Jay-Jay Johanson – Kings Cross (29 Music)
Para algunos, Jay-Jay Johanson se convirtió en imprescindible de manera casi instantánea, cuando debutó a finales de los noventa con la dupla ganadora formada por Tattoo (RCA, 96) y Whiskey (RCA, 98). Una sensación confirmada ya en el nuevo siglo gracias el magnífico Poison (RCA, 00), en el que todas aquellas cualidades bien insinuadas y los coqueteos con el trip-hop y el jazz de sus dos trabajos previos resultaban concluyentemente definidos y realzados.
Desde entonces y ya de manera más espaciada, el sueco ha continuado trabajando la profundidad derivada de su talante de crooner frágil y algo disimulado, siempre armonizado con el ribete electrónico más relajado y cuidado. Así es como ha ido añadiendo otras referencias notables a su curriculum, caso de Antenna (RCA, 03), The Long Term Physical Effects Are Not Yet Known (EMI, 07) o Self-Portrait (EMI, 09). Bautizado con el nombre de la mítica estación londinense, el duodécimo disco de estudio en la carrera del músico llega apenas un año después de Bury The Hatchet (29 Music, 18), y no presenta sorpresas importantes con respecto a la línea argumental predilecta del autor. Otra muestra de elegancia y melancolía intrínseca, concretada en doce composiciones sedosas y protagonizadas por la sensible interpretación vocal de Jäje Johansson. Es una consecuencia de ese aire dramático y teatral (o cinematográfico) que el vocalista parece adoptar con naturalidad innata en cada una de sus canciones, con texturas sonoras que mantienen la esencia pero convenientemente actualizadas al paso del tiempo para evitar la obsolescencia. Y es que el creador ha lucido siempre tan moderno como en realidad atemporal, y piezas como “Not Time Yet”, “Lost Forever” (con la colaboración de Robin Guthrie de Cocteau Twins), la pegadiza “Heard Somebody Whistle”, los ocho minutos de “We Used To Be So Close” o “Fever” (con Jeanne Added) prueban que todavía sabe cómo sacar partido de los elementos que suponen la base de su propia obra.
Las entregas del escandinavo tienen por costumbre continuar ensimismando, por momentos incluso hipnotizando, al esculpir un concepto tan personal de la belleza y la tristeza que ambos terminan confundiéndose. Y eso que en la actualidad Jay-Jay Johanson parece algo abandonado a su suerte promocional, tras perder el paradigma de modernidad que un día pudo ostentar. Pero lo cierto es que su catálogo -meditado, alejado de las urgencias y dotado de alma- sigue resultando una delicia para los sentidos.
Escucha Jay-Jay Johanson – Kings Cross
de lo mejor que ha sacado en mucho tiempo. llevaba un tiempo dando tumbos