Evripidis And His Tragedies – Neos Kosmos (Snap! Clap! Club)
Unas palabras garabateadas en una receta médica encontrada en su Atenas natal han servido para titular el quinto álbum de Evripidis And His Tragedies. El azar (o no) quiso que esas grafías coincidieran con una situación actual enferma, carente de sentido. El destino es una venda que nos tapa los ojos, y andamos a tientas, aunque la ilusión no nos la puede quitar nadie, o al menos es lo que nos dicen. Palabras que abren un horizonte de luces mortecinas. Neos Kosmos. Sí, algo nos va a pasar. Repitan conmigo: N. E. O. S. K. O. S. M. O. S.
“You were the first to know /You offered solace to my troubled soul /You always gave me space and let me grow “.
Evripidis Sabatis tiene un don especial: las melodías bullen en su cabeza, y se desparraman en un torrente de encantamiento que parece dulcificar el mayor de los desastres, y las letras siempre acompañan escenas costumbristas con un expresionismo sensorial, poroso. Aquí las miradas, los gestos, la respiración, las luces amortiguadas, la piel en contacto, todo forma parte de esta mascarada de pasiones encendidas.
“There’s a sunbeam tickling/Your bare skin as you sleep/I lay silent hardly breathing/I don’t want you to wake up/No, not yet”
Este es un disco hermoso, tanto que hasta duele. La poética de lo cotidiano llevado a su máxima potencia. Desprende vida por todos los costados: recuerdos de despedidas en asientos traseros de taxis sin rumbo (“Nos Volvimos A Encontrar “podría sonar en los títulos de crédito finales si imaginásemos otro final para Lost In Translation), cartas de amor que quizás nunca se llegaron a enviar (“Girlfriend”), las inseguridades de perder a la persona que quieres (“The Reason”).
“We don’t want to be bitter/People who’re cynical and grim/We don’t want to be some non-believers/But it’s hard as nails sometimes”
El teatro de la cotidianidad continúa: Rachel Kenedy acompaña a Evripidis en un canto de esperanza por un futuro mejor (“Your Dreams”), una guitarra saltarina pespuntea una preciosa ensoñación en la que el paso del tiempo se empeña en que no sigamos contando estrellas, y no nos sintamos jóvenes por siempre (“Wild Reeds”), y hasta en un mundo de contornos nebulosos y sintéticos- en homenaje a la película de Lars Von Trier– podemos encontrar reductos en los que aferrarnos a la esperanza (“Melancholia”). Un disco enorme.