba de hoy mañana está olvidada.
Exacto. Tenemos una memoria cada vez más corta por el intenso consumo mediático. En el plano musical también tiene un reflejo. Al final, el gran reto del periodista musical es demostrar que la música, como cualquier otra manifestación artística (cine, teatro, pintura…) es un producto de la sociedad en la que germina. Creo que hay que encontrar esos nexos de unión para explicar, a través de la música, lo que está ocurriendo. Si no lo conseguimos, la música queda como una simple evasión, una válvula de escape.
Un entretenimiento.
Claro. Me resisto a creer que solo sea un entretenimiento. Está bien evadirnos de los problemas a través de la música, pero la música también expresa cosas desagradables. Hay música incómoda, que yo no me pondría para evadirme ni relajarme, pero que expresa muy bien lo que está pasando.
Un gran periodista, me gusta mucho como escribe. me haré con el libro
Completísima entrevista de Fidel Oltra a Carlos P. Ziriza acerca de «indie-rock».
Merece la pena leerse el libro, yo ya lo hice. Un saludo. 😉