La Búsqueda – Luz, Arena y Llanto (Discos Belamarh / Espora)
La Búsqueda siempre confió en el público que decidiera sumarse voluntariamente a su camino, de ahí su total libertad creativa y el regalo de una complicidad infinita entre ambas partes. Poco importa el riesgo que haya ido asumiendo con cada nueva entrega o el tiempo transcurrido entre un disco y otro. Al volver, todo vuelve a vibrar.
Luz, Arena y Llanto no es la excepción, veinte años después de Los Penitentes, “Los Mineros”, primer adelanto del álbum, prolonga la figura asaetada de la sociedad moderna que precisamente reflejaban Los Penitentes a través de su sencillo de titulo homónimo. Pero en esta ocasión, La Búsqueda no profundiza mucho más en la muerte de Occidente, más bien apuesta por cielos más ligeros, por colores más vivos y por bañar de aguas mexicanas una buena parte de sus nuevas composiciones, dejando las corrientes mediterráneas, hispanas y de su Mallorca natal como un afluente de lujo que aporta un maravilloso contraste a la base de cuerdas acústicas y eléctricas, canto y trompeta que sostiene Luz, Arena y Llanto. Título ideal porque una vez puesta en marcha la rueda, aparentemente dorada y luminosa, llega el peso del equipaje físico y existencial que se arrastra, parece como si un personaje de otra canción “El Carrilano” (Psicolatin, 1995), aquel de camisa rota y cabeza bien alta, hilara todo el disco.
Así, estamos ante un trabajo pletórico de luces y sombras que comienza con un silbido, tal y como sucedía en Los Penitentes, ahora para dar contexto a la rudeza de un suelo duro y cruel situado en las entrañas de una galería donde “Los Mineros” pican a muerte por abrir una luz, así llegan a “Veracruz”, un anhelo hecho realidad envuelto en una música que nos trae al instante toda la espontaneidad festiva de una banda tradicional mexicana cruzada con total sentido rockero, aunque todo es solo por un instante… El siguiente interludio precede a “El Desierto de tu Soledad”, nuevo sencillo del disco, formando una pieza conjunta que nos lleva a un terreno similar donde el Pedro Páramo de Juan Rulfo se mueve. No podía faltar el realismo mágico tan inherente al sonido de La Búsqueda en esta ocasión.
Así, los diecinueve títulos de Luz, Arena y Llanto conforman un arco argumental único donde la conexión entre distintos momentos del disco es, en ocasiones, directa, tal y como sucede entre “Interludio del Vuelo del Zopilote” y “Los Mineros”. Incluso una canción como “Echalé”, correspondiente al periodo de Los Penitentes, encaja a la perfección. Las aparentes fugas vienen de la revisión de dos canciones pertenecientes a la primera época de La Búsqueda, la primera es “Toda mi alma”, una preciosa adaptación sobre un poema de Federico García Lorca y publicada en La Rueda de la Fortuna (1991), que corre mejor suerte que la original gracias a la producción de Francisco Albéniz, voz, guitarra acústica y enorme talento detrás y al frente del grupo. Grupo formado originalmente por Javier Suárez que continúa a la batería y percusiones, las guitarras de Luis Escorcia quien prosigue como miembro de honor, y el ya citado Albéniz. Pues bien, ellos tres alumbraron una inolvidable primera obra que abanderaban con su propio nombre: La Búsqueda (1988), original y pionera dentro del rock hispano, producida por Ramón Godes y punto de partida para entender la hondura de Juan Perro en Mr. Hambre, el Calexico más preciosista o el Depedro más íntimo. El caso es que toman la “Buenaventura” de aquel primer disco para asimilarla de forma perfecta en Luna, Arena y Llanto.
Actualmente, La Búsqueda tiene en sus filas músicos increíbles, capaces de generar una atmósfera cautivadora y exquisita, comprometidos con la esencia de la banda y que en su mayoría hemos podido ver en etapas anteriores, destacando, por ejemplo, la inclusión de las voces de Arantxa Andreu y Beatriz Calderón. La labor del violonchelo, contrabajo, viola y violín merecen una reseña aparte, baste decir que su habilidad a la hora de modular los armónicos y usar técnicas como el golpeo de la cuerda, aproximarse al puente del instrumento o cualquier otra de las empleadas, logran dar ese fundamental soplo de vida a la canción que alientan.
Todo tiene una alta importancia en Luz, Arena y Llanto, no obstante, si debo destacar algo sobre lo demás en estas primeras escuchas, “La Montaña” es una fantástica recreación del ego humano más íntimo contra la creación que, por supuesto, se acaba imponiendo , “Mi Querida Amiga”, segundo adelanto del álbum, permite reconciliarse con un amor ya vivido y la propia vida, pero “Se me Escapa Entre las Manos” es tal vez la joya mejor reposada de todas las que podemos encontrar aquí. En cualquier caso, cada minuto de Luz, Arena y Llanto conforma y construye un disco grande en todos sus aspectos, un disco de esos que seguirán vivos por aquí cuando ya no estemos.