Entrevistamos a Los Enemigos
No es una buena noticia que vuelvan Los Enemigos. Es excelente. Extraordinaria, diríase, teniendo en cuenta el enorme disco que han parido justo antes de que el desastre vírico y económico les (y nos) echara a perder la mayor parte de las fechas de una de las giras más esperadas del momento. En Bestieza, la palabra que han inventado para bautizar unas nuevas canciones tocadas y cantadas con los dientes bien afilados, se detecta la esencia de una banda que se reinventa a la vez con otras subtramas, como asegura el propio Josele Santiago atendiendo nuestra llamada desde el piso que comparte con su madre en el corazón de Madrid. Recluido en medio de una oleada de pánico brutal, confirma que esto no ha hecho más que empezar. Y no se refiere al confinamiento forzoso, sino a la fuerza de otra revuelta enemiga.
«Sentimos la necesidad de ser coherentes con la sensación que teníamos de estar vivos, y pensamos que teníamos que sacar nuevo material porque si no lo que éramos era unos zombis»
En este segundo disco de la segunda etapa enemiga, y parece que la cosa va para largo, todo parece más definido, como si definitivamente hubierais vuelto a encontrar vuestro lugar. En Vida Inteligente había buenas ideas pero más difusas.
Sí, no tiene la cohesión que tiene Bestieza, las cosas como son. Hay muy buenas canciones, en mi opinión, pero no tiene una línea definida. Y también puede que, no sé, estuviéramos un poco despistados ahí todavía. El caso es que hacía dos años nada más que nos habíamos vuelto a juntar, pero sentimos la necesidad de ser coherentes con la sensación que teníamos de estar vivos, por lo menos yo tenía esa sensación y pensaba que tenía que sacar nuevo material porque si no lo que somos es unos zombis (risas). No somos un ser vivo, somos un zombi, entonces vino el rollo este de ponerte a componer y quizás fue un poco forzado. Este ha sido más visceral, ha sido una cosa que no hay ninguna causa ajena a las ganas de hacerlo que nos impulse a grabar diez canciones. Es más natural, más orgánico y tiene un peso específico que, la verdad, muy pocos discos tienen. Cuando vimos las diez canciones juntas decidimos no grabar once, sino estas diez y punto.
La primera resurrección vino obligada un poco por las circunstancias, por esa reunión que dio lugar a una de vuestras mejores giras y que luego desembocó en un nuevo trabajo conjunto. ¿Esta ya obedece a la plena consciencia de que seguís existiendo como banda?
Bueno, supongo. Hemos pasado por varias crisis. Tuvimos la crisis de Manolo, que lo pudimos solucionar y seguimos adelante, y eso nos ha unido más. Luego ha entrado David, al que yo conozco muy bien porque he trabajado con él durante diez o doce años, y yo creo que se nota todo esto en el disco. Es un disco que hemos grabado con muchas ganas y es muy vital.
El disco es una verdadera “bestieza”, como dice el propio título, que no es otra cosa que una especie de “animalada”, castellanizando el término del catalán original. ¿Fue aposta el ponerse las pilas de esta forma y tocar tan alto y tan duro?
Bueno, lo hicimos siguiendo a las canciones, que es lo que hacemos siempre, y dándoles un poco lo que nos piden. Teníamos ganas de cachondeo también nosotros y de ensayar, y nos dimos cuenta de que admitían toda la cera que le dábamos e incluso pedían más la mayoría de las canciones, y entonces se la dimos y funcionó la cosa. Era un poco la prueba “bestieza”, “a ver esta canción, a ver si aguanta”… Y la mayoría de ellas lo agradecían, incluso cuando llegó Carlos Hernández, que también es un personaje importante en todo esto. Nos decía que a esto le teníamos que meter más cera todavía y yo decía “¿más, coño?”. Y la verdad es que sí. Carlos es un viejo conocido pero también que le llamáramos a él tampoco es casual, no simplemente porque lo conociéramos sino porque sabemos que es un gran profesional y que lo que le pone precisamente es esto, las guitarras altas y las melodías cuidadas. Pensamos que era el productor ideal para estas canciones y yo creo que sí, que ha sido todo un acierto y ya te digo, entre todas las circunstancias nos fueron llevando al concepto este de Bestieza que no existía al principio, claro. Yo me guardo los títulos para el final.
Sin perder la esencia y sonando cien por cien a Enemigos, las fuentes parecen ser algo más variadas. Bestieza suena casi como un disco de power pop acelerado, hay mucha energía pero también mucha melodía.
Sí, mucha melodía, claro. Vamos siguiendo también una pequeña tradición enemiga. Tenemos varias subtramas, ya son muchos años, y algunas de ellas están más pegadas a lo mejor al rhythm and blues y todo esto, pero otras están más pegadas al pop y al punk, y precisamente por ahí es por donde van los tiros de este disco. En el repertorio nuestro van a hacer buenas migas con canciones como “Dentro” o como “La cuenta atrás”, “Sr. Correcto” o “Yo, el rey”, todo este tipo de canciones más pop y más ruidosas, que es una subtrama que tenemos siempre y una parte del repertorio importante, la del medio, en la que nos lo pasamos muy bien y funciona muy bien. Van a convivir varias de esas subtramas y lo que promete son unos directos muy cañeros. Antes de que pasara toda esta mierda del coronavirus pues estábamos incluso poniéndonos un poquito en forma porque era hora y media de caña, caña y caña. Y lo será, esperemos, no sabemos cuándo pero yo creo que sí. Las fechas que había, que eran un montón, se han pospuesto, y luego salió lo del número uno en ventas este que nos tiene a todos flipando.
Esa ha sido una de las escasas buenas noticias estos días. Por cierto, ¿cuántos discos hay que vender hoy en día para que te concedan ese honor de ser número uno?
Nada, muy pocos, pero hay que venderlos (risas). Nosotros todavía no nos lo creemos, tenemos unas coñas acojonantes, y ahora con todo esto… Pues mira, con récord de permanencia en el número uno seguro. Creíamos que estaba de coña el manager cuando mandó un correo: “Número en ventas”, y yo “jajajajaja”, y él “que sí, joder”. ¡Ah!, pues vale. Pero da mucho gustillo haber vendido unos cuantos discos.
El contraste entre “Mar de sendas” o “Vendaval”, por ejemplo, con “La costumbre” y “Sacrilegio sideral” es a lo que me refiero, a que evidencian que Enemigos siempre han sido un grupo con más contrastes de los que a priori se pueden apreciar.
Pues es lo que te decía antes, las que mandan son las canciones. “La costumbre”, “Sacrilegio sideral” y “Rey pescador” son más tirando a tiempos medios y hay que actuar en consecuencia a la hora de grabarlas.
Una preciosidad de canción, si me lo permites, es ese “Sacrilegio sideral”. Ahora que parece que nos obligan a todos a desaparecer del mundo activo, ¿debemos tomar conciencia de que renunciar a algunas cosas no es solo natural, sino también necesario?
Hombre, por supuesto, sobre todo habiendo las ofertas que hay ahora tan absurdas. De grandes quiero decir. Por ponerte un ejemplo, en un programa para grabarte cosas en casa hay siete mil reverbs. Coño, es abrumador, y entonces no sé… La canción de lo que habla, lo que intenta captar, es una pequeña película, una pequeña fotografía de alguien que se echa al monte, que es algo que siempre me ha causado mucha admiración. Siempre que veo a un tío con la mochila al hombro que viene del monte, que viene por el río, que viene por la calle abajo, pues a veces les entro y todo y es eso, que simplemente se han echado al monte con dos cojones y lo han dejado todo.
Sigues siendo el motor fundamental de las canciones y el autor de casi todas las letras, aunque el sello de Fino Oyonarte sigue estando ahí. Con él coescribes algunas canciones y le cedes el protagonismo vocal en la bellísima “Océano”. Esto ya es casi una seña de identidad, el que en todos los discos aparezca al menos una canción suya.
Sí, en este disco hay tres melodías suyas que la letra o es mía o le he dado yo un meneo porque me lo ha pedido él. Yo pensé que iba a cantar las tres pero al final solo ha querido cantar una y lo hace de puta madre, lo hace muy bien, y como venía de su disco en solitario pues ya se ha soltado ahí completamente. Bueno, ahí está, y es una de las que me gusta tocar porque estoy libre, estoy haciendo rítmica que es lo que me gusta (risas). Ahí en un lado me permite ver el repertorio desde otro lado, además me gusta cambiar de perspectiva, viene muy bien. Se cantará un par de ellas o tres me imagino porque hay un montón y es la tradición, ya tiene varias.
«Nosotros nacimos en los ochenta, era muy difícil hacer rock, te tomaban por heavy enseguida»
Hay de todo en las letras, como siempre, sobre todo un análisis de personajes de los más variopinto. Por ejemplo, el de “Hey Judas”, para cuyo título no sé si pensaste en el “Hey Jude” de los Beatles, porque el contenido es totalmente diferente.
Es una canción que trata un poco de la traición y todo esto y tiene la historia de Judas, que a mí siempre me fascina. Hay mucha controversia ahí, en quién realmente está sacrificando, en la narrativa de la Biblia, y el que más sacrifica sin duda es Judas. Pero a la hora de ponerle título la tentación es que era muy grande, lo de hacer la coña con el “Hey Jude” (risas), y ahí se quedó “Hey Judas”.
Hay otras canciones, como el caso del primer single, el brutal “Siete mil canciones”, que llevaban ahí guardadas muchos años. ¿Por qué la rescatáis precisamente ahora?
Se me resistía, ya ves. Pero lo cierto es que está esbozada en una maqueta que hicimos en el 99, y no se nos había ido de la cabeza, porque para Vida Inteligente ya me la recordó Fino y le dije “no, si ya sé la que dices pero, tío, le falta un estribillo y no puede ser, hasta que no lo tenga no”. Y el verano pasado di con él y ya me puse a trabajar en una letra etcétera, pero me faltaba algo que yo sabía que era un estribillo. Además fue muy intuitivo, sabíamos que iba a ser la primera, el orden de las canciones siempre nos da dolor de cabeza y solemos partir de que Fino lleva uno, yo llevo otro y luego los demás pues claro, por supuesto que opinan, pero solemos partir de eso, y flipaban mucho porque llevábamos el mismo, exactamente el mismo. Estaba claro el principio y el final, que era “Rey pescador” y en medio “La costumbre”, eso estaba claro. Estaba como muy a huevo.
Otro rescate, este más que justificado, es el de tu guitarrista en los bolos acústicos de los últimos años, el gran David Krahe. Al margen de sus evidentes cualidades como instrumentista y la gran amistad que os une, ¿cuándo tomasteis la decisión de incorporarlo para sustituir a Manolo Benítez?
Manolo se decide por los Porretas, pues yo llamo a David. Lo que no podía ser era estar mandando sustitutos a Los Enemigos. Entonces llamo a David, mayormente a ver si él conoce a alguien, pero me dice que coño, que se apunta él, y la alegría que me da es enorme. Yo lo hacía ocupado con Coronas y todo esto, pero precisamente paraba un año o dos, así que ahí ha venido la cosa rodada.
El eterno cuarto enemigo se reincorpora a Porretas y deja de lado una trayectoria bastante dilatada como miembro del grupo. ¿Se consensuó su salida?
Bueno, ahí hubo de todo pero claro, lo que no puedes estar es en dos grupos a la vez. Y le dije “bueno, pues decídete”, y se decidió por los Porretas y mira, pues nada, con David. Ningún problema.
En otras ocasiones que hemos hablado comentabas que para ti, una canción está terminada cuando la vistas como la vistas y la toques en el formato que la toques, funciona. ¿Cómo te das cuenta de eso, de que funciona?
Que funcione desnuda como quien dice, y luego funcionará vestida (risas). Con una acústica. En eso yo suelo caer cuando me preguntan por estilos, que no me gusta pensar en estilos al componer, me gusta tener una buena letra y una buena melodía, punto. Y luego a partir de ahí ya pensar. Es lo que te decía antes, a ver qué te va pidiendo, qué no, qué admite, qué agradece… Es dar muchas vueltas, ser muy cabezota, no darte por satisfecho a la primera. Nosotros machacamos muchísimo en el local de ensayo, es que no tienen nada que ver los arreglos de la primera vez. Generalmente la melodía y la letra te mantienen, así que a mí me interesa eso, lo demás ya es secundario. Lo de los géneros hoy en día no tiene la menor importancia.
Supongo que las carreras al margen de Los Enemigos, tanto la tuya como la recién estrenada de Fino, quedarán de momento aparcadas (como las de prácticamente todo el mundo en el tristísimo momento que estamos viviendo). ¿Cuando todo esto pase, cómo ves el futuro de Enemigos?
Tampoco tiene mucho sentido mirar tan lejos, y mucho menos con las ganas que tenemos ahora de pasear este disco que nos lo han quitado de la boca, vamos. Íbamos a empezar la gira y se ha ido todo al carajo con todo montado, todo a punto de salir, y estas ganas primero tenemos que quitárnoslas de encima y eso solo hay una manera, que es tocando, y luego ya veremos. Pero ya te digo que después de toda esta pequeña crisis y todo este rollo hemos salido muy reforzados y muy unidos. No sé, yo soy optimista respecto al futuro, me importan mucho los Enemigos, y creo que al resto de mis compañeros les ocurre lo mismo. Yo creo que hay cuerda, aparcamos un poquito los egos, que es lo que tendríamos que hacer en todas las facetas de nuestra vida, y los Enemigos tienen vida para rato.
¿Sigue siendo imposible que te dejen hacer rock and roll en este país, al menos como tú quieres hacerlo?
No, imposible no, se puede hacer, claro que sí. Yo la verdad es que no sé, ya te digo, lo que hablábamos antes de los estilos y eso. Para nosotros nunca ha sido fácil, y de todos modos a mí el rock que me gusta, siempre lo digo, ha sido casi siempre cosa de minorías, y ese casi va por muy pocas bandas que son reconocidas mayoritariamente. Generalmente la música que a nosotros nos gusta nunca ha estado… Nosotros nacimos en los ochenta, era muy difícil hacer rock, te tomaban por heavy enseguida. No sé, siempre ha habido muchas gilipolleces en este sentido y quizás ahora haya menos, fíjate lo que te digo, y tenga la gente la mentalidad más abierta a la hora de abrirse a un abanico amplio de estilos. Lo que pasa es que no todo va a ser rock and roll, no todo va a ser rumba, la gente come de todo afortunadamente. Pero cuando empezamos yo diría que estaba más jodido porque había mucho sectarismo y se identificaba mucho a la música con las sectas, las tribus aquellas famosas de los cojones, y eso ya afortunadamente no ocurre hoy. Vas a un festival y puedes ver de todo conviviendo tranquilamente y sin problemas, que yo creo que es mucho más sano.
Una buena entrevista con estos maestros. Muchas ganas de volver a verles en directo