Liars – Sisterworld (Mute Records)
Es muy posible que algunos de los que ya conocieran a Liars se hayan mantenido alejados de ellos como de la peste. Su propuesta algo experimental, angustiosa y directa como un escopetazo en las nalgas, sin duda era un poco excesiva para cualquiera que también anduviera huyendo de los exquisitos excesos de otros tipos raros como Animal Collective.
Lo más probable, no obstante, es que quien ya conociera a los Liars de They Were Wrong, So We Drowned (2004) o Drum’s Not Dead (2006) o a los ya menos noise del homónimo Liars (2007) contase a este trío de Brooklyn entre sus favoritos y estuviera comiéndose las uñas esperando un nuevo disco.
El caso es que tanto unos, los fans inveterados, como los otros, los ofendidos por su ruido insoportable, deberían dejar todo lo que estén haciendo en este momento y salir corriendo a escuchar este soberbio Sisterworld. Este pero que muy notable disco aúna las mejores cualidades de los Liars atrevidos, experimentales y, por qué no, geniales, con una lista de canciones estructuradas, bien compuestas y llenas de momentos de música con mayúsculas.
Si a este disco se le puede aplicar la etiqueta de experimental, que se puede, es puramente a título nomenclativo; sus composiciones son complejas y la instrumentación es algo atípica, si, pero nunca se pierde de vista la coherencia musical o emocional de las canciones, lo que deja estas once canciones siempre al alcance de cualquier oído, por poco atrevido que sea. En suma, uno no puede evitar recordar, al escuchar este disco, a los insuperables Joy Division, lo cual es decir muchísimo.
Como todo disco extraordinario que se precie, este Sisterworld esconde auténticos temazos. “Scarecrows on a killer slant”, cuatro minutos de ataque sónico que se mueve por los bordes más thrash de la música de Liars, por ejemplo. O “Proud evolution”, más atmosférica y accesible, pero igualmente original y contundente. En realidad, uno tendría la tentación de destacar todos y cada uno de los temas de este magnífico disco, por su tono oscuro pero convincente, por la sucia brillantez de su peculiar percusión, y por otro par de cientos de razones que cada uno podrá explorar por su cuenta.
Por ahora, sin duda, de lo mejor de 2010.