Françoise Hardy: La desesperación de los simios…y otras bagatelas (Expediciones Polares)
Françoise Hardy siempre tuvo esa apariencia de niña despistada que enamoraba a muchos españoles (y franceses, claro, y de muchos otros países) de la época en que saltó, repentinamente, a la fama. Una cara de “esto no va conmigo” que combinaba dulzura y firmeza. Este 2017 ha visto la traducción al castellano de su autobiografía, con el extraño título de La Desesperación de los Simios…y Otras Bagatelas, publicada a principios de este año por la editorial Expediciones Polares. Este libro se convierte así en el perfecto complemento del volumen sobre Serge Gainsbourg que la misma editorial publicó el año pasado (Elefantes Rosas, obra de Felipe Cabrerizo, quien se encarga también de la traducción de este libro). De esta forma tenemos al fin en castellano un texto que arroja algo de luz sobre esa personalidad tan atrayente como controvertida. Una personalidad candorosa, y sensible, que se dejaba arrastrar por la corriente en muchos momentos pero que luego, en determinados temas, sabía hacerse valer.
Françoise Hardy fue una de las caras visibles de esa generación yeyé de jóvenes francesitas que fascinaba a toda una generación que se abría a Europa muy poco a poco, y a quienes la música que llegaba de más allá de los Pirineos les sonaba a soplo de libertad. En ese contexto aparece, de manera tan repentina como arrolladora, Françoise Hardy. En esta autobiografía traducida por primera vez al castellano, con prólogo de Diego A. Manrique, la cantante y compositora francesa habla sin tapujos sobre su infancia, su complicada adolescencia, su salto a la fama y sus no menos complicadas relaciones personales. Por supuesto, como no podía ser menos, también sobre su música y los entresijos de una industria que a veces no entendía. Asimismo se nos dan a conocer algunas de las inesperadas y esotéricas aficiones, como la grafología o la astrología, que Françoise Hardy abrazó de manera tan apasionada que, cuando habla de ellas, parece mostrar más entusiasmo que en muchos apartados del libro dedicados a su creación musical.
El libro arranca de una manera dramática: Françoise Hardy nació en 1944 en medio de una alarma antiaérea. Tal manera de venir al mundo no puede sino marcar un carácter, y desde luego así fue. De hecho, toda la familia tenía un carácter complicado. A esta difícil infancia, a las complicadas relaciones familiares, los problemas con su madre y hermana, dedica la cantante las primeras páginas de su autobiografía. Como en tantas ocasiones, la música actuaba como válvula de escape para los problemas familiares (junto con los buenos momentos pasados junto a su abuela), y la jovencita Hardy empezó a descubrir el arte, en la escuela, y la música en aquellas míticas radios que se atrevían a programar rock and roll en la Europa de la posguerra. No ahorra detalles a la hora de explicarnos, también, sus primeros escarceos amorosos a una edad muy temprana.
Casi de repente, en apenas un año, Françoise Hardy pasa de estar tomando lecciones de solfeo a aparecer en televisión, en hora punta (era una noche electoral), interpretando su tema “Tous les garçons et les filles”. El resto podríamos decir que es historia, una historia que se prolonga a lo largo de más de 300 páginas detallando su vida personal y profesional. Impactante y poco convencional es la relación que mantuvo con su pareja de muchos años, Jacques Dutronc. En cuanto a la parte musical, Hardy ve desfilar por su vida, casi de manera despreocupada, a mitos como Mick Jagger, Paul McCartney o Bob Dylan. Y Serge Gainsbourg, claro. Todo ello narrado en un tono que muchas veces resulta frío, y en otras ocasiones se desliza hacia la autocrítica más feroz, sobre todo cuando habla de algunas malas decisiones y discos que podría haber hecho de otra manera o en otras circunstancias. Entre líneas puede adivinarse una personalidad delicada y difícil, cándida y a la vez endurecida por los malos momentos. Tímida, como fuera de lugar en el mundo de la farándula, pero muy cabezota cuando alguna cosa se le metía entre ceja y ceja. Sin exagerar los aciertos y sin esconder los errores, como ya he comentado.
En resumen, se trata de un texto muy interesante, fascinante en mi opinión, ya que estamos ante una verdadera autobiografía donde la autora abre de par en par, dentro de lo posible, las puertas de su intimidad y su relación con la música. Muy recomendable.
Esotérica afición la grafología ??? JAJAJAJA no pueden desconocer tanto el tema…
Genial que te hayas quedado con eso de un trabajo de varios meses leyendo el libro y preparando la reseña. Sí, desconozco el tema, aunque según la Wikipedia la grafología es una pseudociencia. Saludos.