Joanna Newsom – Divers (Drag City)
La afirmación de que la música es arte no debería provocar, creo, ninguna duda. Que lo sea todo tipo de música, especialmente la música popular, genera más discusión. Una discusión, la de los limites del arte y la consideración estética de la música “no culta”, que lleva planteada siglos, desde Kant a Adorno, y que no es cuestión de retomar aquí. Lo que sí haremos es afirmar, además rotundamente, que si algún disco de 2015 admite la consideración de obra de arte, entonces ese debe ser Divers (Drag City, 2015) de Joanna Newsom.
El nuevo álbum de esta hada madrina del arpa es, desde el punto de vista estético, impecable. Dispone de un trasfondo conceptual específico e intenso: el temor de perder a un ser querido. Ese sentimiento a veces irracional, el mismo que empujó al joven Skywalker al Lado Oscuro, es el que Joanna Newsom utiliza como generador de unas canciones, y sobre todo unas letras, que están entre lo más cuidado que ha hecho en toda su carrera. El cariz conceptual y unitario del álbum viene realzado por diversos matices, algunos de ellos casi imperceptibles, colocados a lo largo de todo el álbum. El más evidente tal vez sea su circularidad: “Time, as a symptom”, el tema que cierra el disco (y uno de los mejores), termina repitiendo la palabra “transcend” hasta el último verso, en el que la deja a medias (“trans…”), mientras que la canción “Anecdotes”, la primera del álbum, se abre con la palabra “sending” y con las mismas notas y efectos (el cantar de los pájaros) del final. Musicalmente, hay también algo más de variedad que en trabajos anteriores, sobre todo un mayor protagonismo de todo tipo de teclados.
Claro que todas las obras de arte no son del gusto de todo el mundo. En el caso de Joanna Newsom, su peculiar voz hace que corra el peligro de convertirse en lo que los anglosajones llaman un acquired taste, algo que ya le sucedía a Kate Bush, con quien tanto se la compara y a quien aquí, en algunos pasajes, vuelve claramente a recordar. Además se le puede achacar un cierto mimetismo entre las canciones: aunque su estilo no sea demasiado proclive a la variedad, y admitiendo que en Divers la hay más de lo que es habitual en su autora, es también cierto que la casi ausencia de melodías identificables hace que las canciones se confundan. La individualidad sacrificada en aras del concepto.
Divers es uno de esos discos que no se lo ponen fácil al oyente, aunque la recompensa para quien se deje atrapar por su magia es un bello e inagotable paseo por el límite entre el romanticismo y la locura.