ConciertosCrónicas

Ida Nielsen & The Funkbots (Gran Teatro) Córdoba 10/07/19

La ignorancia es muy osada. La nula voluntad por salir de ella o al menos por disimularla mínimamente lo es más aún. La conclusión es la misma que tantas otras veces cuando se trata de evaluar la asistencia a eventos que, en plena canícula estival, llenan de alicientes culturales el centro de una ciudad que bulle de música a lo largo y ancho de todo el año pero con especial efervescencia durante la primera quincena de julio. A esta edición del Festival de la Guitarra le falta lo que a otras tantas, gestión promocional y público potencial. De esto último puede que no adolezca tanto como parece, pero la realidad una vez que accedes al recinto te abofetea sin remisión, y claro, tienes que contarlo. La misma vieja historia de siempre, ya refrendada hace justo un año cuando tan solo la presencia de nombres históricos aunque no en la forma esperada (Kiss) u otros no tan presentes en la memoria colectiva pero sorprendentemente eficientes (Europe). Ahora la cosa se concretó en menos de medio aforo para una mega estrella de las cuatro cuerdas, que derivan de las seis y las influyen siempre, que llegaba a España por primera vez sin que nadie fuera realmente consciente de la importancia de esta cita. Lo malo es que seguirá pasando, y las excusas ya no son convincentes.

A Ida Nielsen, multiinstrumentista de origen danés, se la conoce en medio mundo por haber formado parte de la última banda del difunto Prince, más concretamente desde 2010, cuando compaginaba dicha actividad con la que mantenía de modo paralelo bajo el nombre de 3rdeyegirl. Al genio de Minneapolis le guarda un afecto eterno, agradecida como es lógico por haberle concedido tan magnífica oportunidad de demostrar sus poderes musicales, y hasta intenta ahorrarse, según afirma, la tentación de recrear en directo algunas de sus obras maestras –apenas esboza un instrumental basado en su mentor-, y de su formación clásica se deriva la inquietud de fabricarse sus propios bajos, a los que aplica la técnica slap, sin púa de por medio, para destilar una purísima esencia funky contemporánea y tradicional al mismo tiempo, con un repertorio repleto de groove cómplice con una banda, bautizada como The Funkbots, en la que destacan los rapeados –y hay que decir que quizá ese sea el único lastre, por exceso, de una actuación prácticamente perfecta- del imponente Kuku Agami, aderezando de hip-hop una receta donde el funk, el neosoul y el jazz se aúnan en una fascinante poción rítmica que alcanza grandes cotas de intensidad en directo. Aunque lo suyo sea más la onda dancehall de Funkadelic con referentes como Bootsy Collins o Bernard Edwards, sus melodías se revuelven en la frontera con estilos más raciales y ponen a medio teatro a bailar ante el asombro del personal encargado de impedirlo –otra de las medidas absurdas de un recinto nada acostumbrado, al parecer, a estas explosiones de desenfreno- mientras suena un petardazo de funk crudo llamado ”You can’t fake the funk”, sin duda uno de los momentos clave para entender la obra en solitario de esta mujer, que abarca ya cuatro álbumes hasta ahora ignorados casi por completo en nuestro país.

Aquí ha traído también para secundarla al magnífico teclista oriental Phong Le, al polivalente batería Patrick Dorcean y, como a ella le gusta presentarlo, al único guitarrista que cuida más su barba que su instrumento, el gran Mika Vandborg. Un grupo multirracial, multifuncional y capaz de exprimir sus prestaciones al cien por cien después de hacer miles de kilómetros en una semana para poder estar delante de cada audiencia. El premio es el agradecimiento mutuo, más o menos numeroso, y la posibilidad de corear el empuje de “Turn it up” como si estuviese viendo a una incendiaria banda callejera y unos minutos después recluirse en la butaca para escuchar “The librarían”, un decálogo de metáforas líricas y virtudes sonoras. Los alegatos sociales, en clave poética, salidos de la coloreada garganta del vocalista, amplían el mensaje menos veces que lo enfangan, pero cuentan en tanto que esto no es otra cosa que música negra. De ella bebe y a ella se deben, como muchas de las cosas que escuchamos a diario.

El lujo, amigos, está muchas veces al alcance de la mano y también del bolsillo. Solo hay que intentar apreciarlo para saber lo que te puedes estar perdiendo. Asistir al debut en directo en España de una de las mejores bajistas del mundo lo es, sin discusión alguna, y es nuestro deber difundir la buena nueva. No servirá de mucho, me temo.

Fotos: Raisa McCartney

 

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