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Entrevistamos a Josele Santiago

Si con Enemigos ya había publicado dos discos en directo, el fenomenal y rabioso Obras Escocidas (2001) y su complemento semiacústico Obras Escondidas (2002), en su ya dilatada carrera como solista al margen de la banda que lo hizo grande, el no menos enorme Josele Santiago no se había aventurado a dejar grabadas para la posteridad unas cuantas cancioncillas, como a él le gusta llamarlas, delante de una audiencia no demasiado nutrida pero fiel, y así lo dice también en esta entrevista, que le agradece cada incursión en el estudio de la misma forma que todos los que lo consideramos un pilar fundamental del rock de este país. Con Conde Duque En Directo no sabe si cierra una etapa o abre otra aún más imprescindible, pero su lucidez y empatía con el sentir popular a todos los niveles lo convierten en ese amigo entrañable con el que apetece hablar de vez en cuando. Y esta era la excusa perfecta para hacerlo.

«La crisis nos afectó mucho a todo el sector. El prestigio ayuda a salir de estos atolladeros, pero a un precio muy alto» 

Quince años de trayectoria en solitario y primer disco en directo. ¿Era el momento adecuado o lo veías tal vez como algo casi obligatorio, teniendo en cuenta que prácticamente todos los grandes nombres de la escena graban algún álbum de este tipo?

Lo cierto es que a mí ni se había pasado por la cabeza grabar los bolos del Conde Duque, pero a alguien le pareció buena idea, me lo propuso y tiramos con ello adelante. Me hizo ilusión, claro, más de una vez había fantaseado con ello.

Algunos de los músicos que estuvieron contigo ese día no eran habituales de tus últimas giras. ¿Tuviste que rearmar la banda para la ocasión y ensayarlo todo previamente con ellos?

Bueno, en este oficio hay que estar captando músicos constantemente, no es como tener una banda ni existe ese compromiso. Es normal que pasen estas cosas. Vienen y van. De todos modos, tanto Nico como Héctor, Santi o Robbie habían defendido conmigo repertorios parecidos anteriormente y nos conocíamos perfectamente. Así que solo se trató de unos días de trabajo extra y un poco más de desgaste vocal previo.

 

Si este disco hubiese sido publicado algún tiempo atrás la mayoría de canciones no sonarían igual. ¿Es esta banda y este sonido lo que realmente querías dejar ahí grabado para la posteridad?

En realidad es el principal motivo que me movió a meterme en este berenjenal. Las canciones han ido creciendo según han ido pisando escenarios y sentía la necesidad de dejar constancia de ello de alguna manera. Odio tocarlas nota por nota según se han grabado, noto que se me mueren.

En realidad ya desde tus primeros trabajos andabas algo obsesionado con el sonido en directo, incluso grababas primeras tomas y huías de la postproducción.

Bueno, pero eso era otro tipo de enfermedad que tenía más que ver con grabar el material nuevo en el estudio. Afortunadamente ya se me pasó.

Siempre se ha asociado a los Enemigos y a Josele Santiago como su compositor principal a un rock barrial, a una lírica afilada y a un clasicismo que para muchos traicionaste al iniciar tu propia carrera al margen de la banda. Sin embargo, en la base y analizándolo detenidamente, no hay muchas diferencias entre las formas de entender la música y el rock en particular de unos y otro. ¿Es así en tu opinión?

Completamente de acuerdo. Las canciones de mi carrera en solitario dan más importancia al silencio y suelen adoptar sonoridades más suaves. Pero no han perdido veneno. El discurso escéptico y afilado sigue ahí, quizá desde una perspectiva más plástica y visual. A veces tengo la sensación de que cuando bajo los decibelios se me llenan las canciones de bichitos y cosas.

La edición de este “Conde Duque En Directo» es todo un lujo. DVD, CD y libro con fotografías, dibujos y en el capítulo de los textos, dos fantásticos a cargo de César Luquero, el hombre en la sombra durante gran parte de tu carrera, y de ti mismo. Cuentas que no es oro todo lo que reluce y que ha habido épocas realmente precarias en tu devenir artístico, algo impensable en un nombre de tanto prestigio.

La crisis nos afectó mucho a todo el sector. El prestigio ayuda a salir de estos atolladeros, pero a un precio muy alto. Uno llega a pensárselo seriamente, aunque te das cuenta rápidamente de que esto es lo tuyo y tienes que buscarte la vida como sea. Acústicos en bares pequeños, por ejemplo. Lo que haga falta. No se tira la toalla con cincuenta años.

¿Llegaste a tener la sensación alguna vez, como parece, de que al público en general le interesaba más bien poco lo que estabas haciendo?

No, siempre he tenido un público fiel y maravilloso. Minoritario si quieres, pero enormemente agradecido y entregado.

Entre ‘Las Golondrinas Etcétera’ y ‘Transilvania’, primero y último de tus trabajos hasta el momento, hay evidentes diferencias sobre todo en la producción, pero has conseguido que en directo todo suene, incluso los temas más antiguos, de manera coherente, con un sello personal que puede hacer de tu música algo bastante identificable.

Bueno, el estudio siempre permite jugar con las canciones, aun a sabiendas de que en directo las defenderás con tus maneras y a tu gusto. Además, no me gusta reproducir nota por nota lo grabado. Prefiero que cobre vida en el local, en los escenarios, con cada cambio de músico. Eso las mantiene vivas y también ayuda a mantener tu esencia en el tiempo sin mareos ni inventos raros para llamar la atención. No intento construir un personaje, no me interesa. Puedo explorar nuevas sonoridades, pero no necesito cambiar constantemente de estética para no aburrir a mi público. Soy un escritor de canciones, no un famoso.

«Con la honrosa excepción de nuestros pensionistas, nos importan más cosas como la patria o dios. La gente se muere de hambre todos los días y a nadie le importa una mierda»

La resurrección de los Enemigos no fue solo una inyección monetaria importante, sino la constatación de que en realidad ese hilo se rompió un poco de manera injusta. ¿Cómo asumiste aquel reencuentro a nivel personal y artístico?

Tampoco tan importante, no te creas. No estamos para caprichos. Pues una vez constatado el hecho de que aún sonábamos como un tiro y habíamos descansado ya lo suficiente de nosotros mismos, el motor de esta resurrección han sido, de nuevo, las canciones. Un repertorio fantástico que seguía vigente y que era una lástima tener guardado en un cajón. También, por supuesto, la acogida de nuestro público, que parecía llevar diez años esperando nuestra vuelta para volver a vibrar juntos. Está siendo maravilloso este reencuentro.

Supongo que es algo inconsciente, pero cuando te sale una frase, te surge una idea o unos acordes con la guitarra, ¿interviene la intuición para saber si eso va a la carpeta de futuras canciones enemigas o a la de tu próximo disco en solitario?

Hay de todo. Algunas están clarísimas y otras podrían ser ambivalentes. En todos los discos de Los Enemigos hay canciones que podrían ir en uno de los míos y viceversa. La única diferencia es la manera de tratarlas, que con Los Enemigos pasa por cuatro tamices y mi carrera en solitario solo por uno. Además de las dos o tres melodías de Fino, que muchas veces son decisivas. Seguimos haciendo un buen equipo compositivo, mi compadre y yo. Cada vez nos entendemos mejor.

 

No voy a preguntarte por los invitados del disco, porque son sobradamente conocidos y ya has contado varias veces los motivos que te llevaron a escogerlos. Aparte de la sorpresa de encontrar al Niño de Elche ejerciendo de solista en “Un guardia civil”, lo más interesante es la vuelta que le das a temas como “Ole papa”, que se va casi a los ocho minutos, o las versiones acústicas a dúo con David Krahe, que es un formato que creo que te gusta mucho.

“Ole Papa” es un ejemplo estupendo de la evolución que experimentan las canciones en los escenarios. También “Mi prima y sus pinceles” o “Que hable el sol”. El dúo acústico con David ha sido una escuela importante para los dos como intérpretes y una manera de recoger la esencia de las canciones y distinguirla de lo superfluo. Además la manera de interpretar cambia considerablemente en este formato y la interactuación con el público no solo es más directa, sino que requiere otros parámetros más cercanos al “storyteller”. Para mí, que en los primeros tiempos de Enemigos delegaba en Fino la tarea de presentar las canciones, ha sido todo un reto y la verdad es que me pone casi más nervioso que la interpretación en sí de las canciones.

Vives desde hace tiempo lejos de grandes disturbios, en un entorno silvestre cerca de Barcelona donde lees, escribes y compones con cierta distancia de las barbaridades de las que somos testigos a diario. ¿Cómo ves el mundo desde la experiencia y los vaivenes vitales que has sufrido? Y no me refiero únicamente al ya manido asunto catalán.

Tampoco tan silvestre, que vivo en Montcada i Reixac. Aunque sí es verdad que tengo la Serralada de la Marina a tiro de piedra y doy unos paseos acojonantes por allí. ¿Conflictos? ¡Son todos por estupideces! Patrias, fronteras, negocios… La gente se mata por esas mierdas, tío. Muy poca gente sale a la calle a defender una educación o una sanidad pública decentes. O por dedicar parte del presupuesto de defensa a ayuda social. Con la honrosa excepción de nuestros pensionistas, nos importan más cosas como la patria o dios. La gente se muere de hambre todos los días y a nadie le importa una mierda. Mira, según lo veo yo ahora, solo hay un problema que debería estar por encima de todos los demás y no es otro que el cambio climático. Si no arreglamos esto ya, las demás causas se quedarán en nada en cuestión de veinte o treinta años. Y lo sabemos. Pero importa más mi pueblo que eso.

¿Es este disco el cierre de una primera etapa, una especie de resumen de lo que ha sido hasta ahora Josele Santiago, o solo una parada y fonda para continuar un camino que aún tiene que dar grandes frutos sonoros?

Espero que sirva más para abrir puertas que para cerrarlas. Pero vamos, que no obedece a cuestiones logísticas, sino más bien artísticas. Ya iba tocando, además, como decías al principio.

¿La conclusión, para quienes te hemos seguido prácticamente desde el principio, es que al cabo de los años uno debe estar en el sitio que quiere estar, más que en el que le corresponde?

No sé muy bien quién decide cuál es el sitio que le corresponde a cada uno, la vida da demasiados bandazos. Pero si se parece un poco al que querías, tienes muchos motivos para alegrarte. Procura no cagarla ahora y lo más probable es que puedas disfrutar un poco de la vida, a pesar de las cantidades ingentes de mierda que le echamos encima a diario.

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